LA RELIGIÓN SIOUX Y LA DANZA DEL SOL
Por Peter Bolz
Toro sentado, célebre jefe sioux.
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Los sioux oglalas constituyen una de las culturas tribales más conocidas de América del Norte, del grupo lakota. Su conocimiento fue acrecentado por los testimonios de Black Elk (Alce Negro), uno de los últimos sabios de su pueblo que legó sus vivencias a la posteridad en su Alce negro habla, recopiladas por John Neihardt. Un mito central en los sioux es el de la pipa sagrada que trajo la Mujer Búfala Blanca. Los sioux creían en Wakan tankan, el supremo padre. Wakan es también la denominación para una fuerza sagrada e invisible que atraviesa la totalidad. Rito esenciales entre los sioux son la sudación (que busca la purificación espiritual y corporal), y la Danza del Sol. En esta ceremonia se danzaba desde la mañana hasta el anocher y se peticionaba a Wakan mediante una práctica mortificante. Los danzates se clavaban en el pecho los extremos de un cuerda; el otro extremo era enrrollado en un poste. Se dejaban caer después para atrás. Se desangraban así hasta desplomarse. Era un acto de sufrimiento para testimoniar la sinceridad y profundidad de la petición al dios.
En este momento de Textos sobre Mitología, simbolismo y religión en Temakel, presentamos un texto introductorio al mundo sagrado de los sioux incluido en Historia de las ideas y creencias religiosas, obra colectiva dirigida por Mircea Eliade.
La aproximación a la religiosidad sioux estimula también la apertura hacia la amplitud de las creencias religiosas.
E.I
RELIGION SIOUX
Por Peter Bolz
El punto central del culto religioso de los sioux oglalas no lo constituye un creador del mundo, sino un objeto: la pipa sagrada. Y precisamente por esto el mito más importante para todos los lakotas es el de la mujer búfala blanca (llamada también mujer cría de búfalo blanca), donde no se habla del origen del mundo o de los hombres, sino del origen de la religión lakota. El mito en cuestión, que suele llevar por título "El don de la pipa sagrada", se conoce sobre todo a través de la versión de Black Elk: dos hombres que estaban cazando vieron venir hacia ellos una bellísima mujer enteramente vestida de blancas pieles de alce. Uno de los cazadores, que la deseo, fue aniquilado por ella. El otro fue enviado al campamento con el encargo de decir a su pueblo que se hicieran los preparativos necesarios para recibirla. La mujer llegó trayendo consigo la pipa sagrada e instruyó a los lakotas en los siete rayos en que debía utilizarla. A continuación, después de transformarse sucesivamente en cría de búfula, en búfala blanca y en búfula negra, desapareció.
Este mito muestra la forma en que se les manifestó lo sagrado a los lakotas, fundando su mundo y ayudándolos a orientarse en el espacio y el tiempo. El nombre de la mujer mítica, Cría de Búfula Blanca, se refiere a su transformación en un bisonte, la más importante pieza de caza de los oglalas, que tenía para ellos carácter sagrado. En cuanto a la pipa traída por la mujer, se la designa generalmente por el nombre de "Pipa de la Cría de Búfala" (Buffalo Calf Pipe), o "Pipa de la Cría" (Calf Pipe), alusión clara a la descendencia oglala de un mítico pueblo de "búfalos". Todavía hoy se conseva esa pipa en un envoltorio sagrado (Sacred Pipe Bundle) no lejo de Green Grass, en la reserva Cheyenne-River de Dakota del Sur. Su actual guardián es Arval Looking Horse, miiembro de una de las familias allí residentes. Esto significa que, aun a fines del siglo XX, la pipa sagrada no ha perdido nada de la veneración religiosa que desde sus orígenes le profesan los lakotas.
Si bien estos últimos no puede presentar una "historia de la creación" tal como la entendía James Walker (gran recopilador de historias indígenes de América del Norte), poseen con todo ciertas nociones del modo como los hombre v¡nieron a la Tierra. Al principio, los seres humanos vivían, junto con los bisonte y los demás animales de caza, en un gran antro subterráneo. Tokahe, un joven constituido en jefe, los condujo hasta la superficie terrestre sorteando durante esta empresa múltiples dificultades. Llegados a su destino, los hombres tuvieron que aprender a procurarse el sustento cazando animales, a levantar tiendas y a vestirse. "Así Tokahe y sus amigos fueron el primer pueblo del mundo y sus hijos son los lakotas". Por eso a los seres humanos se les llamó wicasa akantula "hombres de arriba".
