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De: Thenard (Mensaje original) |
Enviado: 16/06/2010 21:03 |
EFECTOS SICO-EMOCIONALES DE LAS TERAPIAS DE VIBRACIÓN MOLECULAR ELECTROMAGNÉTICA El eje mente-cerebro-cuerpo. El asiento del pensamiento, no su origen, es el cerebro. El asiento de las emociones, no su origen, es el cerebro. La mente es el origen de ambos. El cuerpo es el escenario. Y el cerebro es el intermediario entre los dos. A través del cerebro la mente imprime sus manifestaciones, llamadas actos o acciones, en el mundo material representado por el cuerpo físico, el organismo. Tal proceso se lleva a cabo por medio de la secreción de millones de pequeñas moléculas mensajeras, llamadas neurotransmisores, producidas en las neuronas. Esto se conoce con el nombre de neuromodulación. De esta manera, el cerebro como instrumento de la mente, regula su respuesta y transfiere la misma al resto del organismo, según el pensamiento y la emoción que en él imprima la mente. Dicho de otra forma: el amor, el miedo, la ira, el enfrentamiento, la reacción de huída o lucha, la angustia, el hambre, la sed, el deseo sexual, en fin, toda la gama de sensaciones, instintos y emociones propias de la especie humana (y de todo ser viviente), poseen su propia química. La mente “siente y piensa” las cosas. El cerebro capta a la mente y transfiere el mensaje al cuerpo en forma de procesos químicos y eléctricos que activan la energía vital del cuerpo y moviliza sus órganos a través de sus funciones, para reproducir el efecto según haya sido su origen. Así, el cuerpo y la mente se entrelazan como una unidad funcional y se constituyen en manifestaciones complementarias de la misma energía vital que anima a un ser. Lo que sucede en uno afecta al otro y viceversa. La calidad del pensamiento depende de la frecuencia de su vibración. El pensamiento humano está determinado por la frecuencia de vibración de la unidad cuerpo-mente de cada ser. Por ello, dos seres humanos nunca piensan igual, porque sus frecuencias de vibración pensante están determinadas por la frecuencia de vibración de sus respectivas mentes-cuerpos. Un ser humano que haya poseído traumas de crianza desarrolla una química cerebral y corporal propia diferente de otro cuyo pensamiento y personalidad se ha estructurado de forma más segura, menos dubitativa, más firme y estructurada. La frecuencia de vibración cerebral-pensante es, por tanto, menor en el primero que en el segundo. Así, el pensamiento de ambos es esencialmente diferente en su forma, mecánica y manifestación: Las moléculas de neurotransmisores, los impulsos eléctricos y las hormonas predominantes en las zonas del cerebro responsables de la expresión de las emociones (miedo, ira, agresión, amor, seguridad, etc.) serán diferentes en ambos casos. Consecuentemente, todos los órganos y tejidos del organismo serán bañados, a través de la sangre, por las moléculas mensajeras de las diferentes emociones según sea la clase de pensamiento que se emane. El cerebro se encarga de ello activando glándulas (en particular en el hipotálamo, el hipocampo, las amígdalas cerebelosas y otras como la corteza prefrontal), creando un “clima interno orgánico” en concordancia con la emoción o el sentimiento que la mente imprima al cerebro. Para decirlo de una manera más simple, el cuerpo de una persona insegura y llena de miedos es diferente a una que posea el pensamiento más sólido y seguro. El primero será más sano, menos propenso a enfermedades, infecciones y accidentes. Efectos de las Terapias de Vibración Molecular Electromagnética sobre el eje mente-cerebro-cuerpo. Si al cerebro (con sus glándulas), a la medula espinal, a la sangre y a sus células y moléculas se les somete a campos de vibración y energía electromagnética de una manera programada, regulada y coordinada, será posible cambiar la información que poseen. Es similar a cuando se reprograma un comando en el sistema operativo de un computador, aumentando su frecuencia de vibración. Dicha elevación vibracional cambiará, como consecuencia, el metabolismo interno neuronal y por consiguiente la química de dicho cerebro. Si cambiamos la química cerebral, cambiamos la mecánica del pensamiento porque el flujo de información en el eje mente-cerebro-cuerpo se hace en ambas direcciones. Como resultado, se piensa mejor, se siente mejor, se analiza mejor. Los sentidos se tornan más perceptivos porque el cerebro procesa más eficazmente los datos y el influjo extra de información conciente e inconciente que a su vez hace que la mente se vuelva más certera y asertiva. Así, la sola modificación de la vibración molecular sanguínea y cerebral hará que una persona cambie sus patrones habituales de sentimiento-pensamiento-comportamiento: sus emociones serán menos explosivas y más apacibles; sus funciones racionales como el análisis, lógica, memoria, raciocinio, etc., se potenciarán, su intuición se desarrollará, lo que lo hará un ser humano más inteligente, cálido, comprensivo y amoroso. Diluirá miedos, fobias, temores, traumas, tristezas, obsesiones, ansiedades, compulsiones y muchos otros aspectos que son consecuencia de un pensamiento de menor vibración. Las Terapias de Vibración Molecular Electromagnética (VME) tienen así, un altísimo valor y una gran utilidad en el tratamiento no solo de las enfermedades mentales mayores, sino en los aspectos sico-emocionales habituales y cotidianos de la vida humana. Son así, una herramienta de invaluable ayuda, no solamente como terapia preventiva o curativa para las enfermedades que aquejen al cuerpo sino como instrumento para mejorar la manera como pensamos, sentimos y nos comportamos, corrigiendo los defectos que tanto conducen al error y a la defensa de la vida por intermedio de la critica, avaricia, envidia y las anteriormente enumeradas. Te entrego este nuevo escrito para que tengas más claridad sobre las Terapias Moleculares de Vibración Electro-magnética, la medicina de hoy. Recibe un gran abrazo de mi parte, Raúl Yepes. La Casa de Sirio La Casa de Mer Calle 10B # 28-90 Medellín, Colombia info@casadesirio.org www.casadesirio.org raulyepes@casadesirio.org |
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SEGUNDA ENTREGA EL MIEDO El sistema límbico: el “hogar” de las emociones Hemos dicho en nuestra pasada entrega que el origen de las emociones es la mente; el escenario donde ellas se manifiestan es el cuerpo y el intermediario entre ambos es el cerebro. Desde él se origina una serie de impulsos eléctricos y pequeñas cantidades de mensajeros químicos llamados neurotransmisores que son los encargados de comunicar dichos movimientos de energía (E, que significa antes, lo que precede y Motion, movimiento, o sea emoción, energía en movimiento) a todo el resto del organismo. El lugar exacto donde la actividad neurobiológica de las emociones se encuentra es el sistema límbico. Dicha estructura resulta de la asociación (entiéndase como conexión e intercomunicación neuronal) de pequeños órganos situados en la parte más profunda y central del encéfalo, entre los que se encuentran el hipotálamo, el tálamo, las amígdalas y el hipocampo. Su funcionamiento se realiza siguiendo patrones arraigados muy profundamente en la escala evolutiva (aparecen en el cerebro del mamífero) y por lo tanto en el nivel inconsciente o pre-consciente del pensamiento. Esto quiere decir que traemos un código emocional básico en nuestro ADN que va pasando de generación en generación y que tiene como propósito crear “impulsos o instintos” directamente relacionados con la supervivencia del individuo y la especie. Las “reacciones” (emociones) que están presentes en casi todos los seres vivos de cierta complejidad cerebral, incluyendo al humano son: la aversión, el miedo, la ira o enojo y el amor por los padres. Estas son las reacciones “estándar”, los colores primarios que vienen programadas genéticamente en nosotros. Luego, las diversas conexiones del sistema límbico con las demás estructuras cerebrales (como la corteza cerebral y otros) le añaden los diferentes matices de expresión emocional de cada ser humano y la interpretación que él haga de lo que “siente” como emociones. De esta manera, la interpretación propia y social de una emoción se da como resultado de un elaborado intercambio de información entre las áreas conscientes del cerebro y las inconscientes. Así, las emociones humanas se asemejan un poco a la carta de colores: parece haber unos cuantos colores primarios y un espectro más amplio de combinaciones más complejas que resultan de la mezcla de los primarios entres sí. El miedo “biológico”: Emoción básica de supervivencia La escala evolutiva creó un