La vida está más allá de vuestro control. Podéis disfrutarla, pero no controlarla. Podéis vivirla, pero no controlarla. Podéis bailarla, pero no controlarla. Por lo general, decimos que respiramos, y eso no es verdad... la vida nos respira a nosotros. Pero no dejamos de pensar en nosotros mismos como hacedores, y eso crea el problema. En cuanto os volvéis controlados, demasiado controlados, no permitís que la vida os acontezca. Tenéis demasiadas condiciones y la vida no puede realizar ninguna. La vida os sucede únicamente cuando la aceptáis de manera incondicional; cuando estáis dispuestos a darle la bienvenida sin importar la forma en que aparezca y que adopte. Pero una persona que tiene demasiado control siempre le pide a la vida que llegue de una forma determinada, cumpliendo ciertas condiciones... y la vida ni se molesta; pasa de largo junto a esa gente, que permanece casi muerta, vegetando. Cuanto antes rompáis el confinamiento del control, mejor, porque todo control procede de la mente. Y vosotros sois más grandes que la mente. De modo que una pequeña parte intenta dominar, dictar. La vida sigue moviéndose y os deja atrás, y entonces os frustráis. La lógica de la mente es tal que os dice: «Mirad, no lo controlasteis bien, por eso lo perdisteis, así que controlad más». La verdad es justo lo opuesto: las personas se pierden cosas porque controlan demasiado. Sed como un río salvaje, y mucho, mucho de lo que ni siquiera sois capaces de soñar, de imaginar, de esperar, os estará disponible a la vuelta de la esquina. Pero abrid la mano; no sigáis llevando la vida de un puño, porque esa es la vida del control. Llevad la vida de una mano abierta. Tenéis disponible todo el cielo, no os conforméis con menos. Osho |