Los lakotas no distinguían entre "natural" y "sobrenatural" y tampoco veían ninguna oposición entre humanidad y naturaleza o entre naturaleza y cultura, conceptos tan fundamentales en el pensamiento occidental. En su mente, hombres y naturaleza formaban un todo invisible. Distinguían, en cambio, entre lo general o habitual y lo extraordinario o incomprensible. Lo más incomprensible para ellos era el universo. Ni lo conocían bien ni podían en modo alguno controlarlo. De ahí que se sintieran embargados a la vez de respecto y temor ante los misterios de ese universo, que lo veneraran y, con sus limitados medios, trataran de influir en él dentro de lo posible. Los lakotas designaban esta incomrpensibilidad del universo por el nombre de wakan.
Wazlker se esforzó por reunir datos sobre el concepto de wakan, pero tuvo que reconocer que los propio oglalas, lejos de poseer una definición única del mismo, le daban una extensa gama de interpretaciones según el contexto en que lo utilizaban. Uno de sus informadores le explicó que wakan significaba todo lo que era difícil de entender.
La suma total de lo incomrensible era los lakotas Wakan Tanka el "gran misterio". Denominábase así todo lo misterioso, poderoso o sagrado, sin principio ni fin. Wakan Tanka había creado el universo, pero la noción no se refería a ningún ente individual, sino a la totalidad de lo existente y a la unidad cósmica. En su sentido más abstracto Wakan Tanta ha de interpretarse pues, como "fuerza del universo", que no admite ningún tipo de personificación. La influencia del cristianismo llevó a que los lakotas designaban a Waka Tanka por el nombre de "gran espíritu" y que éste llegara a identificarse con el Dios Cristiano, de suerte que Walker mismo tuyo en su tiempo grandes dificultades para captar el sentido original del concpeto. Por fin, se decidió a distinguir entre su significado tradicional, que transcribió como Wakan Tanka y la intepretación "moderna" (cristiana) de los lakotas, para lo cual se sirvió de la palabra única Wakantanka.
Los chamanes, llamados por los oglalas wicasa wakan ("hombres sagrados") podía influir en las fuerzas del universo. Basándose en sus experiencias personales, trataron de establacer un orden en la comprensión de Wakan Tanka. Comenzaron por clasificar los seres wakan conforme a su número sagrado, el cuatro, bajo el nombre de Tobtob kin (los "cuatro veces cuatro"), grupo de dieciséis potencias wakan de disposición benévola, concebidas generalmente por los lakotas como "espíritu" o "dioses". A muchos de estos entes, no humanos, se les atribuían algunas características humanas. Entre ellos figuraban ciertos fenómenos de la naturaleza como el Sol, La Luna, el viento, el trueno, la Tierra, las rocas, etc., y toda una serie de espíritus invisibles.
Además de esa categoría de seres wakan, había una segunda en la que se incluían los que usaban de su poder con fines nocivos. Wakan no era, pues, una fuerza neutral, sino algo que se manifestaba para bien o para mal.
En cuanto especialistas de los ritos, los chamanes eran obviamente los únicos hombres capaces de abarcar en su totalidad el intrincado sistema de los seres wakan. Por otro lado, se servían de un idioma ritual que dificultaba a los demás el acceso a los misterios religiosos, de donde podemos deducir que sólo unos pocos oglalas conocían esa compleja estructura. En general, los oglalas equiparaban Wakan Tanka con el Sol, en el que veían la máxima fuerza del universo.
Los chamanes, que controlaban a los seres wakan, recibían de éstos el poder de dar a cualquier objeto un tunwan (espíritu). De estos objetos el más importante era el wasicun o la sea la "medicina" personal que utilizaba el guerrero en el campo de batalla. Una persona se convertía generalmente en chamán cuando, en estado de tensión física o enfermedad, tenía una visión que le confería el poder de llevar a cabo actos misteriosos.
Todo niño, al nacer, recibía un "espíritu guardián" (sicun) que lo protegía de los malos espíritus. Sicun representaba la potencia de Wakan Tanka encarnada en un ser humano. El recién nacido recibía también otro espíritu (niya) venido de las estrellas. Finalmente, cada persona poseía un tercer espíritu (nagi) que era un reflejo inmaterial e inmortal del cuerpo. Los oglalas creían que, a la muerte de una persona, el espíritu guardián (sicun) acompañanaba a ese tercer espíritu (nagi) hasta el otro mundo, situado allende la Via Láctea. Luego sicun y niya regresaban a su respectivo lugar de origen, es decir, allí donde habían morado antes del nacimiento del niño. Por lo demás, los restos mortales del difunto se descomponían hasta disolverse en la nada.
