El objetivo de la religión no es conseguir iglesias bonitas o templos soberbios, sino cultivar las cualidades humanas tales como la tolerancia, la generosidad y el amor. Cada religión, con su propia filosofía, sus propias tradiciones, se fija como objetivo apaciguar los sufrimientos del espíritu humano. Poco importa si tal religión es superior a cualquier otra. Lo que cuenta es saber cuál es la que mejor se adapta a las expectativas de cada uno. Todas las religiones, dentro de la fe que les es propia y a pesar de sus diferencias filosóficas, tienen el mismo fin. Cada religión insiste en la evolución del hombre, del amor, el respeto a los demás y el reparto del sufrimiento. Sobre estos diferentes puntos, cada religión tiene más o menos el mismo enfoque y el mismo objetivo. Si practicamos la religión correcta y sinceramente, se interiorizará en nuestros corazones. La esencia de toda religión reside en un buen corazón. Yo digo a veces que el amor y la compasión constituyen una religión universal, que són una religión. Una filosofía compleja genera más aburrimientos y problemas. Si las filosofías sofisticadas sin útiles para vuestro corazón, bien: utilizadas plenamente. Si, por el contrario, sus sistemas son un obstáculo para alcanzar un buen corazón, entonces es mejor abandonarlas. Los budistas no pueden conseguir que el conjunto de la humanidad se convierta al busdismo. Es imposible. Los cristianos tampoco pueden convertir a la humanidad al cristianismo. Y los hindúes no pueden gobernar a toda la especie humana. En el curso de los siglos, cada fe, cada gran enseñanza, ha servido mucho a la especie humana. Por consiguiente, más vale hacerse amigos, comprenderse los unos a los otros y hacer un esfuerzo por servir a la humanidad, que criticar o pelearse. |