Historia de los celtas
Se presume que los celtas existimos desde el año 2000 a.C. (fin de la Edad de Bronce) y alcanzamos el culmen de nuestra cultura en la Edad del Hierro.
En aquella época estabamos divididos en dos grupos, los primeros abarcaban Europa, desde el río Danubio, vivían de la agricultura y de la artesanía y eran el grupo más pacífico de los dos; el otro grupo, los celtas guerreros como los conocemos hoy, que venían de Los Balcanes y disponían de un buen ejército.
Eran estos celtas guerreros los que conocemos por haber saqueado Roma y Delfos, y por haber conquistado grandes partes de Europa.
Transmitimos nuestro idioma, costumbres y nuestra religión a los pueblos de la zona conquistada.
Nuestro territorio se extendía, en su época de mayor expansión, desde el bajo Danubio hasta las Islas Británicas, desde España hasta el mar del norte.
Los celtas guerreros eran conocidos por su caballerosidad, su orgullo en la lucha y su ánimo, pero también por su sentido por la música, la poesía y la filosofía.
Los celtas fuimos llamados Keltoi por los griegos, de los cuales y gracias a su tradición escrita, parten casi todas las historias referentes a nuestro pueblo.
Nuestra memoria, se remonta hasta tiempos muy antiguos, la tradición oral ha resistido el paso de los siglos, a pesar de que casi toda la cultura céltica fue extinguida por los romanos desde César y, más tarde, por los cristianos.
Los Celtas hemos captado siempre la fascinación de historiadores y arqueólogos, y sobre nosotros han corrido ríos de tinta.
Desarrollamos las denominadas culturas de Hallstatt y La Tène.
La primera se manifestó en el primer período de la Edad del Hierro.
Tomó el nombre de una localidad de la Alta Austria.
Se originó a partir de la Edad del Bronce, en donde el hierro sustituyo al otro material en la fabricación de elementos como espadas, puntas de lanzas, hachas, agujas, recipientes, cuchillos y puñales.
La Tène es la cultura celta de la segunda Edad del Hierro estructurada en tres o cuatro períodos.
Se desarrolló entre la Hallstatt y la conquista romana (450 a 50 a.C.).
Aquellos que compartimos esta civilización nos destacamos por la elaboración de elementos como grandes espadas, escudos alargados, grandes hebillas, fíbulas, construíamos nuestras fortificaciones en las cumbres y acuñamos nuestra propia moneda.
Una característica que facilitó nuestro dominio pero que, a la vez, permitió la continuidad de nuestra cultura, fue la ausencia de un verdadero estado celta a causa de la primacía de las estructuras tribales y familiares .
Esta división nos hacía militarmente débiles ante invasores bien organizados, como por ejemplo los romanos (a los que sin embargo les llevó años conquistarnos ), paradójicamente sucedía lo contrario con las costumbres y los valores, protegidos de influencias externas por los fuertes vínculos parentales, en donde el clan estaba por encima de toda organización estatal, y unificaba y cobijaba a sus miembros.
"Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio"
Los druidas, el estrato de mayor influencia y poder entre los celtas, sabían leer y escribir griego y latín (como los antiguos sacerdotes egipcios), sin embargo optaron dejar por vía oral, en hermosos versos, la crónica de la existencia de nuestro pueblo.
Este fue uno de los principales motivos por el cual no se ha considerado la magnitud, en buena parte de los libros de historia, del importante legado celta que fundamenta notablemente la sociedad occidental, ya que los mismos celtas antiguos no creían (o no formó parte de su tradición) en los documentos escritos.
La lengua celta es una lengua indogermánica.
Por tanto, todas las lenguas indogermánicas, como el alemán o también el español, son parientes de la lengua celta.
La palabra celta significa, originalmente, "héroe".
Hoy todavía encontramos a los celtas en los nombres de lugares en toda Europa, los restos de la lengua y cultura céltica siguen viviendo en Escocia, Irlanda, el País de Gales, Bretaña (Francia) y en Galicia (España).
Historia
Los celtas poblamos Galicia en el año 700 a.C. aproximadamente.
Esto significa que la poblamos bastante tarde, en el apogeo de su cultura.
Los celtas gallegos fuimos conquistados por los romanos en el 60 a.C.
La gente vivíamos sobre todo de la agricultura.
Se han encontrado fortificaciones de los celtas, lo que muestra que éramos un pueblo bastante desarrollado.