mecanismo por el cual un organismo enfrentado a una amenaza que pone en peligro su integridad física, emite una señal de alarma que le prepara para la huída (si lo puede hacer) o en su defecto, para la lucha. Tal impulso, que nosotros conocemos con el nombre de miedo, lo situó en un pequeño órgano par, en lo profundo del encéfalo, y en íntimo contacto con las glándulas hipófisis y pineal, el tálamo y el hipocampo, llamado la amígdala (diferente de las amígdalas faríngeas situadas en nuestra garganta) Así, la amígdala es la glándula del miedo. Cuando el individuo siente la amenaza, dicho de otra forma, cuando por los órganos de los sentidos llega al cerebro de un organismo la información de que está en peligro (una señal de amenaza), inmediatamente las conexiones de este con la amígdala la bombardean de impulsos eléctricos que la sumen en una actividad frenética, incrementando su metabolismo, sintetizando y segregando por sus terminaciones nerviosas millones de moléculas mensajeras que buscan prepararlo para huir o luchar (las dos opciones posibles ante una amenaza inminente para la vida) La “glándula del miedo” pone así en movimiento a todo el sistema límbico y este a su vez a todo el sistema nervioso autónomo, que es el responsable, entre otras cosas, del ritmo cardiaco, la frecuencia respiratoria, la vasodilatación de las arterias que llevan sangre a los músculos y extremidades, la dilatación de las pupilas, la contracción de los capilares de la piel y de los vasos sanguíneos de los intestinos (llamado el lecho esplácnico), entre otras. De esta forma, se ha puesto en marcha la “respuesta de lucha / huída”: el corazón late más rápido y los pulmones respiran más a menudo, buscando llevar más sangre (y más oxigenada) hacia las piernas y brazos (o patas y manos) para que el animal (o humano, hablando de nosotros), pueda correr o golpear, según sea el caso, con mayor fuerza. Las pupilas se dilatan para ampliar el campo visual (más información sobre el “campo de batalla”); la piel se enfría y las glándulas sudoríparas secretan su contenido para hacer menos atractivo su tacto y su olor a nuestro depredador; la sangre se redirecciona desde los intestinos (ante una amenaza inminente lo menos importante es la digestión) hacia brazos y piernas. Una vez superada la emergencia (asumamos que la maniobra de huida fue efectiva o la batalla ganada), el propio sistema límbico, a través de otros centro neuronales situados en el hipotálamo (el núcleo accumbens, para ser precisos) genera unos nuevos impulsos, esta vez de relajación, que invierten el proceso anterior e inician mecanismos de reparación y cicatrización de tejidos lesionados, limpieza de la sangre de las sustancias producidas antes y de recuperación y almacenamiento de energía. Hasta allí, lo que tenemos es una efectiva maquinaria de defensa ante los peligros que acechan la supervivencia. El miedo biológico es una señal necesaria para preservar la vida en los momentos de sumo peligro. Pero, ¿qué sucede cuando los miedos abandonan el escenario selvático de la supervivencia y se trasladan al escenario mental, sicológico, en medio de nuestra mente, en lo profundo de nuestro cerebro? ¿Qué sucede con los traumas, temores y fobias que se suceden durante los periodos iniciales de nuestra crianza, cuando apenas se comienza a estructurar nuestra personalidad y cuando nuestro estado de posición existencial se debate entre la seguridad o la inseguridad como clima interior de postura ante la vida? La amígdala sobrecargada: El enemigo desde adentro La amígdala, nuestra glándula del miedo, no es solamente el botón de inicio de las reacciones de defensa: Es también el archivo de la memoria donde se este se almacena. Es, por tanto, literalmente, un órgano acumulador de miedo. Todo lo que un individuo experimente en el ámbito consciente o inconsciente como una amenaza, sea real o ficticia; dicho de otro modo, todo lo que un cerebro interprete como un peligro para su bienestar, llega a la amígdala en forma de impulsos eléctricos y químicos, la estimula y se almacena en ella en forma de “patrones” o modelos de respuesta determinados, desde la misma concepción. Así, la glándula del miedo tiene una “carga de miedo” que es propia de cada individuo y que está en relación directa con el número y la intensidad de amenazas vividas durante su existencia, pero en particular, durante sus siete primeros años de vida, cuando apenas la maduración de la corteza cerebral (el área responsable del pensamiento consciente) se llevaba a cabo. De allí que los traumas, fobias, temores inducidos, pérdidas emocionales o físicas, maltratos físicos y emocionales y otros, sufridos durante ese lapso, se asentarán casi de manera automática en la memoria amigdalina (inconsciente), para moldear en adelante la conducta (y por tanto la personalidad y la vida misma) de un individuo. Los años siguientes simplemente estarán cargados de momentos emocionales o sicológicos que representarán o no una amenaza, según se asemejen o no, a los “archivos de memoria del miedo” que se encuentren depositados en su amígdala. Así, cada individuo tendrá un tono o frecuencia propia en su órgano del miedo que le hará, según sea su intensidad, más o menos seguro o inseguro ante su vida. En términos del metabolismo neuronal, esto equivale a decir que una amígdala cargada de tensión eléctrica o química, es una amígdala que contiene enormes “cantidades” de miedo que hacen a ese organismo, miedoso. Lo frena ante su vida. Por el contrario, una amígdala “descargada”, no es útil para defenderlo de una amenaza real. Lo deja desprotegido. El estado ideal es una amígdala que posea un tono metabólico basal de baja tensión que le permita activarse cuando sea necesario, pero que no entorpezca el devenir de la vida. En conclusión, el miedo no es más que la respuesta física-emocional a un cúmulo de memorias amenazantes que se quedan impresas en nuestro órgano amigdalino, como consecuencia de las experiencias ingratas vividas en el transcurso de nuestros años. Papel de las Terapias de Electromagnetismo y Vibración Molecular en la eliminación de miedos Si nosotros aplicamos un tren de pulsos magnéticos armónicos, sincrónicos, de una frecuencia constante y una sutil intensidad en las cercanías de las amígdalas (que se proyectan a lado y lado del cráneo sobre la articulación témporo-mandibular), luego de crear un puente eléctrico de descarga (una especie de polo a tierra) por medio de unos novedosos instrumentos metálicos de cobre y aluminio, estaremos en capacidad de desprogramar para luego reprogramar nuestro órgano amigdalino. Así, toda la información traumática y fóbica depositada en archivos de memoria neuronal puede ser eliminada de manera sistemática para ser reemplazada por un nuevo patrón de vibración molecular neuronal (lo que se traduce en una química interna diferente) en nuestra amígdala. ¿Sus implicaciones? Acceso directo a los archivos de memoria más profundos e inconscientes de nuestra vida que podrán ser reemplazados por nuevos modelos de pensamiento-sentimiento-comportamiento de mayor frecuencia y vibración, que por otro lado tomarían años de terapia sicológica y aún siquiátrica para poder siquiera aflorar, fragmentadamente, a nuestro nivel consciente, a través de capas y capas de mecanismos de defensa creados por nosotros mismos para protegernos de ellos. Y eso es precisamente lo que las Terapias de Electromagnetismo y Vibración Molecular nos permiten hacer. La amígdala, un pequeño órgano de un tamaño no mayor que el de un grano de lenteja, situado en lo profundo de nuestro cerebro, es, ni más ni menos, la puerta que guarda en sí los fantasmas de nuestros más profundos temores y miedos, aquellos que nos separan de la alegría y de la vivencia del amor y la realización. El miedo causa enfermedad, malestar y frustración. “Repolarizar” la amígdala es eliminar de tajo, literalmente, la raíz del miedo en nuestras vidas. No existe medicamento ni cirugía alguna que alivie el miedo. Este es un límite que la medicina moderna no ha logrado trascender. La solución no es mecánica ni farmacológica. La solución está en el nivel donde las moléculas interactúan entre sí, con sus cargas y campos, modulando el metabolismo celular. Y Allí es donde, precisamente, tienen su mecanismo de acción las Terapias de Electromagnetismo y Vibración Molecular. Invitación Le invitamos a visitarnos en nuestro Centro de Terapias en La Casa de Sirio-La Casa de Mer, en la ciudad de Medellín, Colombia. En él estaremos siempre a su disposición para servirle, orientarle y brindarle nuestra ayuda. Conocerá nuestras cámaras de terapia, el funcionamiento de los magnetos, filtros y laceres, mientras sus moléculas son sutilmente “masajeadas” por nuestros rotores y propulsores, mientras realiza altas y beneficiosas meditaciones. Todo esto y en todo momento, dirigido por nuestro personal médico y auxiliar con años de experiencia en terapias alternativas a la vez que con preparación académica formal en Medicina, odontología y otras especialidades médicas. Reciba de todo nuestro equipo de trabajo, un cordial saludo. Raúl Yepes. Director General. La Casa de Sirio La Casa de Mer Calle 10B # 28-90 Teléfono 057 4 2661100 Medellín, Colombia info@casadesirio.org www.casadesirio.org |
