El alma y el cuerpo...
1.- Todas las culturas religiosas admiten que todo ser posee una alma que ha encarnado en su cuerpo. Resumiendo los criterios sobre la relación del alma con el cuerpo, en el mundo hay dos corrientes ideológicas: Los que creen en la reencarnación y los que creen en la resurrección. Los primeros tienen claramente definida la idea de la preexistencia, la pos existencia y la reencarnación del alma en vidas sucesivas, hasta liberarse de las reencarnaciones e integrarse al servicio de su Dios en los otros mundos. Los creyentes en la resurrección del cuerpo, creen según promesa de las sagradas escrituras, que algún día Yahvéh celebrará un juicio final, en el que las almas recuperarán sus cuerpos y tendrán vida eterna. Como prueba sostienen que Jesucristo resucitó de entre los muertos, empero no se tiene conocimiento de que algún otro mortal haya resucitado.
2.- Desde la noche del tiempo los humanos nos hemos preguntado: ¿De donde venimos?, ¿Quiénes somos?, ¿Cómo somos?, ¿Adónde vamos?. Los místicos y filósofos nos han dicho que somos la unión de nuestra alma con nuestro cuerpo. Que esta unión entraña una interacción psicosomática tan compleja, que no es fácil desentrañar las expresiones del alma ni las reacciones del cuerpo.
3.- Se han dicho tantas cosas, que son muchos los creyentes que no desean complicarse con abstracciones sobre estos temas porque no quieren caer en confusiones y conflictos ideológicos con sus semejantes y declaran ser agnósticos, pero disimuladamente admiten la idea de la reencarnación.
4.- Cuando carecemos de información, estos temas pueden parecernos intrascendentes, pero en la medida en que discernamos meticulosamente sobre nuestras sensaciones, emociones, sentimientos, pensamientos, nuestras reacciones internas y nuestra propia conducta, entonces, poco a poco, iremos descubriendo que, efectivamente, nuestra alma y nuestro cuerpo son dos entidades que se complementan la una con la otra, pero que lamentablemente no siempre son buenos aliados, porque el cuerpo normalmente impone apetencias que son adversas a las necesidades espirituales del alma. El cuerpo tiene apetencias fisiológicas, mientras que el alma tiene hambre de conocimientos que le den predominio sobre su cuerpo y sobre la naturaleza que le rodea.
5.- Sólo un auténtico creyente se preocupará por conocer los atributos del alma, distinguiéndolas de las características del cuerpo. Los místicos y filósofos nos han advertido siempre que el cuerpo es el vehículo del alma y que “ el Yo ”, no se refiere a la personalidad, ni al cuerpo, ni al nombre que nos han puesto para identificarnos, sino, a la constitución de la naturaleza inmortal del alma y a la entelequia de la actividad mental.
6.- Cuando escudriñamos lo que son las actitudes y los hábitos del ser humano, descubriremos también que el alma tiene que aprender a luchar contra la irracionalidad, hasta desarrollar la facultad de pensar y discurrir el entendimiento sobre la causalidad de la existencia para adquirir el autocontrol sobre los instintos y lograr la sublimación de su naturaleza.
7.- Los instintos impulsan al cuerpo hacia la auto conservación de sí mismo y a la conservación del código hereditario de su raza, en forma tal, que no pueda el cuerpo, escapar de esta finalidad.
8.- La inteligencia impulsa al alma, a una búsqueda de conocimientos que le den respuestas a sus inquietudes cognitivas: ¿Quién lo creó?, ¿De dónde viene?, ¿A qué vino a este mundo?, ¿Quién es?, ¿Adónde irá después de la muerte?. Y ¿Qué cosas debe saber y hacer, para liberarse del cautiverio de los instintos del cuerpo?.