Estas fortificaciones en Galicia se llaman "castros".
La raza que vivíamos en Galicia nos llamábamos "Brigante".
En Austria, al lago de Constancia, hay hoy una ciudad que se llama Bregenz: parece claro que ambos nombres tienen una base común.
Se puede decir que en Galicia, antes de los celtas, si hubo hombres, no dejaron huellas que nos permitan hoy conocer su existencia y fueron expulsados para siempre por los celtas invasores.
Por lo tanto, los celtas somos la base de la Galicia actual.
En este sentido, se dice que el timbre oscuro y el sonido semi-nasal en el portugués y gallego tienen su origen en la lengua celta. Plinio, escritor romano, dijo de los gallegos que fuimos numerosos pobladores, valerosos, inteligentes y aptos para el progreso, cultivando nuestros conocimientos de los grandes pueblos, siquiera sea en sus comienzos y en su vida primitiva.
Aún así, no se sabe mucho sobre la vida diaria, la religión o la organización política de los celtas, pero en las costumbres que hoy todavía existen y en las leyendas antiguas tenemos como un eco para poder reconstruir la vida pública y privada.
Por ejemplo, la mujer tiene una posición mejor que en la cultura romana pero, como en todos los pueblos guerreros, es ella la que hace el trabajo en casa, y realiza las tareas propias de la artesanía y la agricultura.
Pero no es considerada inferior al hombre, puede por ejemplo elegir a sus amantes y la virginidad no juega un papel tan importante como en la cultura cristiana.
Cada año, en primavera se celebraba una fiesta donde los jóvenes se encontraban para unirse.
La mujer que era madre, era mirada como una diosa protectora.
La libertad individual era un rasgo predominante, lo que quiere decir que casi no existía la esclavitud.
El jefe de una tribu tenía que mostrarse digno de guiar a su pueblo y no había una dinastía fija.
Nuestros enemigos nos llamaban a los celtas los "hijos de los vientos".
Se dice que Rudra, el viento de la tempestad, era nuestro padre, porque se arriesgaba en la lucha casi volando en sus caballos salvajes.
Se dice que preferíamos la muerte a la derrota.
En Galicia había mucho comercio.
Los fenicios, los cartagineses y los romanos nos llevaban el oro a los celtas.
No se sabe el cambio, porque los celtas podíamos muy bien construir nuestras propias armas y teníamos buen gusto para las bellas artes.
Probablemente, los celtas gallegos llegamos de los Pirineos, huyendo de otro pueblo celta.
Encontramos en Galicia nuestra Galia pequeña, como dice el nombre: el nombre de Galicia es romano, pero los romanos han traducido el nombre que los celtas habíamos dado a nuestro país.
En la música popular de la Galicia de hoy tenemos melodías antiguas.
La prueba la encontramos en la música popular de Bretaña (Francia), donde hay melodías similares o casi iguales a las gallegas, a pesar de que se hayan desarrollado independientemente en Galicia y en la Bretaña hasta hoy.
El pueblo.
Los celtas somos entusiastas degustadores de los placeres de la buena mesa.
El vino era la bebida de las clases más altas pero el pueblo tomaba corma, que era cerveza de trigo mezclada con miel, muy utilizada en los banquetes, los cuales eran muy frecuentes en tiempos de paz.
En estos festines los bardos tocaban sus liras y cantaban canciones sobre trágicos amores y héroes muertos en combate.
Para comer utilizamos los dedos y ocasionalmente nos acompañamos de un puñal para los trozos de carne difíciles de cortar.
Nuestra comida típica incluía cerdo cocido, buey, vaca y jabalí, todo ello acompañado con miel, queso, mantequilla y, por supuesto, corma (cerveza) y un buen vino.
También somos muy aficionados a un juego de mesa llamado fidchell, parecido al ajedrez, aunque se jugaba con estacas.
Admiramos la artesanía experta y las hazañas intelectuales (sobre todo cuando se exhibía una prodigiosa memoria).
Tenemos el ideal de una sociedad heroica, pero vivimos como prósperos ganaderos y agricultores, ocupados a menudo en el robo de ganado.
De los pueblos celtas
El nombre "Celta" proviene del vocablo griego "Keltoi", cuyo significado es "bárbaro" o extranjero, y se refería a los pueblos extranjeros que los griegos conocían al norte de Macedonia.
