Hijo de mi alma, mi niño querido,
te fuiste, llenando de sombra mi vida...
Extraño tus ojos, tu olor, tu maullido,
y tus topaditas al clarear el día...
Llego a casa, y abro, y miro...
y la casa está triste, oscura y vacía.
Y llega la noche, me acuesto, y suspiro...
y añoro el calor que tu cuerpo emitía.
Te has ido, mi Curro; te ha llamado el Cielo;
y yo me he quedado sumida en la pena
de no poder más acariciar tu pelo,
ni contar tus rayas, ni darte tu cena...
Todo está vacío: vacía mi cama,
vacío el lugar de tu caja de arena,
vacía la silla donde el sol tomabas,
y vacía mi alma... ¡Qué dura condena!.
"Chiquitín bonito": Yo así te llamaba
los últimos días, presintiendo el fin...
viendo con horror cómo se acercaba
la hora en que tú te marcharas de aquí...
Fueron trece años en tu compañía;
trece años intensos, de mucho sentir;
de risas y llantos, penas y alegrías,
y mucho cariño para compartir.
Esta madrugada... -¿fué verdad? ¿fué un sueño?-
sentí algo suave saltar sobre mí,
y abriendo mis ojos te ví, mi pequeño...
sólo tu silueta, pero sí, ¡¡te ví!!.
Buscabas mi mano, con dulces topadas,
como hacías siempre... y entonces sentí
que era yo, en verdad, una privilegiada
por haberte sentido otra vez junto a mí.
Sólo unos instantes... te fuiste enseguida,
pero me bastaron para descubrir
que tú, cariñito, aún me querías
y me recordabas, como yo a tí...
Sabes, hijo mío... vendrán otros gatos;
Mami necesita volver a reír...
No temas, Currito; mamá no te olvida;
sólo quiere intentar ser de nuevo feliz...
Mi Curro adorado, disfruta en el Cielo;
no añores la vida que dejaste aquí.
Tan sólo te pido que nunca me olvides,
y cuando yo muera, corras junto a mí...
- Mamá Mari Jose.