Los Cielos Sagrados
Desde los primeros tiempos, los pueblos creían que la enorme bóveda nocturna tachonada de estrellas representaba la entrada a otra esfera cósmica, que a veces se creía el lugar de descanso de nuestras almas, que se suponía abandonarían el cuerpo después de la muerte para volar hacia las alturas; otras veces se ubicaba allí el gran hogar impenetrable de los dioses que gobernaban la existencia humana. A medida que obtenemos más datos científicos sobre las estrellas y los planetas de nuestar galaxia, nos damos cuenta de cuánto ignoramos aún acerca del cosmos en el que vivimos.
Las primeras comunidades que se dedicaron a ver los movimientos del Sol y de la Luna se dieron cuenta de que la relacción entre la Tierra y el cielo, afectaba a todos los momentos de su existencia. los cambios de estación se celebraban con rituales muy diversos para reforzar las uniones sagradas entre los Cielos y la Tierra. Incluso ahora, las fechas de muchas festividades sagradas, tales como la Pascua judía, la Pascua de Resurrección, están determinadas por un antiguo calendario lunar y se celebran en fechas variables.
El conocimiento tan asombrosamente preciso de los pueblos primitivos acerca de los ciclos celestes, se demuestra al estudiar la alienación tan exacta de piedras neolíticas, como Stonehenge, en el sur de Inglaterra, que marca la posición del Sol y de la Luna en momentos claves del año.
Los babilonios dividieron el cielo en 36 secciones y más tarde identificaron 12 constelaciones que después formaron la base del Zodíaco griego junto con la Eclíptica (el aparente recorrido anual del Sol alrededor de la Tierra). Este sistema basado en la Eclíptica constituyó el inicio del desarrollo de la Astrología y la Astronomía occidentales. La ciudad de Chichén Itzá, construida entre los años 600 y 830 d.C. consta de un elaborado observatorio orientado de acuerdo con diversos acontecimientos astronómicos.
Los cuerpos más notables y llamativos del cielo son el Sol y la Luna, a los cuales todas las culturas atribuían sus propias cualidades sagradas. La Luna se percibía como femenina y el Sol, como masculino-el padre divino o el ojo del mundo-. La Luna, con sus fases de luz y oscuridad, simbolizaba el ritmo de los ciclos cósmicos, así como la muerte y la reencarnación.
Para los primeros pueblos, el movimiento del Sol, la Luna y los planetas contra un fondo de estrellas constituía el símbolo del orden y de la armonía celestial, a los cuales el alma individual se sentía profundamente vinculada. Durante miles de años no se declaró ninguna guerra, no se firmaron tratados de paz ni se arreglaron matrimonios sin haber consultado antes a los cielos sobre los buenos o malos augurios.
También se creía que las condiciones climáticas influían en el estado de armonía en la Tierra. En China, las catástrofes naturales ponían en duda el derecho del Emperador a gobernar,por ejemplo. |