La misma definición englobó pues en un principio a multitud de pueblos que debieron tener un origen más o menos común.
De hecho, Herodoto, Eforo y Eratóstenes hicieron ya primeros estudios sobre los Celtas, y aunque se extendían a lo largo de media Europa, encontraron fuertes semblanzas que después los sabios romanos se encargaron de demostrar.
Podemos decir que hace más o menos MM años ocupabamos todo el centro de Europa, y que unos CL años más tarde nos introdujimos en la Galia, Britania e Iberia. Los celtas en todas sus variantes fuimos un pueblo predominantemente guerrero, y que frecuentemente se nos dota de una faceta cruel, sanguinaria y devastadora.
Lo cierto es que debimos formar una sociedad muy rígida y jerárquica, donde los máximos cargos los ostentaban los señores de la guerra, los druidas y acaso los consejos de ancianos.
En los escasos escritos recogidos en las profundidades de Celidón se hace de vez en cuando referencia al Hospitum, clientela y gentilidades; las dos primeras debieron ser, según expresa Diodoro, instituciones que regulaban la relación entre individuos, mientras que las gentilidades parecen responder más al concepto de tribu o autonomía económica; casi siempre lo que ligaba a una gentilidad era el propio linaje, y esto mismo se usaba para nombrar a las personas.
El punto álgido de nuestra "civilización" lo alcanzamos hace unos MD años, cuando incluso se cree que llegamos a la península romana.
Pero CD años más tarde sucumbimos ante el poder de Roma en gran parte de Europa, aunque resistimos , pero ya como entidades aisladas, en Britania, Germania, Bélgica, etc. De nuestros cultos religiosos poco se sabe.Lo que sí se conocía era que nuestros sacerdotes se les conocía bajo el nombre de Druidas, y que solían hacer sus ceremonias no en templos, sino bajo la protección de los bosques.
Los escritos hallados nos permiten calificarnos como hombres muy sabios, que sabían leer y escribir, que conocían tanto el celta (en sus variantes) como el Griego, que eran muy respetados entre nuestro pueblo (no como nosotros), y cuya función principal era relacionar el alma de cada uno con lo inmortal.
Iban siempre provistos de una hoz de oro y de muérdago recién cogido. Y es de destacar que en sus prácticas religiosas ofrecían sacrificios; los humanos eran los más valorados.
Conocíamos los celtas muchas deidades y símbolos para venerarlos, pero entre ellos, según Diodoro, destacaba Lugh, Dios de la tierra, artes y oficios, al cual se le dedicaba un festival en Lugnasa (I mes después del solsticio veraniego) conocido como Mercurio entre los romanos y Marte, el Dios Ares romano, señor de la guerra, y al cual se le ofrecían sacrificios humanos.
A Coruña, ciudad celta
El centro más importante para la guerra y el comercio de los celtas gallegos era Brigantia, la ciudad que se llama hoy "A Coruña".
Estaba en el mismo lugar que hoy, en una península. Allí vivíamos la gente más poderosa.
De allí partían muchas naves extranjeras cargadas de estaño y oro.
Un lugar emblemático en A Coruña es la "Torre de Hércules".
La leyenda dice que Gerión fue matado por el héroe Hércules y después enterrado al pie de la torre, que desde entonces se llama Torre de Hércules.
Lugh, un héroe de la mitología celta, llegó a ver hasta Irlanda desde esta torre.
Se presume que la torre servía como templo de una divinidad solar en el tiempo de los celtas.
Las Lenguas Celtas
Los celtas hablabamos una lengua indoeuropea que nos relacionaba con la prehistoria griega, romana e hindú.
Pero, no han llegado textos en esta lengua antigua, salvo unas breves inscripciones pertenecientes al período romano y algunas referencias a nombres celtas en autores clásicos.
Cuando se escribieron los mitos celtas, en la Baja Edad Media, las lenguas variaban, según el país del autor.
Los mitos irlandeses eran recogidos en irlandés antiguo, pero los escritores irlandeses no entendían la variante galesa de la lengua celta.
Durante la invasión romana, cualquier rastro de unidad cultural anterior referente a una sola lengua celta, había desaparecido; los celtas irlandeses hablaban "goidélico", mientras que los británicos hablaban "britónico".
La lengua britónica parece haber tenido relación con la que hablaban los galos.
