Queridos amig@s:
El pasado y largo fin de semana dio con los huesos de La Comunidad de Numú al pleno por tierras gallegas, convocados por nuestros hermanos galácticos a la búsqueda de energías y a la realización de trabajos espirituales. Ya son dos años de transitar esta bella tierra un par de veces al año y nunca paramos de sorprendernos ni de encontrar el premio y el tesoro. Han sido varios y sorprendentes los trabajos realizados y los mensajes recibidos en estos cuatro días, algunos de los cuales serán objeto de artículos específicos en esta lista, pero para postre de sincronías y de magia, va esta prenda, corta e intensa de la presencia templaria en Galicia. Veamos:
Ya nos íbamos para el aeropuerto después de almorzar cuando, paseando, encontramos el monumento que acompaño más abajo en fotografía. Esta estatua “La espada y la rosa” se halla en el mismo y exacto lugar donde hace casi 800 años (siglo XII) había un fuerte-muelle templario en el que desembarcaban los peregrinos a Santiago de Compostela que venían desde Inglaterra y los principales puertos centroeuropeos, a transitar el Camino Inglés por tierras gallegas hasta la tumba del Apóstol. Aquí eran desembarcados, recogidos y registrados por los Caballeros y acompañados en el camino hasta Santiago para su protección. El lugar está en la ría alta de Betanzos, en el municipio de O Burgo, a unos 6 Kms de la ciudad de La Coruña. Unos metros a la derecha de la fotografía hay un puente romano antiquísimo sobre la ría cuya vigilancia estaba también encargada a los Caballeros y por el que llegaban y cruzaban la ría los peregrinos venidos desde Ferrol. Doscientos metros escasos a nuestra espalda, en el municipio de O Burgo, aún está en pie desde el siglo XII la Iglesia románica de Santiago de O Burgo, donde se realizaba la primera parada piadosa antes de emprender el camino, todo ello rodeado de pueblos dormitorio y zonas industriales de la periferia de Coruña.
Pero más allá de este encuadre histórico lo sorprendente de la escultura es la simbología que ofrece. La espada del Caballero Templario (no se aprecia bien pero hay una cruz templaria roja en el centro de la empuñadura) protegiendo la Rosa. La Rosa en la rama de su rosal y bien esculpidas las espinas junto a la rosa. Se pone así de manifiesto una de las principales obsesiones y razones de ser templarias, el rescate, la protección, la manifestación (oculta en razón de la peligrosidad de la época) y la defensa del principio femenino encarnado en aquella época por María Magdalena (la rosa de Francia) ante una Iglesia Romana masculina, machista, jerárquica y celosa de su dogma, donde se había perpetuado la tradición machista ortodoxa hebrea de sus fundadores. El caballero pone su espada, que es su fuerza y su poder, erguida y presta para el combate, al servicio de su juramento de caballería, ante su reina madre, reconociendo y honrando su origen y su poder. El caballero y la dama. Excalibur en defensa de la Diosa y sus sacerdotisas en los mitos artúricos. Un aspecto relevante de los arquetipos griálicos.
Estatua de la Espada y la Rosa. Recortada..jpg
La mayoría de las catedrales góticas, impulsadas y financiadas en su mayor parte por la Orden del Temple en la Edad Media, se llaman de Santa María, en honor y reconocimiento oculto a la energía de la Madre Tierra.
Pero para entender bien este cuadro de energías, tengo que explicar mis convicciones respecto a que: mientras que el principio dual masculino de la creación se atiene a un arquetipo único en todas las culturas, el Sol, el principio dual femenino de la creación (al menos en este sistema solar y en esta particular implementación humana) se plasma en dos arquetipos diferentes pero muy interconectados entre sí, la Luna y la Tierra. El arquetipo Tierra representa a la mujer en su aspecto o rol de Madre, el cual podemos intentar definir con palabras que tanto e igual servirían para definir a una Mujer Madre como a la propia Madre Tierra: nutrición, cuidado, protección, acogimiento, supervivencia, pies en la tierra, generosidad, ternura, paciencia, sacrificio, etc, mientras que el arquetipo Luna representa a la Mujer en su propia faceta de Mujer, que podría definirse (seguro que las mujeres aportarían más y mejores palabras) con los conceptos de: sutileza, inteligencia, emocionalidad, sensualidad, elegancia, tacto, encanto, magia etc. Pero al igual que los astros Tierra y Luna están estrechamente relacionados entre sí en su viaje espacial, girando conjunta e indisolublemente en el cosmos, alrededor del Sol, sin posibilidad de separación, así la energía femenina presenta dos aspectos diferentes bajo un mismo formato energético inseparable e indisoluble, si bien es la Luna la que gira alrededor de la Tierra, lo cual resalta el papel de la Mujer Madre sobre el de la Mujer-Mujer. “Como es arriba es abajo” reza uno de los principios el Kybalión.