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De: Thenard |
Enviado: 16/06/2010 21:04 |
TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y VIBRACION MOLECULAR LA GLANDULA PINEAL: LA DUEŇA DEL TIEMPO Desde la década de los aňos setenta, cuando el profesor Richard Blakemore, del laboratorio marino de Woods Hole de los Estados Unidos, demostró que ciertas bacterias orientaban su posición espacial por medio de la captación de los campos magnéticos terrestres, numerosos investigadores se dieron a la tarea de encontrar el llamado “órgano magnético” en los animales superiores. El Dr. William Keeton, de la Universidad de Cornell, demostró la existencia en un pequeño núcleo de células magneto-reactivas en el encéfalo de las palomas mensajeras y les atribuyó el excepcional sentido de orientación de estas aves: eran capaces de retornar a sus hogares, con los ojos vendados, a miles de millas distancia, solamente ubicando las líneas de transmisión del campo magnético terrestre, sensando su presencia y obteniendo información direccional de él. No se ha podido demostrar a la fecha, en el ser humano, un órgano magnético propio, pero sí existe en el uno capaz de percibir otra forma de radiación electromagnética, más fuerte y de mayor frecuencia: La Luz. Dicho sensor, en los invertebrados primitivos, se localizaba en la parte más alta de la cabeza y por su capacidad de percibir la luz e inducir cambios metabólicos como respuesta, fue llamado “el tercer ojo”. Luego, con el avance del proceso evolutivo, fue migrando hacia regiones más profundas del encéfalo hasta situarse en el exacto punto medio geométrico del cráneo. Con forma de un pequeño grano de arveja, este “organito” es conocido con el nombre de la GLÁNDULA PINEAL. FUNCIONES ORGANICAS DE LA PINEAL Habiendo sido considerada inicialmente como un diminuto e insignificante trozo de cerebro, hoy por hoy la glándula pineal se conoce con el nombre de la “glándula maestra” del cuerpo, destronando, incluso, a la misma hipófisis. La pineal produce una gran variedad de sustancias químicas (llamadas neurotransmisores) que poseen funciones y efectos de inmensa importancia sobre todo el resto del sistema nervioso. Algunas de ellas regulan el funcionamiento de otras glándulas del cuerpo (incluyendo a la propia hipófisis); otras, como la melatonina, la serotonina y la dopamina, son neurohormonas que regulan el funcionamiento del cerebro mismo y que son las responsables del “tono” emocional o humor, de ciertas emociones o disbalances mentales – en su carencia – y aun de la coordinación de algunos movimientos. Pero la función más importante de la pineal tiene que ver con el manejo de los ciclos biológicos. La pineal es “el reloj” del organismo. Los patrones de sueño-vigilia dependen de los niveles de melatonina secretados por ella; Se sabe que desde la retina misma llegan neuronas que conectan con la glándula y que de esa forma, el pequeño “timer” regula su secreción, induciendo o bloqueando el impulso de dormir. Se sabe también que el ciclo menstrual de las hembras (incluyendo, como es obvio, a las humanas), es regulado por la pineal, con importantes implicaciones sobre la reproducción y perpetuación de la especie. Pero más sorprendente aún es el reciente descubrimiento de que la pineal es sensible a los cambios cíclicos diarios del campo magnético terrestre. Así mismo, la secreción de melatonina en los seres humanos puede ser variada con la aplicación de pequeños imanes con campos magnéticos tan pequeños como los equivalentes al geomagnético. Se sabe por estudios recientes que han despertado amplio interés entre los siquiatras, que la secreción anormal de neurotransmisores por la pineal está asociada con muchas alteraciones del comportamiento. Igualmente se tiene ya claramente establecida la asociación entre las alteraciones de los ciclos biológicos, por ejemplo el de sueño-vigilia (o reposo-actividad) con la aparición del síndrome de estrés crónico, que a su vez es causa de un descenso marcado en la actividad y eficacia del sistema inmunológico, con las obvias y tremendas implicaciones que ello conlleva para la salud. Por otro lado, la influencia que la pineal ejerce sobre el sistema límbico (centro de control de las emociones e instintos primarios), es factor determinante en la regulación de los ciclos de apetito-saciedad, actividad-reposo, rendimiento metabólico y otros. Y ni que decir sobre sus efectos sobre la hipófisis. Este última es el centro del control endocrino (glandular) del organismo: regula la tiroides y por ella el metabolismo; las suprarrenales y su producción de hormonas esteroideas; el funcionamiento gonadal (testículos y ovarios), entre otras. La pineal es por lo tanto, la manejadora del ritmo orgánico, o bio-ritmo, en los organismos superiores; Es la glándula de los ciclos, la glándula del tiempo. FUNCIONES “CÓSMICAS” DE LA PINEAL Si este pequeño órgano maneja los tiempos internos de nuestro cuerpo, maneja igualmente los tiempos de nuestra mente. Cuando un ser humano posee una mente que se asocia, se alinea y se hace paralela a su tiempo, entra en una coordinación con las circunstancias que vive. Dicho de otra manera, se sincroniza con los diferentes momentos de su vida. Un momento es una conjunción de un tiempo en un espacio determinado. Cuando un ser humano está en el lugar que le corresponde, en el tiempo preciso, vive el momento o la circunstancia propia que le pertenece vivir. No vive momentos o circunstancias que no le corresponden del pasado que ya no es o del futuro que no ha llegado. Y eso es enormemente importante entenderlo. Cuando un ser humano descoordina su tiempo propio, se des-sitúa del espacio que le pertenece. Cuando una persona incumple sus tiempos crea una situación que lo lleva a estar en un lugar que no le corresponde habitar en ese preciso momento. Por esa razón vive circunstancias que no le son propias y por tanto lo golpean, “Le llegan” – mejor decir: crea, sin darse cuenta- accidentes, personas que no son propias de sí mismo y situaciones adversas que no pasarían en su vida si estuviera donde debiera estar. Se encuentra con quien no se debe encontrar y no lo hace con quien sí, dentro del tiempo propio de su vida. Cuando un ser humano descoordina su tiempo infringe su espacio. Al manejar mal su tiempo y su espacio, su cerebro recibe información errada que lo lleva a manejar mal la realidad que percibe; al hacerlo, no toma las decisiones que son correctas para las coordenadas del espacio y el tiempo en el que habita su dueño. Al manejar mal sus tiempos (ciclos) y espacios internos (órganos) se enferma. Al hacerlo mal con sus tiempos y espacios externos, se desfasa con su medio exterior: coordina mal sus movimientos y sobrevienen accidentes: pisa mal una baldosa, no calcula bien sus pasos y cae; choca su auto, golpea su cuerpo contra objetos o personas. Pero además, -observe que tan importante es todo esto- Un tiempo mal manejado hace que un ser humano no cumpla sus citas (con todas las implicaciones que ello conlleva – laborales, familiares, sentimentales, etc.); no cumpla sus compromisos; no “tendrá tiempo” para el ejercicio (se hará sedentario y enfermará su cuerpo – que es su espacio) o para “el amor”, la familia, sus gustos, para viajar, para disfrutar, para cumplir “los tratos” económicos y estará desordenado en la oportunidad de sus pagos, porque estará siempre ocupado “tratando” de llegar a su próximo destino (espacio) Se vuelve entonces, un esclavo, un peón de su tiempo. Este lo absorbe, golpea y avasalla. Ese es el principio absoluto del fracaso. Cuando, por el contrario, un ser humano coordina su tiempo con su espacio, atina y acierta siempre el momento de estar. Como está donde le corresponde, puede sentir el momento, y al hacerlo, lo vive. Como lo vive, sabe qué hacer a cada instante: no desatina, no yerra, no se equivoca al elegir; selecciona bien su entorno y quienes lo acompañan en él. Cuando un ser humano está, siente, vive y hace, se sitúa en el tiempo presente y el espacio actual: el aquí y el ahora. Va a la par con