No aceptes ni rechaces nada, ahi reside la omniscencia, Siva.
Avinabhagupta, fundador de la escuela Sivaíta de Cachemira

La serenidad es concentración, dharana y el silencio meditación, dhyana.
Yoga es un medio y un fín, su meta es kaivalya, la liberación.
B.K.S. Iyengar


Hace ya muchas eras el Señor Visnhú se hallaba sentado sobre Adisesa, el señor de las serpientes, su asiento, observando la cautivadora danza de Siva. Visnhú se hallaba tan absorto en los movimientos de la danza de Siva que su cuerpo empoezó a vibrar siguiendo el ritmo. Su cuerpo se iba haciendo cada vez más pesado, Adisesa llegó a sentirse tan incómodo que quedó sin aliento y estuvo a punto de derrumbarse. Al acabar la danza, el cuerpo de Visnhú volvió a aligerarse. Adisesa quedó atónito y le preguntó a su Señor acerca de tan sorprendentes cambios. El Señor explicó que la gracia, belleza, majestad y grandeza de la danza de Siva había creado las correspondientes vibraciones en su cuerpo haciéndolo muy pesado. Maravillado, Adisesa expresó el deseo de aprender a bailar, para glorificar a su Señor. Visnhú lo consideró y predijo que no pasaría mucho tiempo antes de que Siva favoreciese a Adisesa con el don de escribir un comentario de gramática sanscrita, y que a continuación también podría dedicarse él también a la perfección del arte de la danza. Adisesa se sintió lleno de alegría ante tales palabras y aguardó con expectación la gracia de Siva.

Adisesa empezó a meditar quién seria su madre en la Tierra. Durante la meditación tuvo la visión de una yoguini llamada Gonika que rezaba pidiendo un hijo digno a quien poder impartir su conocimiento y sabiduría. Al instante se dió cuenta que ella sería la madre adecuada que buscaba, y aguardó el momento propicio para convertirse en su hijo.

Gonika, pensando que su vida terrenal tocaba a su fín, se dió cuenta de que no había hallado el hijo que estaba buscando. Así que como último recurso se dirigió al dios Sol, Surya, al testigo viviente de Dios en la Tierra, y le rezó para que colmase su deseo. Tomó agua en la mano, como ofrenda final, cerró los ojos y se miró las palmas de las manos. Sorprendida, observó una diminuta serpiente moviéndose en ellas, que pronto adoptó forma humana. Ese pequeño ser humano se postró ante Gonika y le pidió que le aceptase como hijo suyo. Así lo hizo, dandole en nombre de Patanjali.

Pata sinifica caer o caido, y añjali es una ofrenda. Añjali también significa manos juntas en oración. Patanjali no sólo se convirtió en el célebre autor de los Yoga Sutras, sino también en tratados de ayurveda y gramática sanscrita. Realizando esta tarea a instancias de Siva. Juntas las tres obras tratán del desarrollo integral del ser humano, tanto en la esfera del pensamiento como de la palabra y la acción.

Su tratado sobre Yoga se denomina Yoga Darsana. Darsana signifca visión de alma o espejo. El efecto del Yoga es reflejar los pensamientos y acciones del aspirante como en un espejo. El practicante observa los refejos de sus pensamientos, de su mente, de su consciencia y de sus acciones, corrigiéndose a sí mismo.

En los Yoga Sutras de Patanjali se define el Yoga como sigue:

1. Yoga es la completa cesación de las moificaciones de la mente.
2. Desapego o renuncia es la conciencia de haber adquirido el dominio de no tener deseos, ni por los objetos percibidos ni por los revelados.
3. Siva es no afectado por las imperfecciones naturales, ni por el fruto de las acciones, ni por la acumulación de las impresiones latentes. Siva es el Ser Supremo, totalmente libre de conflictos, inafectado por las acciones e intacto por causa y efecto.
4. En él se da, de manera absoluta, la semilla de lo omniscente, la semilla incomparable de todo conocimiento.
5. Su palabra es la sílaba sagrada OM.
6. Su repetición, con sentimiento, devoción y conocimiento, lleva a la realización de su sentido.
7. La serenidad de la mente se alcanza mendiante la buena disposición y la compasión respecto de lo placentero y lo doloroso; y la complaciencia y la indiferencia respecto de lo meritorio o no meritorio.
8. O bien, mediante la expulsión y la retención de aliento.

Extraído del Libro primero de los Yoga Sutras de Patañjali, Siddha Tantrico del sur de India (200-500 a.C. no se sabe bien). Puedes estudiar la obra entera y comentada por B.K.S. Iyengar en la editorial Kairós.