Hacia el siglo V a.c. tuvieron lugar invasiones y movimientos migratorios en las tierras celtas occidentales y se produjeron cambios: la lengua goidélica irlandesa penetró en Escocia, y más tarde se convertiría en el gaélico escocés; la lengua anglosajona, el "inglés", se abrió camino en el sur de Gran Bretaña, empujando la lengua britónica hacia Bretaña.
Las lenguas celtas son un subgrupo de lenguas dentro de la familia indoeuropea habladas por los descendientes de los celtas.
El asentamiento original de nuestro pueblo parece haber sido la zona centroeuropea que actualmente corresponde a Austria y Bohemia.
Durante el primer milenio a.C., nos extendimos progresivamente hacia el oeste (en dirección a las Islas Británicas, Francia y la Península Ibérica), hacia el este (Rumanía y los Cárpatos) y hacia el sur (Italia, Grecia y Anatolia).
En el siglo IV a.C. ya representamos una civilización importante, con una cultura y organización social fuertemente desarrolladas para su época.
En el año 390 a.C. conquistamos Roma y llegamos a asentarnos en el norte de Italia, creando la llamada Galia Cisalpina.
Durante el apogeo de nuestra civilización (alrededor del año 100 a.C.), los celtas dominabamos un amplio territorio que se extendía por casi toda Europa occidental.
Posteriormente, con la expansión del Imperio Romano, nuestras “tribus bárbaras” experimentaron un proceso de asimilación cultural que nos llevó a adoptar las costumbres y la lengua de nuestros conquistadores.
Hacia el año 400 d.C., la presencia celta en la Europa continental era reconocible sólo en topónimos.
Ha sido únicamente en las Islas Británicas donde los celtas han preservado parte de su identidad nacional y étnica.
La variante hispánica del celta dejó de ser hablada a comienzos de la era cristiana.
Clasificación de las lenguas celtas
Las lenguas celtas se dividen en dos ramas principales:
a) Continental. Está representada en exclusividad por el galo, que desapareció completamente de la región francesa en que se hablaba, la Galia, cuando los romanos la conquistaron e impusieron el latín (cuya variante local se convirtió con el paso del tiempo en el moderno francés).
b) Insular. Engloba a su vez los subgrupos gaélico o goidélico (irlandés, gaélico escocés, manés) y britónico (galés, bretón, córnico).
El irlandés, el gaélico escocés, el galés y el bretón gozan hoy en día de una relativamente amplia aceptación en sus regiones de origen, con una presencia habitual en la educación, la prensa, la radio y la televisión.
El córnico se extinguió como lengua hablada a finales del siglo XVIII, mientras que el manés lo hizo en 1974 (cuando su último hablante nativo murió).
Los primeros colonizadores celtas de las Islas Británicas llegaron en la segunda mitad del primer milenio a.C., y hablaban la variante britónica de la originaria lengua llamada protocelta.
Éste fue el dialecto que imperó en la región durante mucho tiempo, incluso durante la dominación romana de la isla.
Desde el siglo VII d.C. en adelante, la presión de los anglosajones obligó a los celtas britónicos a retirarse hacia las costas occidentales, y además sufrieron los ataques de unos nuevos e inesperados invasores, sus “primos” los celtas gaélicos.
Estos últimos se asentaron finalmente en Irlanda, y desde allí se extendieron posteriormente hacia el oeste de Escocia, el noroeste de Inglaterra y la Isla de Man.
A su vez, los celtas britónicos pasaron de Cornualles a la región francesa de Bretaña entre los siglos V y VI, creando un enclave continental estable.
La distribución lingüística originada por los anteriores procesos migratorios ha permanecido inalterada hasta el momento presente.
En la actualidad, las lenguas celtas presentan un carácter marcadamente local, ya que apenas han extendido su influencia fuera de las Islas Británicas y el norte de Francia.
Se trata de la única rama lingüística indoeuropea cuya supervivencia se halla seriamente amenazada.
A pesar de los intentos por promover su enseñanza y su habla, pierden terreno progresivamente en favor del inglés y el francés.
Se estima que su número total de hablantes ronda actualmente los 1,7 millones, aunque con cada generación que pasa esta cifra disminuye considerablemente.
Oralidad y escritura:
Las fuentes greco-latinas no dejan de señalar características en la etiología de los celtas.
Nuestra temeridad y bravura en el combate, comportamiento bárbaro, costumbres o rituales que se caracterizan por su crudeza o su crueldad desde la prespectiva “civilizada”, una fuerte predisposición natural hacia el aprendizaje y al ejercicio intelectual.