su vida. En una palabra, acierta: Va en el vagón que le corresponde. El tren es su vida. Su equipaje va con él. Sus acompañantes son quienes deben ser. Nunca se quedará en la estación equivocada. Su tren nunca lo dejará. Esa es la fórmula para poseer siempre la salud, los afectos y la comodidad material que a cada uno le corresponde poseer. ¿Que será de su vida si cuando ella le envía un premio no lo encuentra a usted en el lugar en donde se lo puso? ¿Qué tal una lotería que no ganó por no haber estado en el sitio preciso cuando el lotero se encontraría con usted? ¿Se imagina no haber estado en el momento exacto donde sin darse cuenta le esperaría su compañero o compañera más grande de vida? ¿Se imagina no haberle conocido por poseer su tiempo desfasado? Cuando un ser humano posee su tiempo sincronizado – dicho de otro modo – su pineal funcionando bien y en total coordinación con su espacio, su mente se acelera, porque la libera de estar solucionando situaciones inconclusas y desfasadas. Una mente libre es una mente suelta. La mente es un radar que todo lo percibe, todo lo siente y todo lo ve...Si está libre. Y si está libre y suelta tendrá todas las condiciones para percibir otras dimensiones mucho más sutiles que se están desarrollando a cada momento. Al hacerlo, aparece un “sexto sentido”, una “voz interior”, un “tercer ojo”: la llamada INTUICION. La pineal, por tanto, es el asiento de la intuición, cuando bien situada, maneja a cabalidad su espacio ( a través de la hipófisis) Así, una mente suelta, intuitiva, hace al que la posee un visionario, un creativo, un creador, un innovador, un ser humano original en sus ideas. Y lo original siempre triunfa: Un ser humano realizado. En conclusión: Poseer una pineal bien situada le brindará salud a su cuerpo, espacio a su vida, libertad a su mente y por todo ello, la realización a usted. TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y VIBRACION MOLECULAR Y LA GLÁNDULA PINEAL Siendo por excelencia el órgano magneto-sensible de nuestro cuerpo, la pineal es sitio obligado y propósito primordial de nuestras terapias de Repolarización Molecular. Por medio de la aplicación de sutilísimos campos magnéticos pulsantes, luces de láser puntuales y rayos luminosos polarizados, el metabolismo pineal puede ser re-programado, como cuando se sincroniza el reloj interno de la “main board” (o tarjeta principal de un computador) y con ello reajustar los tiempos – físicos y cósmicos - (ya podrá entender de qué le hablamos) -, ciclos y momentos del cerebro y el organismo que depende de él. No es por tanto una terapia dirigida únicamente a eliminar una enfermedad particular. Es una terapia dirigida a reestablecer todo un orden interno que debemos poseer como individuos que tenemos una existencia física-corporal y una dimension cósmica-inmaterial. Repolarizar la glándula pineal es activar una llave maestra que posee el control de todas nuestras demás estructuras orgánicas, mentales y espirituales. La pineal es el trono real y verdadero donde se asienta la solución de todas las circunstancias de vida. Repolarizar la pineal no solo alivia enfermedades: Las previene y las borra de nuestro tiempo por vivir, de nuestro por-venir. Repolarizar la pineal equivale a cambiar las circunstancias de la vida misma: Si son malas, las mejorará. Si ya son buenas, hará de su vida un paraíso. Lo invitamos a que lo haga, lo viva y lo realice. Entre más “enfermo” tenga su tiempo más notará sus efectos y sus resultados. En nuestro Centro de Terapias de La Casa de Sirio estaremos siempre dispuestos a servirle. Nosotros y nuestro equipo de trabajo les enviamos un gran saludo. Raúl Yepes. Director general Ignacio Londoňo Comité científico La Casa de Sirio La Casa de Mer Calle 10B # 28-90 Teléfono 057 4 2661100 Medellín, Colombia info@casadesirio.org www.casadesirio.org
TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y VIBRACIÓN MOLECULAR LA HIPÓFISIS: LA GLÁNDULA DEL ESPACIO Estratégicamente situada en el medio de los dos hemisferios cerebrales, enclavada en una hermosa y bien tallada superficie ósea en el cuerpo del esfenoides – la silla turca -, rodeada por una extensa red de vasos sanguíneos que le brindan acceso directo e inmediato a la circulación sanguínea y con comunicación directa a través de numerosas fibras nerviosas con el resto de las estructuras del cerebro primitivo o sistema límbico, se encuentra un diminuto cúmulo de células, con funciones endocrinas y nerviosas de importancia descomunal para la vida, sin las cuales la misma no sería posible. Su nombre: La glándula hipófisis. FUNCIONES ORGÁNICAS DE LA HIPÓFISIS La hipófisis, conocida hasta hace unos pocos años como la “glándula maestra” – título que ahora ostenta su principal socia y complemento funcional, la glándula pineal, está constituida por dos núcleos, lóbulos o hemisferios, con características histológicas (celulares) y funciones diferentes y muy bien definidas, - aunque no por ello aisladas sino más bien en íntima coordinación -, a saber: EL LÓBULO ANTERIOR O ADENOHIPÓFISIS Es una estructura formada por células capaces de sintetizar y secretar sustancias a la circulación sanguínea para generar efectos específicos en órganos y tejidos lejanos. A los órganos capaces de cumplir tal función, se les denominan glándulas; dichas sustancias reciben el nombre genérico de hormonas. Así entonces, la adenohipófisis se comporta como una glándula, pero lo que la hace ser tan supremamente importante es que sus hormonas producen sus efectos precisamente sobre la gran mayoría – sino todas- las demás glándulas del organismo. Ella es la gran controladora de la función endocrina (glandular) del organismo. Si consideramos el hecho de que la vida biológica en todas las especies superiores depende de las glándulas, no podemos desconocer la importancia capital de la hipófisis para ella. La hipófisis es por tanto, la glándula de glándulas, el operario de la torre de control que mueve los hilos y oprime los botones para acelerar o retardar, activar o reposar, toda la maquinaria energética y celular del cuerpo. Es ella quien controla el crecimiento, la talla y la estatura, por medio de la secreción de la llamada, precisamente, hormona del crecimiento ó GH (en inglés, growing hormone. A su vez, es responsable de la coloración de la piel, a través de la melanina (no confundir con la melatonina – véase artículo sobre la pineal); Regula el funcionamiento de la glándula Tiroides (por la TSH ó Tyroid Stimulating Hormone) encargada a su vez de controlar todo el proceso de utilización y almacenamiento de la energía – fenómeno llamado metabolismo – acelerando u retardando su gasto, de lo que se desprende un fuerte influjo sobre el almacenamiento o consumo del tejido graso y las reservas de glucosa y otros azúcares biológicos y por tanto sobre el control del peso corporal; por la misma Tiroides, interviene en los mecanismos de reparación celular, envejecimiento celular y tisular, modulación de la contracción cardiaca y funcionamiento hepático y pancreático. La adenohipófisis regula también el metabolismo de las glándulas suprarrenales, por su hormona ACTH (adenocorticotrophic hormone) a través del importante eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (del cual trataremos en detalle en nuestro próximo artículo. Sus principales funciones allí, se relacionan con la síntesis y secreción de las hormonas esteroideas, glucocorticoides y mineralocorticodes (o esteroides endógenos), importantes en los procesos de identificación y funcionamiento tisular y orgánico según el género sexual (masculino o femenino), caracteres sexuales secundarios (tono de voz, disposición de la grasa corporal, vellos axilares y púbicos, etc.), y en funciones tan importantes como la retención o excreción de agua y sales corporales (por sus efectos renales), que a su vez son variables determinantes en el establecimiento de la tensión y presión arterial, acumulamiento de líquido, ganancia o pérdida de peso, etc. Además, tienen capital importancia en el funcionamiento de los mecanismos de defensa contra la agresión (huída / lucha), el estrés orgánico (daño o perdida de órganos y tejidos) y el síndrome de estrés mental crónico. Así mismo, por la secreción de las llamadas hormonas gonadotróficas (LH o Luteal Hormone – hormona luteinizante – y la FSH u hormona estimulante del folículo), la hipófisis juega papel capital en el desarrollo y funcionamiento ulterior de los ovarios y testículos, en hembras y machos, hombres y mujeres, respectivamente. Su influjo le dicta a estos órganos reproductores (conocidos genéricamente como gónadas o gonadas), los sucesivos pasos para poner a punto las