9.- La inteligencia acuciosa, descubrirá que no es lo mismo decir “yo”, que “el Yo”. Este “yo” que yo soy expresa la realidad psicológica de mis estados emocionales, mientras que “el Yo” que hay en mi ser trascendente, suele designar los actos conocibles de la constitución metafísica de lo que el alma es. No es fácil distinguir el sentido del “yo” psicológico, diferenciándolo del concepto del “Yo es” metafísicamente, porque es muy intrincado delimitar las interacciones entre lo psíquico y lo psicológico de las vivencias humanas.
10.- Lo que el Yo es, implica admitir que nuestra naturaleza emocional está constituida por “Yoes” que determinan cada una de las actitudes de nuestro carácter. Para que el alma (el Yo) predomine sobre el cuerpo, es necesario descubrir la diversidad de “Yoes” que gobiernan su comportamiento. Los “Yoes” son para el alma lo mismo que el alma es para el cuerpo. Los “Yoes” son la presencia de potencias energéticas duales, anteriores al cuerpo y al alma.
11.- El alma viene a este mundo con la misión de conocer las manifestaciones del creador de este mundo, cohabitando en el cuerpo hasta ejercer predominio sobre las leyes y fenómenos, para liberarse a voluntad, del imperio del cuerpo. Pero no es fácil liberarse del cautiverio del cuerpo, porque posee muchísimas potencias que seducen a las almas inexpertas a la satisfacción de sus placeres, deseos y temores, incurriendo en actitudes equivocadas que lo inducen al error.
12.- Por eso es necesario que comprendamos que el camino de la evolución psicoespiritual, exige descubrir esa compleja dualidad de nuestros “Yoes” en todas aquellas actitudes que contravengan el desarrollo y la evolución de nuestras almas.
13.- Hoy, como otras tantas veces, he experimentado esa lucha contra las flaquezas de un cuerpo que ha sido víctima de una infección gripal. Sentía la fiebre, la flaqueza de mi cuerpo que sólo buscaba el abandono y descanso corporal, mientras que mi alma se rebelaba a estar postrada en una cama. Todo el día estuve luchando para vencer al desgano. Vino a mi memoria, los recuerdos de la niñez, cuando no deseaba ir al colegio. Intuyo y siento que algo semejante viven los jóvenes y adultos cuando han dejado que estos hábitos programen su comportamiento diario, se dejan gobernar por los mandatos del cuerpo, sin comprender que el alma debe luchar contra las flaquezas del cuerpo hasta lograr la realización de sus propósitos, venciendo los malos hábitos, incluyendo las debilidades de un cuerpo enfermo.
14.- El alma puede gobernar al cuerpo y cuando esto se logra, el cuerpo obedece los mandatos del alma. Si los jóvenes lograrán este dominio desde temprana edad, sus cuerpos no serían el obstáculo que les impide la realización de sus metas. Sus cuerpos no serían ese adversario que boicotea sus buenos deseos para adquirir los conocimientos que necesitan. Sus cuerpos no serían el lastre que les impide proyectarse en el conocimiento y en la experiencia.
15.- He querido reflexionar esta noche sobre esta realidad, para que aquellos que son víctimas de sus cuerpos, de esos cuerpos que han heredado tantos hábitos negativos de sus antepasados y que sólo buscan el placer y la molicie, y que ante cualquier reto de la vida se disfrazan en cuadros hipocondríacos de enfermedades que sólo tienen existencia imaginaria.
16.- Por eso, quiero que conozcan esa realidad, de que el alma y el cuerpo son una unidad que no siempre son aliados y no siempre el uno corresponde a las necesidades del otro.
17.- Meditemos sobre esto hermanos y especialmente aquellos jóvenes que muchas veces claudican ante el reto de dominar sus hábitos y pierden la partida, sin siquiera animarse a luchar intentando vencer lo que puede ser negativo para sus vidas.
18.- Meditemos y ojalá encuentren en la iluminación del Padre esa fortaleza que el alma debe tener para vencer los dolores, los placeres, las enfermedades y las debilidades, hasta conseguir que nuestra alma haga lo que desea hacer, buscando siempre su propia evolución y su propia paz.
Shikry Gama