La elocuencia de los galos impresionó ya en el siglo II a.c. Catón nos atribuía un nivel de oratoria, no menor al de nuestra capacidad bélica.
La educación corría a cargo de los druidas, en torno a los cuales giraba asimismo el mundo de la justicia y de lo religioso.
De hecho, el aprendizaje de un druida solía tardar alrededor de 20 años, en el que la base era el poder de la memorización.
La enseñanza oral era la práctica común entre los pueblos indoeuropeos que vivían fuera de las civilizaciones mediterráneas en que era común el uso de la escritura.
El recurso del canto y de la recitación en la enseñanza tradicional nos es común a los celtas, y un hermosos pasaje irlandes define así a la ciencia oral: El recuerdo de los antiguos, la transmisión de un oido a otro, el canto de los poetas...
La aparición de la escritura es un fenómeno tardío en la céltica antigua y reducido a aquellas zonas en que se tenía contacto con griegos y romanos.
Los celtas irlandeses tenían, antes de la adaptación del alfabeto latino una escritura especial llamada ogam, consistente en trazos horizontales u oblicuos sobre una arista vertical de piedra.
Cada letra se nombra a partir de una planta o árbol (por ejemplo, D es daur, roble).
Entre Escocia, Irlanda y Gales, se conservan unas 300 inscripciones en piedra.
Hay que esperar unas centurias más para que surjan los textos literarios insulares, que recogen esta rica tradición cultural, de transmisión oral por los druidas y los fili, y que son tan importantes para el conocimiento de los antiguos celtas.
La literatura irlandesa, fijando dichas tradiciones desde el s VII, tiene marcado carácter épico, con los relatos repartidos en tres ciclos, el llamado mitológico, Lebor Gabála; el del Ulster (cuyos heroes principales son Cúchulainn y el rey Conbchobar, y su gesta principal Taín Bó Cuailgne, que narra la guerra entre los heroes del Ulster y el resto de Irlanda conducido por la reina Medb, a causa del robo de un toro maravilloso); y el ciclo de Leinster, llamado también, de Finn u osiánico.
Así mismo, la importancia del Mabinogion, una serie de relatos épicos –organizados en cuatro ciclos, además del arturiano- con preciosas indicaciones para entender la mitología.
Estas producciones son auténticas literaturas nacionales, las primeras de Europa.
Con respecto a la escritura, a partir del siglo VI a. C., y hasta el siglo I d. C., las inscripciones Celtas eran hechas en un alfabeto propio denominado Ogham u Occman, uno de los lenguajes rúnicos atribuido a esta nación.
Este lenguaje con caracteristicas netamente rúnicas, era una invención Celta.
El alfabeto Ogham tiene una similitud con el código Morse.
Las estelas encontradas en Irlanda, Gales, Escocia, y Francia dan a entender que el Ogham no era un alfabeto de uso popular si no era considerado sagrado y usado solo por los druidas en sus ritos y ceremonias.
Los lenguajes Celtas incluian, además del Ogham, el Irlandés, el Gael, el Escosés el Bretón y el Manx de la Isla de Man.
Además hay registros de lenguas ya desaparecidas en España y Austria.
Sin embargo esta riqueza de las lenguas Celtas no se manifestó en la literatura, ya que no fue si no hasta los siglos V y VI de la era Cristiana los Celtas mantuvieron una estricta tradición oral, la cual la mantenian viva los Bardos y los Druidas.
Cabe destacar que son muy pocas las obras que se han rescatado del alfabeto Ogham (a excepción de alguas inscripciones en Menhires y Dolmenes).
Pero sus poesías de dioses, heroes, reyes etc., denotan un estilo rico y esmerado de literatura, avalado por el hecho de que los poetas Celtas, cursaban 15 o 20 años de estudio antes de que sus maestros les aprovaran.
Las primeras manifestaciones de la poesía Celta, como tal, surgen en el siglo X a C. y han sido divididas en tres grandes ciclos: el Ciclo del Ulster, el ciclo de Ossian, y el Ciclo del rey Arturo.
Leyes: Las relaciones legales se establecían, no entre individuos sino entre familias. Lo más destacable, es la ausencia de responsabilidad individual en el terreno penal, pues era el grupo familiar al completo, el que debía asumir las acciones del infractor.