células germinales que darán origen a nuevos individuos luego de la fecundación, asegurando así la perpetuación de la especie. Así mismo, se aseguran los caracteres sexuales primarios, desarrollo de órganos reproductores internos y externos, comportamiento de género (de hombre o mujer, de macho o hembra) Y con su íntima coordinación con la pineal, se desarrolla el control del ciclo ovárico de la mujer. EL LÓBULO POSTERIOR O NEUROHIPÓFISIS Que es diferente en estructura y función a su par anterior. No está constituido de células endocrinas, en el sentido estricto de la palabra, sino de células nerviosas (neuronas) con abundantes e importantes conexiones con otras estructuras y núcleos nerviosos vecinos. De allí su nombre: neurohipófisis. Las principales sinapsis (interconexiones neuronales) de la neurohipófisis están dirigidas hacia núcleos específicos del sistema límbico (tálamo-hipotálamo-hipocampo-amígdalas del hipocampo), que es el centro de origen y control de los instintos, los impulsos básicos de supervivencia (sed, hambre, instinto sexual, etc.) y las emociones y la glándula pineal, la rectora del tiempo y los ciclos de la vida (véase artículo previo sobre el tema) Y es precisamente por estas conexiones de doble vía por las que se establece un íntimo, sutil y preciso control de todos los procesos vitales de un ser vivo (hablando de especies superiores que poseen sistema neuroendocrino – y obviamente el hombre): El hipotálamo y la pineal controlan el funcionamiento de la hipófisis por medio de la secreción de hormonas llamadas Factores Liberadores de la Hipófisis, pero a su vez, la neurohipófisis envía y recibe estímulos eléctricos para y desde ellas, modulando toda función de vida, incluyendo el propio cerebro y de allí para abajo. Así, la dupla adenohipófisis – pineal, interconectadas por la neurohipófisis se constituye, en su unión, en la rectora suprema de la vida, su desarrollo y su desempeño en los organismos vivos superiores. Por lo tanto, un adecuado funcionamiento hipofisiario es sinónimo de un desarrollo y funcionamiento físico y corporal armónico y sano. Un mal funcionamiento hipofisiario representa, literalmente, una hecatombe metabólica que amenaza la vida: Problemas de peso, estatura, manejo de líquidos y sales; Trastornos de atención, neurosis, depresiones y aún esquizofrenias; descalcificación ósea, atrofia muscular, envejecimiento prematuro y problemas de pigmentación de la piel. FUNCIONES “CÓSMICAS” DE LA HIPÓFISIS Si la glándula pineal rige los ciclos del organismo y los tiempos de la mente, como hemos explicado en nuestra anterior entrega, la glándula hipófisis, su gran socia y compañera, es la rectora del espacio. Los seres humanos manejamos de forma permanente dos realidades: Una interna, delimitada por la piel y que está constituida por nuestros órganos y sistemas; y una externa, que es nuestro entorno, donde están nuestro hábitat, demás congéneres y entorno social, planetario y cósmico. Cuando por sus funciones - dicho de otra manera - cuando por sus hormonas, la hipófisis dictamina qué deberán realizar las demás glándulas de nuestro cuerpo, por ejemplo, cuánto deberemos crecer y pesar; cuánta agua o sales (minerales) deberemos retener; de qué color será nuestra piel (codificado en nuestro ADN); cuándo estaremos aptos para procrear y perpetuar nuestra especie; cuál es el mejor momento para hacerlo (de allí el instinto de reproducción o época de celo); cuánto calcio y fósforo deberán atrapar o liberar nuestros huesos y dientes; cuánta energía deberemos almacenar o liberar de nuestros depósitos y todas sus demás funciones, lo que esta pequeña estructura está haciendo no es otra cosa sino manejando nuestro espacio interno, nuestro propio cosmos, nuestro universo interior. Crecer, encogerse, engordar, adelgazar, retener líquidos o eliminarlos (elemento agua), manejar la energía orgánica (elemento fuego), las sales internas (elemento tierra), la combustión de azúcares y la respiración (elemento aire) es el manejo del espacio interno que todos poseemos. Nuestro cuerpo es nuestro primer, más íntimo, cercano espacio. Y la hipófisis es su manejadora y regente. Pero así como poseemos un espacio interno, tenemos y debemos manejar un espacio exterior, un entorno y un habitáculo donde nuestro espacio básico está y habita. Cuando un ser humano posee una hipófisis adecuadamente cimentada, sana y funcionando bien, su espacio externo estará perfectamente encuadrado y determinado por él. Dicho de otra manera, una hipófisis bien calibrada es capaz de recibir y procesar la información que de su entorno, por sus sentidos físicos (no en vano la hipófisis se sitúa en inmediata cercanía del cruce de los nervios ópticos en el cerebro, recibiendo fibras nerviosas que vienen de las retinas), le llega. Tal información, que no es solamente visual sino acústica, lumínica, olfativa y táctil, le brinda al encéfalo y en él a la hipófisis, parámetros de respuesta inmediatos que le permiten sopesar, evaluar, determinar, definir, descifrar y concluir qué es lo que su entorno inmediato le brinda o le presenta como reto. Así moldea su proceso de pensamiento interno haciendo los ajustes necesarios para interactuar con su entorno, modificarlo, cambiarlo o alejarse de él, si este le es hostil. La hipófisis maneja la realidad del espacio interno y externo en los seres vivos y tan coordinada o descoordinada esté en su funcionamiento, tanto mayor o menor será el manejo que de él se haga. Una hipófisis que funcione bien siempre traerá espacios amplios y grandes a quien la posea. Por lo tanto, un ser humano con una hipófisis equilibrada siempre estará muy bien plantado y erguido en su cuerpo; su postura será elegante y muy señorial. No poseerá desviaciones de su columna (escoliosis, lordosis, etc.); Su pelvis será firme y dará soporte estable a su tronco; Sus pasos, por sus piernas, serán muy firmes y cimentados; Sus hombros siempre estarán atrás – y nunca caídos- lo que elevará el pecho y ampliará el tórax, aumentado la capacidad pulmonar, brindando al corazón espacio para que lata con menos esfuerzo y mayor eficacia; Su cabeza será altiva, divisando siempre el horizonte – el físico y el existencial-, lo que lo hará descollar y sobresalir, entre la multitud. Creará como consecuencia un aura especial en su ser y personalidad, que los seres humanos llamamos carisma. Su buena postura corporal hará que sus órganos internos ocupen siempre los espacios (recuerde, la hipófisis maneja el espacio) que les corresponden y no serán oprimidos, desplazados o estirados – en una palabra deformados – por su dueño, lo que ocurre cuando el espacio se maneja mal. Así mismo, la hipófisis sana y el buen manejo del espacio, atraerá espacios exteriores amplios y grandes para su dueño: Poseerá una casa cómoda, un buen auto, espacioso y fuerte; Una oficina, si allí fuere su oficio, de dimensiones nunca minúsculas ni aprisionantes, sino grandes y espaciosas, muy luminosa, de pisos y paredes de colores agraciados, nunca oscuros ni lúgubres. Sus ideas siempre serán grandes - pensará “en grande” - lo que le llevará a ser de altos ideales; Su propia hipófisis, sin ni siquiera saberlo, nunca le permitirá conformismos en su interior, pequeñeces ni mezquindades. Un ser humano con una hipófisis sana tendrá como consecuencia un pensamiento innovador, creativo, constructivo; sus proyectos serán siempre del orden de lo macro. La hipófisis bien cimentada es la defensa total contra la miseria y la pobreza material. Y si está perfectamente sincronizada, el que la posea no solamente será muy cómodo en su vida material, sino un gran compartidor, porque en su espacio interior, en su corazón “cósmico”, cabrán aquellos otros que le rodean. Por el contrario, cuando una hipófisis está despolarizada, débil, enfermiza, no solamente ocurrirá la enfermedad del cuerpo, sino que aparecerá la enfermedad en el espacio externo: Medirá mal la distancia para dar un paso y tropezará y caerá; Calculará mal el espacio en su coche y chocará con aquel otro. Vivirá siempre en pequeños espacios físicos: diminutas habitaciones, una pequeña oficina, la misma ropa vieja y raída – el vestido es parte del manejo del espacio- serán parte de su cotidianidad. El conformismo y la pereza serán su principal compañía. Vivirá una vida de supervivencia – el escalón más básico de ella- sobrevivir; pero nunca será cómodo, amplio, de pensamiento grande, de grandes ideas, proyectos ni realizaciones. Y someterá a sus seres queridos, hijos, esposa, esposo, parientes, a una vida de muchas necesidades materiales. Sufrirá mucho. TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y VIBRACIÓN MOLECULAR La