Los lakotas no diferenciaban lo sagrado de lo profano. Puesto que cada cosa poseía un espíritu, todo era para ellos wakan. Ese espíritu era llamado tunwan y de él procedía la fuerza que llevaba a ejecutar actos wakan. Sin embargo, los tunwan no eran iguales, puesto que reflejaban las diferencias externas de las formas vivas. De ahí que el exterior de las cosas no se percibiera como real, sino como mera manifestación física de las fuerzas internas.
La unidad de los diversos seres wakan se expresaba en términos de parentesco. Eran llamados madres, padres, abuelos, etc., para demostrar que en el universo todas las cosas estaban "emparentadas". Ejemplo característico de esta concepción es la mujer Búfala Blanca, enviada por el "pueblo de Búfalos" para establecer lazos de parentesco con los hombres, de modo que éstos pudieran siempre sustentarse y seguir multiplicándose.
La pipa sagrada, traída por la mujer Búfala Blanca, constituía el vínculo directo de los lakotas con Wakan Tanka, llevando en su humo hasta lo más alto del universo las plegarias de los hombres. Este tipo de oración era para los lakotas un modo de reafirmar y estrechar sus lazos de parentesco con el todo. De los seres wakan, en efecto se esperaba una conducta tan atenta y generosa como la de parientes próximos. El parentesco entre hombres, bisontes y el resto del universo representaba por el círculo, símbolo de infinitud y totalidad.
Los oglalas posee gran riqueza de ritos que abarcan todos los aspectos de la vida. Algunos de esos ritos, según creen, les fueron enseñados por la Mujer Búfala Blanca, mientras que otros tiene su origen en visiones.
La base de todo el ritual es la ceremonia de la purificación en el "sudadero" (in kagapi), durante la cual los participantes se limpian tanto corporal como espiritualmente. Esta ceremonia puede celebrarse como rito independiente o servir de preparación a otro.
Cremación de un sioux.
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Los ritos no sólo son una traducción de las ceremonias religiosas en actos concretos, sino que además brindan la posibilidad de acceso a nuevas experiencias personales, sobre todo para los varones. Al no existir una teología uniforme ni prescripciones dogmáticas de ningún tipo, cada cual puede, a partir de los conceptos comúnmente aceptados, construirse su propio sistema religioso, que sólo es valido para él. El principal medio para llegar a esto es la "búsqueda de visiones".
A ella se dedican en general los jóvenes durante la pubertad, pues el rito señala al mismo tiempo su nueva condición social. Para dicha "búsqueda" se retiran a una colina solitaria donde se entregan al ayuno y la oración. En lengua dakota este ascetismo particular recibe el nombre de hanbleceyapi ("llanto por la visión") y denota que el asceta-aspirante debe implorar la compasión de los seres wakan desnudo y desgreñado, en señal de humildad, y con abundantes lágrimas. De ese modo trata de persuadirlo a que reciban su plegaria, es decir, a que acepten su parentesco con él. Para ello se coloca en un espacio recubierto de salvia, hierba sagrada de los seres wakan cuyos efluvios aromáticos alejan da las fuerzas malévolas. Los cuatro puntos cardinales se marcan por medio de postes a los que se sujentan trozos de tela de colores, a guisa de ofrendas. Dentro de ese lugar sagrado, el "buscador de visiones", implora y suplica a voces que le sea concebida una revelación, esperando así que los seres wakan lleguen a comunicarse con él. En tal caso, sabrá que lo han elegido para desempeñar en el mundo una tarea unificada. No se le dan instrucciones concretas sobre el modo de obrar, pero el tipo de visión que haya tenido determina ciertos actos o el cumplimiento de deberes específicos. Puede estar destinado, por ejemplo, a ejercer futuras funciones de curandero o a actuar como heyoka, que todo ha de hacerlo "hacia atrás".
Aunque la búsqueda de visiones es un asunto individual, muchos modelos de visión se asemejan unos a otros, por lo que antiguamente los que habían tenido visiones análogas solían asociarse para ejecutar en común los correspondientes ritos. En este sentido, la visión es una experiencia a la vez individual y colectiva.