Todos los miembros de un mismo clan, debían satisfacer colectivamente la ofensa inflingida, y pagar el precio, en el caso de homicidio, el pago era de 7 esclavos o 21 vacas, este delito se llamaba “odio de sangre”.
Era normal, sobre todo en Irlanda, la existencia de alguien de mayor rango que se responsabilizase del individuo fuera de su propio territorio, este a cambio, le prestaba un servicio, generalmente militar; todo esto, sin que el implicado perdiese su estatuto de hombre libre ni su capacidad para poseer ganado y tierras.
Cuando un individuo del clan era expulsado de este, perdía todo derecho a protección ni a participar de los actos de su comunidad, siendo rechazado y abandonado a su suerte, encontrándose ajeno y desvinculado de su gente.
Era costumbre entre nosotros, hacer prestamos, que podían ser incluso satisfechos en la otra vida, siguiendo la creencia de la inmortalidad de las almas.
Matrimonio:
No muy conocido, el derecho matrimonial presenta rasgos arcaicos, predominando la patriarcalidad, ejerciendo su patria potestad sobre todos los miembros del clan.
Se practicaba la endogamia, salvo en las clases nobles, donde era normal tener varias esposas o maridos y amantes.
El matrimonio se podía concertar por un periodo de tiempo, tras el cual, ambos quedaban libres.
El divorcio era una práctica muy normal.
Existen hasta diez tipos de contratos matrimoniales, desde el temporal, hasta el permanente.
Era asimismo corriente la existencia de una esposa secundaria, y el concubinato era plenamente legal y aceptado, considerado como una situación lógica.
Sociedad:
No existen excesivas distinciones sociales, y así, la mayor ocupación se basa en el cuidado del ganado, la agricultura, aunque escasamente (de la que se ocupaban primordialmente las mujeres), la caza, la pesca, y sobre todo, la guerra. Los ancianos son muy considerados, pues en ellos reside la sabiduría, y en una sociedad de tradición oral, son los mas viejos los que han podido aprender las diferentes historias de la cultura que han heredado.
Tan considerados como estos son los “tirné”, jóvenes guerreros, saqueadores de los pueblos más ricos del sur, y pesadilla de las legiones romanas.
Los celtas formábamos una sociedad militar, gobernada por valerosas reinas y reyes guerreros, y una clase alta de aristocracia.
Eran respetados por su habilidad como jinetes y por su fiereza en el combate, al que acudíamos con ímpetu arrollador después de haber cabalgado a veces, muchos kilómetros: La facilidad con que conquistamos enormes territorios, demuestra nuestro poder en la guerra.
Tanto los mitos como las fuentes históricas han reflejado el orgullo celta con que el guerrero se vestía para la batalla.
En la guerra de las Galias, César escribe: “Los celtas pintan sus cuerpos con tintura de glasto, para parecer más terribles.
Llevan el pelo largo y los cuerpos afeitados, a excepción del labio superior y la cabeza”.
Diodoro de Sicilia, contemporáneo de César nos describe así: “Altos, musculosos, de piel y cabellos claros, aunque no todos si la mayoría; recogen su pelo hacia atrás en lo alto de la cabeza, dejándolo luego caer sobre la nuca y el cuello, de modo que presenta un aspecto tan recio como la melena de un caballo..”.
Herodías, en el s. III d.c. sigue:...”Poco acostumbrados a llevar ropas, adornan sus cuellos y cinturas, lo que consideran un símbolo de belleza y de prosperidad económica, tatúan su cuerpo con dibujos abstractos y toda suerte de animales, acudiendo casi siempre desnudos a la lucha...”
COSTUMBRES Y VESTIMENTa:
Tanto hombres como mujeres prendían sus cabellos con gruesos alfileres y sus ropas con fíbulas; además se adornaban con joyas de oro y plata ricamente elaboradas.
Aquellos que no podían acceder a este tipo de joyas, se surtían de otro tipo de productos tanto indígenas como importados (objetos de bronce, con incrustaciones de metales preciosos, cuentas de vidrio, ...).
La vestimenta consistía en un sayo largo, hasta el medio muslo y provisto de mangas cortas realizado en lana o lino, que a veces se adornaba con motivos geométricos.
Esta vestimenta se cubría de una capa negra de lana para protegerse del frío y de la lluvia.
Ceñían sus vestimentas con cinturones de cuero con apliques metálicos. |