estructura del cuerpo, en su esencia última, está hecha de átomos y moléculas. Su funcionamiento depende, en última instancia, del movimiento de cargas de energía, en forma de electrones. El movimiento de los electrones creará siempre campos electromagnéticos. La vida, es en esencia, una fuerza electromagnética en movimiento, que adquirió conciencia de ser. Si tomamos un cuerpo y en él sus estructuras que lo forman, y en ellas aquellas que lo rigen – sus glándulas y sistema nervioso – y lo hacemos vibrar sutilmente para deshacer enlaces y puentes moleculares no originales y eliminar sitios de sobrecarga por excesos de campos estáticos; si luego generamos, por medio de pequeños magnetos, una orientación polar norte-sur definida para todas las moléculas constitutivas de nuestro organismo; Y si posteriormente entregamos una nueva programación vibratoria molecular que entre las diferentes estructuras y densidades de los tejidos posean frecuencias múltiples de una frecuencia básica (frecuencias armónicas); y si partimos de la base de que el pensamiento de la mente es modulado por la estructura básica (no la única) que le brinda asiento, que es el cerebro, y que el cerebro está hecho de células almacenadoras de información, podemos concluir que la forma como pensamos, la manera como el cuerpo funciona y los comandos celulares y genéticos se pueden reprogramar para optimizar su funcionamiento Es igual a llevar nuestro auto a una serviteca, para hacerle la alineación, el balanceo y el mantenimiento, para corregir los daños y prevenir subsiguientes. Estas son las terapias de Electromagnetismo y Vibración Molecular: Un principio de repolarización y reprogramación molecular que tiene como consecuencia un nuevo principio de funcionamiento celular. Repolarizar la hipófisis es reprogramar el manejo del espacio para buscar el principio de la conjunción con el tiempo que nos lleve al despertar la intuición como camino a la realización. CENTRO DE TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y VIBRACIÓN MOLECULAR Queremos brindarle a usted un gran saludo desde nuestro centro de Terapias de Electromagnetismo y Vibración Molecular en la Casa de Sirio. Actualmente nuestro centro está situado en la hermosa ciudad de Medellín, Colombia. Para todos aquellos amigos que nos han escrito solicitando información sobre otras sedes, les contamos que muy prontamente estaremos instruyendo estos principios en centros terapéuticos en ciudades como Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, Sao Pablo, Ciudad de México y Miami. Estamos en capacidad y la mayor disposición de compartir con Ustedes nuestro conocimiento y experiencia sobre este campo y en particular sobre las terapias que venimos desarrollando y que abarcan protocolos con propósitos generales, como la Repolarización Magnética (sincronización con los campos terrestres) y la Terapia de Limpieza Sanguínea (reestablecimiento del flujo laminar y eliminación de interferentes iónicos de la sangre), hasta terapias específicas como Terapias para Eliminar los Miedos (repolarización de las amígdalas del hipocampo – véase artículo anterior), Terapias para manejo de Enfermedad Depresiva y Trastorno Bipolar y otras muchas más como ya lo hemos dicho. Igualmente para aquellos que desean aprender de nuestra experiencia y que nos han solicitado por sus correos electrónicos información de cómo hacerlo, queremos decirles que estamos en disposición de visitarles en sus respectivas ciudades. Para tal efecto es importante que organicen grupos de trabajo que facilita la organización, para que nuestra visita sea altamente provechosa y disminuyan los costos de desplazamiento y organización. Muy prontamente estaremos entregándoles un nuevo artículo. Cordialmente, Raúl Yepes Director general Ignacio Londoňo Comité científico La Casa de Sirio La Casa de Mer Calle 10B # 28-90 Teléfono 057 4 2661100 Medellín, Colombia info@casadesirio.org www.casadesirio.org |
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De: Thenard |
Enviado: 16/06/2010 21:05 |
TERAPIA MOLECULAR POR VIBRACIÓN ELECTROMAGNÉTICA LA MEDICINA DEL FUTURO, HOY El mundo en el que vivimos está cambiando… y lo hace a pasos agigantados. Si mira con atención, podría concluir cómo el desarrollo humano expresado en su tecnología, arte, ciencia, economía, política, etc; y todo lo demás que le es propio, va en altos giros. Los esquemas viejos y obsoletos dan paso, rápidamente a nuevos modelos, a renovados procesos, a sistemas y conocimientos mucho más veloces, prácticos y capaces. En otras palabras, el tiempo corre a la velocidad con que la mente humana crea y el espacio se ha hecho cada vez más pequeño. El mundo de la informática y las telecomunicaciones ha simplificado la vida en nuestro mundo, poniéndolo al alcance de todos. Y la medicina no es la excepción. Con la descodificación completa del genoma humano el conocimiento científico medico entró en una dimensión hasta ahora inalcanzable. Tuvimos acceso por primera vez en la historia conocida al nivel mismo donde se genera y se controla el fenómeno de la vida: la molécula. Tal avance nos ha brindado la capacidad de modificar la propia estructura química y molecular de ella. Muy prontamente la medicina como la conocemos hoy, desaparecerá. Las enfermedades se tratarán aún antes de su aparición, cambiando el programa molecular que les dará su origen. La medicina será preventiva en vez de curativa. Y la cirugía será cosa del pasado. La antigua medicina se ocupaba del órgano; cómo mejorar su función con medicamentos o cómo reparar su forma con intervenciones quirúrgicas. La medicina del futuro se dirige a la molécula: cómo evitar que se altere para que no enferme a la célula. LA CÉLULA: EL PRIMER ÓRGANO ENFERMO La célula es el inicio de la cadena de la enfermedad corporal. La enfermedad es propia de los organismos vivos cuando las células que los constituyen comienzan a funcionar mal. Cuando en una célula se alteran las funciones de transporte de líquidos y sales desde y hacia su interior se desarrolla un trastorno que en último término la paraliza y le impide cumplir su tarea, repararse a sí misma y multiplicarse. Si tal proceso se lleva a cabo en millones de células en todo el organismo, el efecto final es el mal funcionamiento de los órganos y sistemas, produciéndose la fatiga, el daño de su estructura y por consiguiente el dolor, la inflamación y la deformidad. La prolongación de estos trastornos en el tiempo conlleva la muerte. LA MOLECULA: EL NIVEL DE LA NO-ENFERMEDAD Las células se enferman. Los átomos y moléculas no. Toda nuestra vida esta sostenida sobre una enorme estructura hecha a partir de átomos y moléculas, donde nuestro cuerpo es un enorme edificio y ellos son sus ladrillos. Estos se mantienen unidos y comunicados por medio de campos de fuerzas que son magnéticos, eléctricos, iónicos, etc., moldeando su forma, su estructura y generando corrientes de energía que lo atraviesan en todas las direcciones. Estos campos energéticos se relacionan a su vez con los campos que lo circundan, como el campo magnético de nuestro planeta, las energías radiantes del sol, los campos de energía creados por el hombre y los campos de energía de los demás seres vivos (y no vivos, como los minerales, los elementos de la naturaleza, etc.) Si nuestros átomos y moléculas poseen alta energía y esta fluye libremente a través de ellos, nuestro cuerpo tendrá un funcionamiento armónico y en equilibrio. Allí manifiesta salud y vigor. Si por el contrario, la energía es poca, está desorientada, desbalanceada, represada en algunos órganos y sistemas y escasa en otros, tal desbalance crea la enfermedad. Por lo tanto, si a un organismo que posee su energía desbalanceada y sus moléculas desordenadas se le aplica un campo de vibración electromagnética uniforme, con unos polos norte y sur bien definidos y coordinados con los propios polos magnéticos terrestres, se le puede reordenar en su estructura molecular y atómica que repercutirá a su vez en el orden interno celular. Si las células están ordenadas y sincronizadas entre sí, el funcionamiento de tejidos, órganos y sistemas será optimo y por lo tanto, la maquinaria corporal será muy eficaz en su trabajo y muy fuerte en su estructura. Eso se expresará como salud, vigor y bienestar. Un nuevo enfoque medico, por tanto, debe considerar cinco aspectos fundamentes si quiere funcionar bajo un nuevo modelo, un nuevo paradigma y si quiere llegar a ser una medicina realmente preventiva en las raíces, curativa en sus causas y sanadora para la totalidad de la persona humana: Primero: Debe dejar de considerar que el hombre es simplemente la suma de sus órganos