Los intrigantes delfines
Cálculos realizados estiman que en todo el Mediterráneo occidental existen unos 200.000 delfines listados, una de las tres especies de delfines que pueden verse en las aguas próximas a Baleares. El más común y familiar de todos los cetáceos, sin embargo, es el delfín mular, cuya presencia en muchos parques marinos alegra a niños y grandes. En las aguas pitiusas, es todo un espectáculo verlos seguir la estela de los barcos o saltar, jugar y nadar junto a ellos.
Pocos seres humanos hay que no sonrían o sientan una extraña sensación de felicidad ante la visión o presencia cercana de un delfín. Parecen dar una sensación de confianza, de familiaridad, de amistad. Náufragos que han sido salvados por alguno de tales cetáceos han asegurado no haber sentido miedo y sí la certeza de que el animal les estaba ayudando.
Existen terapeutas que recomiendan la natación junto a delfines como eficaz tratamiento del estrés o la depresión, e incluso hay médicos, como el soviético Tcharkovsky, que recomiendan a las mujeres embarazadas que mediten o hagan ejercicios de relajación en presencia de delfines (últimamente, incluso, se han dado varios casos de partos en el agua junto a ellos), porque al parecer, los delfines podrían entrar el contacto telepático con los bebés que van a nacer o los recién nacidos. Las madres que han vivido esa experiencia del parto bajo el agua junto a delfines, aseguran que ha sido muy gratificante, casi ‘mágica’, y que han sentido una felicidad casi inenarrable.
Casi todo lo relacionado con el mundo de los delfines sigue siendo un misterio, pero ya se conocen algunas cosas. Por ejemplo, que son mucho más inteligentes y están más evolucionados que los mismos seres humanos. Su cerebro es el mayor de la Creación y está mucho más desarrollado que el del hombre. Poseen sentido ultrasónico, un sonar muy perfeccionado con el que pueden orientarse, conocer lo que tienen delante e incluso ‘ver’ a través de la materia, como en una ecografía. Tienen además un sentido del tacto muy desarrollado, por lo que adoran las caricias y el contacto.
Hay científicos que están enseñando a los delfines un lenguaje de gestos con gran éxito, ya que éstos comprenden no sólo las palabras, sino también la sintaxis, el orden de las frases silbadas o gestuales. En la Universidad de Hawai se intenta la comunicación con estos cetáceos, a base de silbidos producidos por un ordenador, similares a los que ellos emiten. Pueblos aborígenes de Australia lo consideran un animal sagrado, totémico. Egipcios y griegos reconocían en los delfines la encarnación de una divinidad; el propio oráculo de Delfos, el más famoso de la historia, estaba bajo la advocación de un delfín.
Se han realizado experimentos singulares. Un grupo de música canadiense, denominado ‘Interespecies Communication’, se dedica a dar conciertos a los delfines, y aseguran que éstos escuchan la música, parecen entenderla y disfrutar con ella. En una cala de Cadaquès, Girona, funciona desde hace un tiempo el primer centro de delfinoterapia de España. La nueva y revolucionaria técnica curativa está ofreciendo resultados sorprendentes, y muchos niños con discapacidades, especialmente autistas y con síndrome de Down, han experimentado una gran mejoría tras su contacto con los delfines. En un centro de Florida, EEUU, un niño sordomudo de tres años se curó completamente gracias a su amistad con un delfín.
Y pese a todo ésto, aún hay humanos (?) que siguen cazándolos en una masacre sin objeto ni sentido, o provocando su muerte al quedar atrapados en redes de deriva, o contaminando los mares y océanos en los que habitan.
UTILIZAN ESPONJAS MARINAS
Un ejemplo de su gran inteligencia es el reciente descubrimiento de que las hembras de delfín enseñan a sus hijas a usar herramientas para buscar comida.
En efecto, los delfines mulares que habitualmente nadan en las aguas de la Bahía de Tiburones, al oeste de Australia, utilizan esponjas marinas como herramientas para rebuscar el fondo marino y atrapar comida. No lo hacen porque sí, ni lo hacen todos los ejemplares. Es un comportamiento complejo que ha sido transmitido de madres a hijas durante años.
Los científicos que habitualmente estudian a los delfines de nariz de botella, que en español se llaman 'mulares', de la Bahía australiana ya habían detectado con anterioridad que empleaban hasta una docena de diferentes tácticas para conseguir comida. Pero la que más les ha llamado la atención es la única en la que los mamíferos utilizan herramientas para conseguir alimento y además no hacerse daño. Estos delfines consiguen su comida rebuscando en el fondo marino entre piedras, corales y algas. Para no hacerse daño, cogen esponjas marinas del fondo y se las colocan en el morro, para protegerse cuando rebuscan.
Sin embargo, no todos los delfines del grupo estudiado utilizaban esta técnica 'avanzada' y trabajada, que sólo se da en las hembras, según se publica en la revista Proceedings of the Natural Academy of Sciences (PNAS).
Para investigar si se trata de un comportamiento adquirido culturalmente, y no genéticamente, el equipo de científicos, liderado por Michael Krützen, analizó el ADN de 13 delfines mulares que utilizaban las esponjas, de los que sólo uno era macho, y de otros 172 ejemplares que no utilizan las esponjas para buscar comida. Los científicos han logrado determinar que los que han aprendido a utilizar herramientas para conseguir comida no tienen marcas genéticas que los diferencie, pero todos proceden de líneas familiares en los que este conocimiento se ha transmitido de madres a hijas.
Los mulares son un tipo de delfín de fuertes costumbres matriarcales, y las jóvenes hembras suelen vivir junto a sus madres hasta bien entrada la edad adulta, mientras que los machos se independizan mucho antes. Los científicos creen que este hecho es el que explica por qué las hembras, y sólo las hembras, han conseguiro aprender a utilizar herramientas y transmitir su conocimiento de madres a hijas.
Hasta ahora, sólo algunos primates, además de los hombres, habían demostrado ser capaces de utilizar herramientas para encontrar comida. |