(...) El baño de sudor, la búsqeda de visiones y la danza del Sol son, entre los oglalas, las ceremonias tradicionales que mejor reflejan la continuidad de su cultura. Por supuesto, sus formas externas han tenido también que adaptarse en parte a las nuevas circunstancias de la vida, pero su sentido original se mantiene todavía hoy.
Cada vez son más numerosos los oglalas que construyen un "sudadero" junto a su casa para allí tomar el baño ritual con sus amigos y parientes. La ceremonia no estas ligada a ninguna ocasión especial; su objeto es ayudar a relajarse y reforzar el setimiento comunitario, constituyendo al mismo tiempo una profesión de los calores tradicionales de la sociedad oglala. Más aún que purificar el cuerpo haciendo que suden los que participan en esta ceremonia intentan purificarse espiritualmente alejando de sí todo mal pensamiento; por eso, el rito se acompaña de oraciones y cánticos. A esta purificación ritual debe uno somterse sobre todo antes de tomar parte en cualquier acto religioso importante, por ejemplo, la búsqueda de visiones o la danza del Sol.
La danza del Sol
La danza del Sol fue y sigue siendo todavía para los oglalas el acontecimiento ritual más importante del año. En lengua lakota se llama wi wanyang wacipi, cuyo significado literal es "danza de mirar fijamente al Sol", acto que entre los oglalas forma parte del rito. No se trata de un culto al Sol sino de una ceremonia de "renovación del mundo" - como las de la mayoría de las otras tribus de los llanos- y de peticiones de fecundidad.
Mediante privaciones y penitencias corporales, los danzantes tratan de suscitar la compasión de Wakan Tanka y garantizar así la perpetuidad de la tribu. Para la mayor parte de las tribus que celebran esta ceremonia el acto principal es el ayuno y no las "torturas" que sólo desempeñan un papel secundario. Únicamente entre los lakotas, y en particular los oglalas, la tortura voluntaria es un elemento esencial del rito.
(...) La ceremonia se desarrolla a lo largo de cuatro días, durante los cuales los participantes danzan desde la mañana hasta el anocher dentro de una "choza" circular de unos veinte metros de diámetro. Alrededor de esta construcción se coloca, a modo de anillo exterior, un "toldo" de ramas de pino bajo el que se instalan los espectadores. En el centro se yergue el árbol sagrado donde se ponen las ofrendas, como bandas de tela y otros objetos, y también las cuerdas para los danzantes que han de someterse al rito de la "perforación". En la parte oeste de la choza hay un pequeño altar de tierra sobre el que se coloca un cráneo de bisonte. Al lado del altar disponen las pipas de cada danzantes, apoyadas en un armazón de madera.
(...) Las danzas se ejecutan desde la mañana hasta la caída de la tarde y, como la ceremonia tiene siempre lugar en pleno verano, o sea a últimos de julio o primeros de agosto, los danzantes se pasan el día entero expuestos a los rigores de un Sol tórrido. A esto se añade un rígido ayuno, ya que durante todo ese tiempo les está prohibido tomar cualquier alimento sólido o líquido. La danza se desarrolla en ciclos sucesivos, sin otras interrupciones que las señaladas por músicos y cantantes al acabar los correspondientes himnos al Sol. Después de cada ciclo, los que participan en la danza ofrecen a las cantantes una de sus pipas para que la fumen pasándosela unos a otros. Mientras esto dura, ellos pueden descansar bajo el toldo de ramas, pero una vez que la pipa se ha terminado de fumar comienza la siguiente ronda de danzas.
En tales condiciones, la danza a pleno Sol es ya de por sí un durísimo sacrificio corporal, y más todavía si se tiene en cuenta que durante la misma los danzantes soplan constantemente por una especie de flauta de huesos de águila, lo que acrecienta su sed. La prueba más difícil, reservada a los varones, tiene lugar el cuarto día y recibe el nombre de "Perforación" (piercing). Para ello se colocan sobre una piel de bisonte, junto al poste sagrado, y el chamán les practica en el pecho, justo por encima de las tetillas, dos cortes paralelos en los que introduce sendas púas de madera; luego anuda en estas púas una cuerda sujeta al poste. Como ya hemos dicho, las mujeres participan en la danza están excluidas de esta prueba, pero a su modo también ellas ofrecen un sacrificio doloroso, haciéndose arrancar del brazo algunos trocitos de piel. Asimismo en esta ocasión se les perforan las orejas a los niños, acto simbólico por el que son oficialmente incorporados a la comunidad tribal.