constituyentes para empezar a concebirlo como la relación que ellos tienen entre sí mismos a través de una gran red de información que los une, llamada la mente. El hombre es por tanto una unidad cuerpo-mente indivisible. Segundo: Debe dejar de actuar en su método como si únicamente el cuerpo fuera del hombre fuera el sujeto activo de la salud o la enfermedad del individuo, desconociendo sus otras esencias constitutivas: el pensamiento, el movimiento, el sentimiento y la emoción. Dicho de otra forma: El hombre es sano o se enferma por lo que piensa, por como piensa, por lo que siente y por cómo siente y no solamente por lo que come, bebe o respira. Tercero: Debe dejar de obrar como si el hombre fuera sano o enfermo independiente de su entorno: su familia, ambiente laboral, la naturaleza que le rodea, el mundo que habita y el cosmos al que pertenece. Cuarto: Debe entender que la enfermedad se hace celular, orgánica, sistémica, física o corporal, nunca antes y solamente después, de que ha tenido su asiento y su desorden en el nivel bioquímico-molecular de la existencia. Quinto: La medicina mas útil será aquella que le ayude al hombre antes de que la enfermedad tome arraigo en él. Los primeros tres postulados han ido arraigándose poco a poco – a pesar de la oposición de los más ortodoxos – en la conciencia de los médicos y personal de la salud, así como también en la de los llamados “pacientes”. De alguna manera, intuitivamente a veces o apoyándose en ciertos conceptos de tradiciones y practicas milenarias, la medicina alopática y “tecnopática” ha tenido que ceder ante el auge cada vez mayor de la llamadas terapias alternativas o complementarias. Aun más, en muchas clínicas, hospitales y escuelas de medicina, de las más prestigiosas del orbe como la Sorbona de Paris o la Universidad de Harvard, ya existen currículos formales de enseñanza y entrenamiento en practicas como la meditación, yoga, acupuntura, masaje, relajación, medicina natural, herboterapia, medicina bioenergética, medicina cuerpo-mente y muchas otras más. Sin embargo, el nivel precelular de la vida, el nivel molecular, apenas comienza a ser mirado con algún interés serio por parte de los hombres de ciencia. ¿Por qué una célula se enferma? ¿Dónde yace el origen de su desorden? ¿Cómo, una vez instaurada, puede la enfermedad alcanzar la escala microscópica, orgánica y tisular para hacerse aparente y visible? Estas son los interrogantes que necesitan ser despejados. La molécula es la nueva frontera de la ciencia médica y el acertijo a resolver. Ella es la clave del origen de la enfermedad y de la cura. Y la molécula no es más que un pequeño cúmulo de materia regida por principios de interacción eléctrica, magnética y vibracional. Dicho en otras palabras: el nivel más esencial de la vida esta en donde la energía se torna en materia a través de sus formas primarias: átomos y moléculas. Si la propia estructura infinitesimal de la materia se altera, se altera, necesariamente, su estructura microscópica. Si las moléculas se alteran, se enferman las células y así lo hace el organismo. Si las moléculas se armonizan, el efecto será igual para la totalidad. Este es el principio de las Terapias de Electromagnetismo, vibración y repolarización molecular que desarrollaremos a continuación. ALCANCES DE LAS TERAPIAS DE ELECTROMAGNETISMO Y REPOLARIZACIÓN MOLECULAR Toda la comunicación interna de nuestro organismo se hace a través de mensajeros químicos - que no son otra cosa que moléculas - e impulsos eléctricos. Las células “hablan” entre sí por medio de corrientes de energía que viajan a través de las conexiones nerviosas y por miles de millones de moléculas mensajeras que lo hacen por la sangre. Así, todas comparten información y adquieren conciencia de organismo. El cerebro, en particular, es un gran lector electroquímico que toma la información que por el torrente circulatorio le llega de todo el resto del cuerpo, interpreta dichas señales y responde a su vez disparando impulsos eléctricos y secretando sustancias que van por la sangre a todos los demás órganos, creando en ellos algún efecto. Cuando la información que le llega al cerebro por la sangre y los nervios aferentes (que entran) es clara, rápida, limpia de interferencias, concisa y ordenada, el lector cerebral es capaz de interpretar rápida, eficiente y correctamente su significado, produciendo una respuesta igualmente nítida, ordenada y adecuada a los requerimientos del medio interno y externo del organismo. Hace por lo tanto, los ajustes necesarios para continuar de modo eficiente el proceso vital. Cuando por el contrario, la información es inexacta, contaminada y desordenada, el lector cerebral se incapacita para responder asertivamente a las demandas internas o externas y se equivoca en sus acciones. Dicho de otra forma: cuando el lector funciona mal, piensa mal y yerra su respuesta, pierde la conexión con el resto del organismo y con el entorno y comienza a manejar mal el tiempo y el espacio interno y externo; equivoca sus respuestas, altera la química y la mecánica interna y se inician los fenómenos celulares que conducen a la enfermedad. Por lo tanto, el reordenamiento molecular de células, tejidos, fluidos como la sangre y la linfa, órganos y sistemas, a través de las Terapias Moleculares de Vibración Electromagnética tendrá como resultado los siguientes efectos: * Eliminación de las sobrecargas de energía en puntos específicos del cuerpo y en particular en articulaciones, tendones y ligamentos, mejorando su funcionamiento, recuperando arcos de movimiento limitados o perdidos y eliminando dolores. Es altamente beneficioso para enfermedades de huesos y articulaciones, como artritis, artrosis, bursitis, congelamientos articulares. * Organización de los mensajeros químicos sanguíneos con la consecuente purificación, fluidificación y limpieza de la sangre: Mejoramiento de la salud del corazón y la circulación en general. * Optimización del funcionamiento hepático: Aumenta su capacidad de producción de energía corporal lo que se manifiesta en el aumento de la resistencia física, el vigor y la vitalidad. * Mejoramiento de la función renal, aumentando su capacidad de filtrar la sangre y eliminar toxinas. * Incremento de las funciones mentales y del pensamiento: El cerebro lee mejor la información llevada por los mensajeros químicos de la sangre. Se piensa mejor, se analiza mejor, se incrementa la capacidad de raciocinio y la intuición. * Disminución de las fluctuaciones del humor, equilibrio de sentimientos y emociones e incremento de la sensación de bienestar sicológico y mental, sanando la depresión, angustia y la tristeza. * Disminución de la producción de hormonas del estrés, como la adrenalina, lo que produce una disminución de la sobrecarga de trabajo para todas las glándulas y por lo tanto la eliminación de zonas de fatiga crónica, física y mental. * Aumento de la eficacia del sistema inmunológico en la defensa contra las enfermedades infecciosas y degenerativas. * Mejoramiento de los procesos celulares internos que gobiernan, reparan y replican el material genético (ADN), con la disminución consecuente de los riesgos de enfermedades hereditarias como el cáncer y el alzahimer. * Enfermedades alérgicas como la rinitis, sinusitis y enfermedades de la piel. * Jaquecas, migrañas y dolores de cabeza crónicos. * Enfermedades degenerativas como la diabetes, la hipertensión, la arteriosclerosis. * Prevención de enfermedades malignas como cánceres y linfomas. En la Casa de Sirio, poseemos la tecnología y el conocimiento necesarios para la realización de la terapia molecular por vibración electromagnética. Nuestro equipo de trabajo está conformado por médicos, sicólogos y terapeutas con amplia experiencia en el ejercicio no solamente de los procesos y ámbitos de la medicina tradicional, sino también de las medicinas alternativas y complementarias. Estamos en capacidad de ayudarle a resolver sus problemas de salud aplicando los principios de la nueva medicina, pero hecha de manera más humana, más holística y más integral. Nos interesa Usted como un todo y no solamente como un cuerpo enfermo. Nos interesa Usted como un ser total y no como una división. Nos interesa su salud porque si Usted está sano, estará alegre y podrá ayudar a que otros lo estén. Y si todos estamos sanos, nuestro mundo será mejor. Las terapias de electromagnetismo son la nueva realidad en el control de la molécula para el tratamiento de enfermedades. Es el dominio del cuerpo ante la enfermedad para permitir que el cerebro lea mejor la información sanguínea. Permítanos mostrarle este enfoque alternativo en el proceso de sanación personal.