En las culturas antiguas estos arquetipos, aparentemente iguales, se representaban bajo una misma deidad: Isis, Isthar, Astarté, Atenea, Ixchel, etc, mientras que en el cristianismo oficial, solo uno de los dos aspectos de la energía femenina ha sido reivindicado (a regañadientes, aunque esto es otra historia), el de la Madre Virgen María, mientras el otro ha sido vilipendiado, humillado y escondido, el de la mujer mujer, en la figura de la “prostituta” arrepentida María Magdelana, después santificada “por la puerta de atrás”.
Así, en esta Humanidad como campo de experimentación de la Unidad, la dualidad masculino-femenina (Hombre-Mujer) no es tal sino que es en realidad una Trinidad (Hombre-Mujer Madre-Mujer Mujer, 2+1, Sol-Tierra-Luna), como no podía ser de otra manera ya que el tres es el número activador por excelencia, el que pone en marcha la dualidad en que se fragmenta la unidad para poder recorrer el camino de la experiencia física y energética hacia la fuente. El tres pone en marcha la creación y activa la evolución, o como bien dice el refrán: “No hay dos sin tres”. (¿!)
Volviendo a la Espada y la Rosa, en el sistema de códigos arquetípicos atlante que está llegando hasta nosotros para marcar el camino de la Ascensión Crística, la Rosa es el arquetipo de la Misericordia, como complemento necesario del Amor en los nuevos tiempos por venir. Esta complementariedad viene representada en muchas iglesias católicas y catedrales por las parejas de ángeles, vestidos con túnica roja y azul, que suelen acompañar desde los pies o desde el cielo a muchas imágenes sagradas.
Para terminar de unificar y comprender todas estas ideas, os acompaño otro hallazgo fotográfico tomado en el frontal bajo de un altar lateral medio destruido de una iglesia gallega del siglo XIV hoy ya cerrada al culto. Me refiero a la Iglesia del Cementerio de Noia, también llamada de Santa María(¡¡!!), donde encontramos una lápida con una cruz patada (templaria) y unos sarcófagos medievales de piedra a la entrada de la Iglesia, con grandes espadas talladas en la cubierta.
Sagrados Corazones de Jesús y de María. Rec.jpgLápida con cruz templaria.JPG
Aquí se representan los corazones de Jesús y de María, juntos, rojos, palpitantes, envueltos en el fuego místico (que debería representar el fuego místico y espiritual que resulta de la unión de lo masculino y lo femenino). El de Jesús lleva la cruz y las espinas del martirio y la herida del costado manando fuego (el fuego del amor a Dios y al prójimo que lleva al sacrificio) y el de María es muy sorprendente porque está atravesado por la espada del amor (como en el milagro de la trasverberación de Santa Teresa de Jesús y como en las experiencias de dolor de corazón de tantos otros místicos) y está rodeado por la corona de rosas, corona de rosas que cura el dolor de la corona de espinas, las rosas de la misericordia que comprenden y curan el dolor de las heridas de la vida. Los mismo símbolos que en la estatua del principio.
Y aquí me quedo. ¿Y por qué tanto sobre los Templarios?. Porque están despertando con fuerza.
Que la vida os depare lo que le pidáis además de amor, paz y prosperidad.
En servicio y con Amor.
Domingo Díaz
La Comunidad de Numú
Escuela de Nueva Consciencia |