Una características del ser humano es su falibilidad, la posibilidad de equivocarse; por tanto, no nos machaquemos por algo que inevitablemente va unido a nuestra condición humana. Cuando nos equivoquemos, nos esforzaremos por extraer, como siempre, la experiencia válida, y nos animaremos a nosotras/nosotros mismas/mismos para poder disfrutar de situaciones nuevas en las que nuestra actuación será más positiva.
- Asumir que habrá cosas que desconozcamos o no sepamos hacer.
Es absurdo pensar que tenemos que saber o conocer todo, pero a veces nos sorprendemos recriminándonos por este hecho. Cuando constatemos que no tenemos “ni idea” de algo, sonreiremos y diremos: ¡perfecto, es lógico, no puedo saber de todo! A partir de ahí, decidiremos si es necesario que ampliemos nuestro aprendizaje, o si dejamos que nuestra “mente” se llene de otros conocimientos.
- Animarnos a nosotras/nosotros mismas/mismos cuando parezca que “todo está en nuestra contra”.
En esos momentos necesitamos más que nunca nuestra propia ayuda; si al final no conseguimos lo que pretendíamos, la realidad es que lo hemos intentado, y si lo hemos hecho con todos nuestros pensamientos dirigidos a la consecución del objetivo nos animaremos por nuestro esfuerzo. Si es posible mejorar la práctica en un futuro, lo haremos; y si ya no existe esa posibilidad, nos sentiremos satisfechos con nuestro intento.
- Pensar en positivo y visualizarnos en positivo.
Si nuestra mente adopta como órdenes nuestros pensamientos, convendría poner éstos a nuestro favor. Siempre que pensemos en positivo estaremos potenciando nuestras posibilidades y situándonos en la mejor de las disposiciones para superar los obstáculos. Pensar en positivo no significa no ser realista, al contrario, si la realidad depende en gran medida de nuestros pensamientos nos acercaremos más a ella, en la medida que hagamos coincidir nuestros pensamientos con nuestras actuaciones.Tambíen tratar de poner la mente a nuestro favor a través de la visualización. Proyectemos imágenes donde nos veamos superando las dificultades.
- Aceptar que, con frecuencia, las cosas llegan o se consiguen más tarde de lo que pensábamos.
Con frecuencia, el deseo no coincide en el tiempo con la realidad, pero eso no quiere decir que no pueda conseguirse, simplemente tardaremos más. Este es un hecho que debemos asumir con naturalidad y que, en modo alguno, resta valor a nuestro esfuerzo.
- Seguir confiando en nosotras/nosotros después de un aparente fracaso.
A veces los fracasos son brutales e inamovibles, pero nunca son absolutos; si no existieran esos aparentes fracasos no tendríamos la posibilidad de aprender de ellos y mejorar nuestras habilidades o recursos. En otras ocasiones, los aparentes fracasos nos dan la oportunidad de lograr éxitos o encontrar nuevas oportunidades que, de otra manera, no hubiesen sucedido. Confiar en nosotras/nosotros después de un fracaso es uno de los medios que más favorecen la credibilidad en nosotras/nosotros mismas/mismos, a la par que de forma más justa premia nuestro esfuerzo. Si fracasamos es porque hemos actuado y eso, en sí mismo, ya no puede considerarse fracaso.
Fuente: Libro "La inutilidad del sufrimiento" por María Jesús Álava Reyes.