Rudolf Steiner
Nació el 27 de febrero de 1861 en Kraljevic, una pequeña ciudad en los límites de Austria y Hungría. Hijo del jefe de estación de ferrocarril, pasó su infancia sujeto a una metódica rutina, extraordinariamente escrupulosa en cuanto a los ritmos y a la puntualidad. La educación en colegios de religiosos, que eran lo únicos disponibles en aquella localidad, afectaba tan negativamente a su poca común sensibilidad, que su padre se vio obligado a asumir su educación, gustaba de pasar sus ratos libres en estrecha comunión con la naturaleza. Dotado desde su mas tierna infancia de capacidades clarividentes.
De esta manera fue elaborando una renovadora concepción del mundo y de la realidad, como nunca había sido expuesta a la consideración del pensamiento occidental. En sus posteriores estudios en la Escuela secundaria, se dedicó a la rama de ciencias, pero por su propia iniciativa, a fin de poder sufragar sus estudios, se dedicó a dar clases particulares en las cuales se vio precisado de conocimientos literarios y filosóficos, que hubo de ir adquiriendo por sí mismo. Ya en aquellos tempranos albores de su vida, actuando como preceptor de los niños de una familia acomodada, fue capaz de impulsar de una forma tan asombrosa al hijo menor, fuertemente subnormal, que, con el paso del tiempo y la asistencia de Steiner, ese niño disminuido mentalmente, llegaría a ser un destacado doctor en medicina. Las maravillosas dotes del joven Rudolf le conquistaron un puesto en las Archivos de Goethe, en la ciudad de Weimar, para lo cual le allanó mucho el camino su trabajo en la edición de los trabajos, científicos del famoso autor alemán, para la Deutsche National Literatur del Kuerschner, labor que realizó a los 23 años. Por aquel entonces, ya había comenzado a desarrollar la parte más incipiente de su trabajo creativo en una línea filosófica, con la obra VERDAD Y CIENCIA, que le valió el doctorado en filosofía por la Universidad de Rostock, a la cual siguió LA FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD. En este libro, postulaba su tesis acerca de que el pensamiento podía llegar a utilizarse como un órgano de percepción en el Mundo Espiritual. Así a los 29 años comenzó su trabajo más sólido, con los archivos de Goethe, lo que parece que le dio oportunidad de asimilar el pensamiento esotérico Rosicruciano del prestigioso autor, por el cual sentía una considerable inclinación. Sus elaboraciones sobre LA TEORÍA DEL COLOR, de Goethe, influenciaron a su contemporáneo Kandisky, afamado pintor ruso. Asimismo trabajó también en la edición de las obras de Schopenhauer y en la biblioteca y archivos de Nietzsche, por medio de su amistad con la hermana de este gran filósofo. Más tarde, en 1897, se trasladó a Berlín, para colaborar en la REVISTA DE LITERATURA, especializada en obras dramáticas muy renovadoras, que raramente conseguían alcanzar los escenarios. Fue en Berlín donde comenzó a relacionarse con los movimientos sindicales entonces en germen, lo cual le posibilitó una forma de dar expresión a su inquietudes sociales. Devoto de la meditación, a la cual definía como - Esa experiencia del hombre total, por medio de la cual se alcanza el Mundo Espiritual, mucho mejor que mediante las ideas- dio una primera conferencia esotérica en un círculo teosófico, invitado por el Conde Brockdorff, como consecuencia de haber leído éste un artículo de Steiner acerca del relato esotérico del Goethe, LA SERPIENTE VERDE Y EL HERMOSO LIRIO. Así se inició una colaboración de diez años con la sociedad Teosófica, habiendo sido presentado a los dirigentes, Annie Bessant y el Coronel Olcott, y estableciéndose una relación inicial de mutuo aprecio, que culminó concediendo a Steiner la presidencia de la Rama Alemana de la S.T. No obstante, y desde un principio, Steiner se reservó el derecho de hablar únicamente acerca de aquellos extremos que él hubiera podido comprobar personalmente, por medio de su propia investigación clarividente en los mundos espirituales. En el año 1909, como consecuencia de la declaración de Krishnamurti como el Cristo Reencarnado, por parte de Annie Bessant ( afirmación más tarde desmentida por el propio Krishnamurti ) Steiner se desvinculó de la S.T. y estableció su propio sistema de estudio, bajo la denominación de Antroposofía. El contenido de esta original presentación de la Ciencia Espiritual, es, en todos los casos, el resultado de la obra investigadora del genio alemán. Algunas de las líneas más destacadas pueden ser enumeradas muy brevemente. En el terreno del Sendero Iniciático, Steiner recalca que las técnicas deben ser adaptadas a las necesidades del moderno hombre occidental, Asimismo, señala que las características propias de este camino exigen un considerable perfeccionamiento moral antes de profundizar en el conocimiento técnico y teórico. En cuanto a sus descripciones del proceso de evolución de la Tierra, Steiner analiza lo descubierto mediante la observación de los Registros Akásicos. La experiencia espiritual más íntima de Steiner fue su percepción del acontecimiento del Gólgota, o la crucifixión, mediante la cual se introdujo en nuestro planeta el específico impulso Crístico que permitió equilibrar las influencias perturbadoras de las Entidades Oponentes a la Evolución, Luciféricas y Ahrimánicas. El estudio clarividente de los acontecimientos relatados en los Evangelios, permitió a Steiner el establecimiento de unas profundísimas bases esotéricas para el Cristianismo. Bases que, más tarde, serían utilizadas para la fundación de la llamada Comunidad Cristiana. A lo largo de sus años de máxima actividad, Steiner marcó pautas invaluables en los ámbitos de las matemáticas, astronomía, ciencia, medicina, educación, teología, filosofía, drama, danza, economía, política, agricultura, ganadería, y en todos y cada uno de los más diversos ámbitos del pensamiento y el esfuerzo humano. Después de muchos años de absoluta entrega a su labor de divulgación y ayuda, enfermó de cáncer, Steiner, que, como siempre sucede con los hombres altamente avanzados, no se permitía emplear sus facultades en su propio provecho ( por la misma razón por la cual Jesús no se desclavó a sí mismo de la cruz), debilitado por el trabajo incesante, derivado de sus múltiples actividades y de las consultas inacabables a las que atendía personalmente hasta altas horas de la noche... Fuertemente sensibilizado por las destrucción de su obra maestra, el famoso Goethaneum, construcción totalmente realizada en madera, bajo los mismos principios que rigen la convección de un violín, y que estaba destinada a ser un centro de estudio y de reunión de investigadores espirituales de todo el mundo, que fue incendiado por un grupo de nazis poco antes de declararse la Segunda Guerra Mundial. Quebrantado en tanto ángulos de su poderosa personalidad, y con su labor ya adecuadamente delineada, Rudolf Steiner aceptó el descanso provisional de la desencarnación el día 30 de marzo de 1925, falleciendo en una cama portátil que se había hecho llevar a los pies de una gran escultura representando a Cristo venciendo al poder negativo de Ahrimán, que él había esculpido personalmente mientras sus fuerzas se lo habían permitido, y con los planos del nuevo Goethaneum sobre la colcha. Murió en medio de una actividad febril, tal como siempre había sido su costumbre, a despecho de las dificultades y los dolores, y al lado de la imagen del Ser que había presidido e informado toda su vida, el Cristo, que par él simboliza el puro amor a la humanidad toda.
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