TERAPIAS MOLECULARES DE VIBRACIÓN ELECTROMAGNÉTICA EL PRINCIPIO Las células son pequeños lagos acuosos a manera de espejos lisos, brillantes y templados que poseen sales (y por tanto iones) y moléculas de proteínas (cargas eléctricas) en su interior. Una clase particular de moléculas, que conforman los genes, son las responsables de albergar en ellas todas las historias evolutivas de nuestros antepasados. Quiere ello decir que las células contienen la información ancestral que llamamos hereditaria. Cuando en el transcurso de nuestra vida se hacen permanente el temor, el miedo, la ira y otra serie de emociones afines, se producen en nosotros reacciones químicas que conllevan a que en la sangre se viertan, desde nuestras glándulas (las suprarrenales, por Ej.), grandes cantidades de hormonas como la adrenalina, el cortisol y otras, que viajan por el torrente circulatorio y bañan a todas las células del organismo. Sus efectos son devastadores para ellas: consumen sus reservas de energía, alteran el equilibrio de los iones y sales y pierden agua. Dicho de otra manera: los espejos celulares se deforman arrugándose o hinchándose en demasía, perdiendo su consistencia, su brillo y con ello su equilibrio. Tal deformidad hace que la propia célula produzca unas moléculas internas que son trasportadas, por una serie de canales que tiene en su membrana, a las células contiguas, como si fuera un mensaje de alerta que se multiplica exponencialmente a su alrededor y que altera profundamente el metabolismo interno. Así el miedo se vuelve químico y se arraiga en miles de millones de células en todos los órganos. Tal es la magnitud del “miedo celular” que se activa un programa, un software de autodestrucción que viene en los archivos de la historia genética llamado el mecanismo de la apoptosis (o muerte celular programada) Por su acción, la célula se suicida como una manera de evitar la propagación del desequilibrio más allá de sus fronteras. Al menos ese es el propósito. Pero cuando la apoptosis es masiva son millones de células las que fenecen a una velocidad mucho mayor que la que tiene el cuerpo para reemplazarlas. Ese es el origen del envejecimiento. Y si son células del sistema nervioso, mucho más lentas y difíciles de reponer, sumada a la pérdida de tejidos vivos en todo el organismo, el resultado no es otro que la dolencia y luego de ella la enfermedad. Por otra parte, las células que no llegan a morir pueden ser restauradas en su equilibrio por medio de ayudas médicas, nutrición celular con vitaminas, minerales y microelementos (alimentación sana), ejercicios musculares, yoga, meditación y estados de vida armónica como la risa, la sonrisa, el abrazo, la voluntad, el compartir y otros más. Y todo lo anterior, aunque de diferente manera, tiene un solo efecto: Las células están formadas por moléculas, millones de cristalitos vibrantes, puros e inocentes, susceptibles de ser programados, reprogramados, alineados y polarizados por medio de algún factor interno o externo que les brinde la capacidad de ejercer su función en el cuerpo. Allí es donde asienta el inmenso valor de las Terapias Moleculares de Vibración Electromagnética. PROCESO DE LA TÉCNICA. La persona sujeto de la terapia recuesta su cuerpo sobre una cama especial a la que es posible brindarle diferentes niveles de vibración y que posee además, en su interior, pequeños magnetos que pueden polarizarse a positivo o negativo, y aún a polaridades que se intercalan a altísimas velocidades, de acuerdo con la finalidad de la terapia. Es bien sabido que todo cristal o material piezoeléctrico (como el cuarzo, el silicio, etc.) cuando es sometido a golpes o caídas, altas vibraciones, campos eléctricos o magnéticos, campos de energía estática y otros, es capaz de cambiar su carga eléctrica interna propia. Dicho de otra manera, por medio de la vibración de la camilla de terapias podemos inducir a que las células del cuerpo de la persona en terapia “se desconvierten” y por un momento de la historia que traen en su interior, mientras aprovechamos para imprimir al campo molecular de ella, a través de ondas electromagnéticas, incluyendo la luz, una nueva información, una nueva programación. Es como si cambiásemos la información del disco duro de nuestro computador haciendo correr un programa anti-virus que borra los comandos y los archivos defectuosos y optimiza el funcionamiento de todo el sistema. Las células no son otra cosa que millones de discos duros que almacenan información correcta o errónea. Las moléculas son las trasportadoras de dicha información. (La memoria Ram). Es así como estas viajarán por la sangre llevando los nuevos “códigos” de funcionamiento recién programados a todo el organismo y en especial al cerebro, que posee trillones de pequeños lectores de moléculas llamados neurorreceptores que interpretan dicha información y generan impulsos nerviosos y hormonales que a su vez distribuyen la renovada programación a todo el conjunto del organismo. Se cambia entonces la estructura molecular interna y por lo tanto se inician los procesos de alivio y aun curación de las enfermedades causadas por la vieja programación celular. Es allí precisamente que el cáncer, el alzahimer y el mal de parkinson (en sus primeras etapas) pueden ser tratados con grandes resultados positivos. La migraña, jaqueca, rinitis, sinusitis, artritis, depresión (tristeza, melancolía, ansiedad, angustia), asma, cardiopatía, problemas estomacales, miomas, y otros muchos más, también han sido atendidos con muy buen éxito. En los últimos años, millones de niños de todo el planeta “sufren” de hiperactividad y desordenes de atención y esto ha conllevado a sus padres y profesores a confundirse, a no entenderlos y como último remedio a drogarles, sin darse cuenta de las consecuencias a futuro. Un porcentaje muy elevado de estos niños tienen su polaridad norte-sur invertida lo que necesariamente genera un debilitamiento de la capacidad eléctrica de sus cuerpos. Hemos estado utilizando nuestra Terapia Molecular de Vibración Electromagnética en algunos de estos niños (Índigos) con excelentes resultados luego de 5 ó 6 sesiones. Y no solo incidiendo en el sistema eléctrico, vuelve el niño a repolarizarse, en su estado magnético y con ello normalizando sus impulsos nerviosos que lo convierten en un ser de grandes sentidos y genialidades, sino que utilizamos esta base (repolarización) para todo paciente que nos visita. La terapia no sólo “repolariza” el flujo magnético del niño sino que le estabiliza los impulsos nerviosos, para que su aguda percepción y su genialidad se manifiesten en todo su potencial, sin las perturbaciones de la agitación y desatención que hasta ahora los ha caracterizado. Las Terapias Moleculares de Vibración Electromagnética requieren de medidas muy exactas con los magnetos, la vibración y las ondas aplicadas, pues la inversión de los procesos o la sobredosificación pueden tener efectos dañinos a la persona, como descoordinación de los sentidos, insomnio, irritabilidad, etc. Buena parte de mi vida actual la dedico a escudriñar más y más sobre las terapias moleculares para brindar ayuda a muchos y muchos seres que padecen de algún problema orgánico, mental, nervioso, etc… y así algún día, mis amores sagrados se vean colmados. La Tierra cada 2.000 años cambia de vibración lo que se traduce en un cambio de era. Hemos dejado a Piscis (julio 27 – 1999) y estamos en Acuario que nos trae muchas transformaciones en las políticas, economías, tecnologías y otros. Las Terapias de Vibración Electromagnética a nivel Molecular son parte de ese cambio donde muchas nuevas medicinas que están emergiendo cambian las anteriores. He dedicado mis últimos cinco años al estudio de estos nuevos métodos de ayuda (vibración molecular) y tengo un especial interés en enseñar el proceso de Terapia Electromagnética a quienes tengan en su corazón una llamita de amor para recibir este precioso mensaje y así la aprendan y la practiquen en beneficio de muchos seres de nuestro mundo que están adoloridos en su pensamiento, actos, órganos, sentidos, nervios y todo lo que constituye la vida humana. Si eres uno de aquellos que desea tener estos nuevos conocimientos practicarlos y expandirlos sólo te pido que me escribas que yo con toda mi voluntad te los podré enseñar. Ello tiene que ser personalmente o bien en mi ciudad o bien donde habites. Ha llegado una nueva era, ella nos trae muchas sorpresas y una de ellas es Las Terapias Moleculares de Vibración Electromagnética: LA NUEVA MEDICINA. Un millón de abrazos, Raúl Yepes. La Casa de Sirio La Casa de Mer Calle 10B # 28-90 Medellín, Colombia info@casadesirio.org www.casadesirio.org raulyepeso@casadesirio.org |
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