Explicación de la postura de zazen Zazen también es conocido como "meditación zen" La práctica de zazen es el secreto del Zen. Zazen es difícil, lo sé, pero si lo ejercitamos cotidianamente es muy eficaz para la expansión de la conciencia y el desarrollo de la intuición. Zazen no sólo desprende una gran energía, es una posición de despertar. Durante su práctica no es necesario obtener algo. Su objeto es sólo la concentración en la posición, la respiración y la actitud del espíritu. La posición Sentado en el centro del zafu (almohadón redondo) se cruzan las piernas en loto o medio loto. Si se encuentra una imposibilidad, se cruzan simplemente cuidando no colocar un pie sobre la pierna. Sin embargo, conviene apoyarse firmemente en el suelo con las rodillas. En la postura del loto los pies oprimen en cada muslo zonas que comprenden los principales puntos de acupuntura correspondientes a los meridianos del hígado, la vesícula y el riñón. En la antigüedad, los samurais estimulaban automáticamente estos centros de energía por la presión de los muslos sobre el caballo. La pelvis caída hacia adelante al nivel de la quinta vértebra lumbar, la columna vertebral arqueada, la espalda recta, tocamos la tierra con las rodillas y el cielo con la cabeza. Mentón hundido, y por lo mismo nuca erguida, vientre distendido, nariz en línea vertical con el ombligo: sea como un arco tendido cuya flecha es el espíritu. Una vez en posición se colocan los puños cerrados (apretando el pulgar) sobre los muslos, cerca de las rodillas, y se balancea la espalda muy recta de derecha a izquierda siete u ocho veces, reduciendo el movimiento con lentitud hasta encontrar la vertical de equilibrio. Se saluda gassho entonces, es decir, se juntan las manos ante sí, palma con palma, a la altura de los hombros, los brazos doblados permanecen bien horizontales. No queda más que poner la mano izquierda sobre la derecha, las palmas hacia el cielo y contra el abdomen; los pulgares en contacto por su extremidad, mantenidos horizontales por una ligera tensión, no dibujando montañas ni valles. Los hombros caen naturalmente, como apartados y retirados hacia atrás. La punta de la lengua toca el paladar. La mirada posada a un metro de distancia. Debe estar dirigida hacia el interior. Los ojos, semi cerrados no miran nada... a pesar de que, ¡ intuitivamente lo ven todo ! |