En la fase final de la ceremonia, los hombres deben intentar liberarse del poste al que están atados. Con este objeto danzan primero acercándose al poste, para rezar, y luego, alejándose de él sin volverse y echándose bien hacia atrás para tensar la cuerda, con lo que la piel de su pecho se pone también tensa. Ejecutan este doble movimiento tres veces y a la cuarta se dejan caer con todo su peso hacia atrás, desgarrándose la piel y soltándose así del poste. Los cánticos y danzas cesan cuando el último de los danzantes se ha liberado. Para cuantos toman parte activa en la danza del Sol, ésta representa un auténtico sacrificio en su sentido más estricto. Pero incluso los que no se someten al rito de la "perforación", ponen en ella a dura prueba su valor y resistencia física.
En 1881 el gobierno de los EE.UU., presionando por los misioneres, prohibió las danza del Sol, sobre todo a causa drel sacrificio cruento que acabamos de describir y en el que los blancos veían un acto bárbaro y atroz. Para los oglalas, en cambio, la danza del Sol constituye la suma expresión de su culto a Wakan Tanka, así como la fuente de su crecimiento y prosperidad y de la renovación de todas las cosas. Las privaciones y el dolor físico que la ceremonia lleva consigo son una acción de gracias y una ofrenda realizadas en nombre del pueblo entero.
En los relatos de Black Elk se repite sin cesar: "¡Oh Wakan Tanka, ten misericordia de mí, para que mi pueblo viva! Por eso me estoy sacrificando". No basta, pues, con ofrecer a Wakan Tanka cualquier objeto o animal, sino que la ofrenda ha de ser algo vrerdaderamnenbte valioso y entrañable para el hombre: su propia carne y sangre.
También en un mito sobre el origen de la danza del Sol se indica con toda claridad que sin derramamiento de sangre no es posible poner genuinamente a prueba de la seriedad del participante.
Pese a la prohibición de 1881, los oglalas siguieron celebrando clandestinamente la danza del Sol, con lo que se aseguró su continuidad hasta muy entrado el siglo actual. En los años sesenta, no obstante, la generación de más edad parecía haber perdido su interés por ese rito, de suerte que su desaparición no era ya a todos luces más que una cuestión de tiempo. El consejo de la tribu intentó incluso hacer de la ceremonia una atracción turística, aunque con poco éxito.
A principios de la década de los setenta, comenzó a darse entre los indios de Norteamérica un despertar de la conciencia de su propia identidad. El movimiento Red Power ganaba en fuerza y los jóvenes, sobre todo, volvían a interesarse a fondo por sus tradiciones. En la reserva de Pine Ridge, el American Indian Movement (AIM) llegó a influir considerablemente en la danza del Sol y logró que se modificara por completo el ambiente externo de la ceremonia. Entre otras cosas, quedaron suprimidas todas las actividades religiosas y se prohibió el uso de cámaras fotográficas y magnetófonos. De este modo se evitaba cuanto pudiera perturbar el caracter religioso de la fiesta, siendo nuevamente de la danza del Sol una ceremonia de auténtica integración tribal. Creció sin cesar el número de participantes y muchos jóvenes, en especial miembros del American Indian Movement, acudían a la reserva buscando en la danza del Sol los elementos básicos de su herencia tradicional. Tomar parte en esa ceremonia era para ellos una importante etapa en el camino de su renovación cultural y un modo de confesar públicamente su raza. Pronto la danza del Sol de los lakotas se convertiría más allá de los límites de la reserva, en símbolo común de la "resistencia de la integración" y en rasgo cultural revelador de una positiva identidad étnica.
Imagen obtenida durante una ceremonia de la Danza del Sol sioux. |
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Los oglalas están hoy convencidos de que su cultura y religión han experimentado notables cambios durante los últimos cien años, pero saben igualmente que los fundamentos de sus creencias tradicionales siguen en pie. El artista lakota Arthur Amiottte escribe a este propósito: "A pesar de haber asimilado muchos aspectos de la tecnología moderna, el trasfondo religioso pugna por seguir intacto. Tal es el sentido más íntimo de las sagradas tradiciones lakotas". (*)
(*) Fuente: Peter Bolz, "Bajo el signo de la danza del sol. Visión religiosa del mundo y ritualismo de los sioux oglalas de Norteamérica", en Historia de las creencias y de las ideas religiosas (Mircea Eliade compilador), Barcelona, Herder, 1996, pp. 367-81.