La meditación dentro de un
mandala que puede llevarnos a nuevas dimensiones de sabiduría y
totalidad
La Rueda de la Vida Tibetana
es un mandala de profunda sabiduría a través del cual muchos maestros
budistas enseñan a sus discípulos la esencia de la psicología humana,
las causas del sufrimiento y la posibilidad de liberación. Consiste en
tres o cuatro círculos concéntricos que, según la leyenda, el Buda
perfilaba para sus alumnos en el suelo con granos de arroz.
Mientras nuestra vida
transcurre mecánicamente, giramos en la Rueda sin cesar, momento a
momento y vida tras vida. En cada momento y ante cada situación nos
enfrentamos con una elección entre el accionar reactivo y una conducta
conciente. Respondemos concientemente cuando conseguimos trascender los
límites de nuestro condicionamiento habitual. Cada vez que lo hacemos,
además de gozar más plenamente la experiencia, ganamos en autoconciencia
y nos facilita estar alertas para la elección del momento siguiente.
Este es el modo en que la Rueda se convierte en una Espiral que nos
libera de nuestra propia prisión. Suele encontrarse en el
frente de numerosos lamasterios como si fuera un espejo que invita al
visitante a un momento de pausa e introspección, a encontrar respuestas
para las preguntas ¿en qué mundo (interno) estoy viviendo ahora ? ¿cuál
es el origen de mi dolor ? ¿cómo puedo ganar más serenidad, amor y
felicidad en mi vida ? Porque este mapa de la conciencia, en la visión
clara y compasiva del ser humano que tiene la psicología budista, nos
recuerda las tres causas-raíces del sufrimiento y la posibilidad de
liberación; los seis reinos de la conciencia y de la realidad por los
que solemos transitar mecánicamente y que generan las actitudes y
cosmovisión propia de cada momento de nuestro devenir cotidiano, y los
doce eslabones del nacimiento condicionado. Tras muchos años de estudiar
e investigar sobre nosotros mismos las enseñanzas de este sabio
mandala, hemos diseñado una forma de utilizarlo que facilita no sólo la
comprensión teórica sino también el contacto vivencial y la fusión con
las fuerzas curativas.
Luego de un panorama
explicativo sobre su sentido y el significado de sus símbolos, nos
internamos en pasos sucesivos por los caminos de la meditación
reflexiva, la meditación receptiva y la meditación creativa, haciendo la
práctica dentro del mandala mismo y fusionándonos con las energías que
de él emanan. La meditación reflexiva ayuda a tomar contacto con las
actitudes y mecanismos de la propia mente que nos generan dolor y
provocan sufrimiento a los demás. El nivel de pensamiento conceptual que
se alcanza durante la meditación reflexiva es más sutil, más profundo y
por lo tanto más potente que el de los pensamientos cotidianos. El
hecho de que nuestros sentidos no estén siendo bombardeados por los
estímulos habituales y que nuestra mente y emociones se aquieten, nos
facilita concentrarnos con más intensidad y desarrollar una sensibilidad
muy fina en las actividades mentales.
La meditación receptiva
permite, en un estado de silencio interior, la percepción intuitiva y la
aprehensión sintética del significado de esos mecanismos y actitudes en
la propia vida. Nos ayuda a escuchar las voces de los maestros
transmitiéndonos sus enseñanzas y a captar los símbolos que nos guiarán
en nuestro aprendizaje para dar una nueva respuesta a la vida.
Si bien esta nueva
concepción ya nos habrá producido una transformación interna al
otorgarnos una más clara visión de nosotros mismos y del mundo, es a
través de la meditación creativa que se generarán en nuestro interior
las nuevas fuerzas portadoras de las cualidades y energías positivas que
nuestra alma busca desarrollar. La meditación creativa -por
identificación o fusión extática con las energías espirituales que el
mandala transmite- nos permitirá encarnar la humildad, la generosidad,
el altruismo y el desapego en nuestra vida y hacer efectivas estas
cualidades en el mundo. La compenetración con estas virtudes nos
facilitará cultivar nuevas pautas de conducta que nos proporcionarán
felicidad en lugar de sufrimiento, a nosotros mismos y a todos los
seres.
Presentaciones en el
exterior:
* Octubre del 2004. Santiago
de Chile. Invitados por el IFTI - Instituto de Formación Transpersonal
Integral
* Marzo del 2004. Santiago
de Chile. Invitados por el IFTI - Instituto de Formación Transpersonal
Integra
* Mayo del 2002. Santiago de
Chile. Invitado por el Equipo Humanista y Transpersonal del
Departamento de Psicología de la Universidad de Chile.
* Dic. 1999. Las Palmas
de Gran Canaria, España. Congreso de Psicología Transpersonal Español.
Este mandala itinerante está
pintado en una tela de 7 m X 7 m.
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