Papá,

Me ha tomado muchos años el poder valorar justamente lo que has hecho por mí, desde mi nacimiento hasta el presente. Ahora lo comprendo. Y no tengo cómo expresarte mi gratitud. Gratitud es sentir que has recibido algo que sabes no podrás pagar jamás. Eso siento por ti. Me has dado mucho: tu nombre limpio y digno, tu ejemplo recto, tu tiempo, tu amor, tu paciencia, tu visión anticipada de un futuro que exige cada vez mejores hombres y mujeres... y la preparación amplia en campos cultos a la cual tú nunca tuviste acceso.

Ser padre no es fácil. Nadie te da un manual de instrucciones, y cada hijo es diferente. En tu caso la tarea es doblemente difícil, dada mi naturaleza voluble e inquieta, el eterno y frágil niño que es Gustavo, y Marcelo tal vez algo frio, pero el mas equilibrado.

Yo misma no me entiendo en ocasiones, ser mi padre se que no ha sido nada sencillo. Pero tú has sabido hacerlo de tal forma que no tengo nada que reprocharte. Haz sabido ser el más confiable, constante y presente de todos mis amigos. Haz preparado para mí un futuro luminoso, del cual yo estoy ahora tomando las riendas. Y nos has dado todo lo que es tuyo, incluyéndote a ti mismo.

Tu haz sabido hacerme fuerte y hábil, y a distinguir lo bueno de lo malo, a ser intuitiva. Tú me diste la vela y el mar para dejarme navegar y creo que no te defraudé.

Quiero que sepas que todos mis logros es gracias a Dios, a ti y a mama que nos cuida desde el cielo. Y nunca olvidaré cuánto te debo. Siempre ocuparás una posición de honor en mi corazón, en mi mente, en mis frutos.

Siempre has sabido ponerle el pecho a las balas, superando incluso la muerte de una hija, se que a esta altura de tu vida y con lo que te ha sucedido no es fácil seguir tirando de las riendas, pero te pido por favor que hagas un esfuercito mas.

¡Te quiero tanto, papá!