Benjamín nació en Villa Ballester, el 01 de marzo de 2002. Es hijo de Pompita, una gata de mi amiga Matilde, y el gato de su vecina, Willy, ambos angelitos. Vi a Benjamin por primera vez a fines de marzo de ese año, cuando fui a la casa de mi amiga, y mientras tomábamos mate, comencé a mirar por la ventana las plantas de jardín. De repente veo corretear por abajo del auto 5 gatitos bebes, todos naranja. Salimos al jardín, para entrarlos de uno y llevarlos con su mamá Pompita. Uno de ellos, enseguida que me vio comenzó a trepar por mis piernas cada vez que me veía. En lugar de quedar con su mamá como todos los demás, el prefería seguirme a mi y lloraba cuando me alejaba. En ese momento yo tenía a mi gata Dulcinea, hija única y celosa como pocas, por lo tanto, ni se me cruzó la posibilidad de adoptar a otro gato.
Matilde comenzó a intentar dar en adopción a estos hermosos bebés felinos rubios, pero sin éxito, por lo que optó por llevarlos a una veterinaria en el barrio de Belgrano, a media cuadra de donde yo vivía en ese momento. En menos de una semana, 4 gatitos habían encontrado hogares maravillosos. Menos uno. Ante la imposibilidad de darlo en adopción y debido a un fin de semana que la veterinaria debía cerrar, la dueña de la vete llama a Matilde para que pase a buscar al gatito. Desesperada, me llama Matilde para pedirme que por favor, llevara al gatito a mi casa hasta el lunes siguiente, en el cual ella pasaría a buscarlo y llevarlo a su casa, para poder seguir buscándole hogar.
Así, el 04 de mayo de 2002 fui a buscar al gatito. Cuando llegué a la veterinaria, le dije a la chica que se encontraba ahí que venia a buscar al único gatito que quedaba me dijo: “Que pena que un gatito tan lindo sea tan arisco, no hubo forma de darlo en adopción, porque cada vez que alguien se acerca a la jaula comienza a gruñir y sacar las manitos con sus garras para arañar, y se va al fondo de la jaula, no hay forma de agarrarlo”. Para mi sorpresa, cuando me acerco a la jaula y lo saludo, comenzó a gritar desesperado, y trataba de abrir la jaula. En cuanto lo saco, comienza a lamerme la cara con su lengüita pequeña y a ronrronear, ante el asombro de la empleada de la clínica veterinaria.
En casa se adaptó muy bien, y Dulcinea, si bien demoró mucho en aceptarlo, finalmente se resignó a tener un hermano felino. Desde el primer día durmió conmigo en la cama y nunca más se separó de mí, me seguía por toda la casa como el primer día que me vio.
Con el tiempo, se transformó en un enorme gato de 12 kilos, y todo lo que tiene de gigante lo tiene de dulce, tanto conmigo como con hermanos felinos. Nunca estuvo celoso antes la llegada de un nuevo hermano, siempre fue el primero en hacerse amigo. Sigue durmiendo en la cama ronroneando y llamándome cada vez que no me ve, y haciendo de papá cuando llega algún gato bebé a casa, como hizo con Ozzy y con Jack. Estoy segura que Benjamín me eligió como su mamá desde el día que me conoció y no aceptó de ninguna manera otros papás, y sabía que en algún momento yo lo iba a ir a buscar. Y así lo hice, y cuanto me alegra saber que él me adoptó a mí. Siempre se dice que los gatos eligen a sus dueños, y fue exactamente lo que hizo Benjamín.
Lamentablemente, Benjamin en septiembre de este año, se enfermo repentinamente de Haemobartonella y lipidosis hepatica. Pese a todos los esfuerzos y sus ganas de vivir, finalmente se rindio, y decidio partir al cielo, mientras su abuela Matilde y yo lo besabamos y le deciamos cuanto lo amamos. Se fue rodeado de amor y de besos. Siempre va a estar en mi corazon mi amado Benja.