La magia de las plantas Magia del sauce
Entre los griegos, el sauce blanco era símbolo de castidad y esterilidad.
Las mujeres ponían en su lecho las ramas estériles (masculinas) de sauce,
quizá como anafrodisíaco, y no tenían relaciones sexuales unos días antes ni
durante las fiestas.
Las tradiciones populares relacionan los sauces huecos con espíritus
malignos y brujas. Según un antiguo relato, las brujas tienen preferencia
por ocultarse en forma de hermosas muchachas en el interior de sauces
huecos, para parecer después como gatos resoplantes que asustan a los
aldeanos.
“He aquí lo que debéis hacer: primero construiréis una cabaña de sudar, en
la que os purificaréis, y para eso debéis seleccionar doce o dieciséis
sauces pequeños. Pero antes de cortar los sauces, no olvidéis hacerles una
ofrenda de tabaco y cuando estéis ante ellos diréis: Hay muchas especies de
árboles, pero os hemos escogido a vosotros para que nos ayudéis. Vamos a
arrancaros, pero otros vendrán en vuestro lugar.”
Magia de la retama
La retama o genista, de ramas floridas que se utilizaban antaño en farmacia
y tuvo algún uso en Medicina formando parte de los brebajes amargos que se
daba para abortar y echar el demonio del cuerpo, costumbre que subsistía en
lugares de Valencia en tiempos no lejanos.
En Roma, donde las escobas se hacían de retama, fue tenida por planta mágica
relacionada con el falo, por lo que se creyó que la muchacha que jugando
hiciera como que cabalgaba sobre ella, terminaba preñada antes de casarse.
En Galicia solía colgarse ramas de retama en la puerta de casa de los recién
nacidos del mes de Mayo, o 'amayados', para evitar que sucumbieran al mal
fario de los nativos de ese mes, cuyo destino era el de ser enclenques.
Estuvo antaño relacionada con los muertos, y con sus ramas se cubría el
cadáver. Su flor, vinculada a la llegada de la primavera, estuvo asociada al
mundo amoroso. A este respecto, el poeta catalán Joan Maragall escribe esta
redondilla:
La ginesta altra vegada!
La ginesta amb tanta olor!
Es la meva enamorada
que ve al temps de la calor.
Es flor emblemática del pueblo catalán, y su olor el de Cataluña entera.
Sebastián de Covarrubias escribe al respecto de este arbusto en su Tesoro de
la Lengua (1611):
Es una especie de esparto que en latín se llama genista y en vulgar ginesta.
Tiene muchos provechos en medicina, los quales podrás leer en Dioscórides
... Nuestro poeta Garcilaso le dio epíteto de amarga, diciendo: 'Amargo al
gusto más que la retama'. Desta mata abundan muchos campos y la gastan en
los hornos de cozer pan. Su etymología trae origen del hebreo ... retamim.
Tamarid cuenta este nombre entre los arábigos.
Es voz hispano-árabe, de ratam, de uso documentado no anterior al siglo XIV.
En el Libro de la Montería se lee: Et después sea hí echada bizma que sea
fecha de retama con claras de huevos. En el castellano antiguo el término
para esta planta también llamada mírica, es el de iniesta = genista.
Magia del espliego
En las tradiciones asturianas se identifica al espliego y al tomillo con una
serie de ritos mágicos relacionados con las vísperas del día de San Juan y
la creencia en las xanas o ninfas de fuentes y montes, espíritus femeninos
de la Naturaleza.
También en la antigua Corona de Aragón, desde Huesca a Valencia, esta planta
aromática de flores azules en espiga purifica estancias y habitaciones
librándolas de influencias negativas y malos espíritus, a la par que
aromatizan las alcobas por lo excelente de su olor, que se adhiere a las
paredes y a la ropa usado en sahumerio.
Recuerdo que siendo niño en Alcira, junto al Júcar, una ramita de espliego
servía para ahuyentar malfarios y desgracias.
A fin de abundar en la excelencia de esta planta, cuenta un curioso caso, en
su Historia oculta del mundo vegetal, Jesús Callejo, quien asegura que en el
pueblo de Valensole, en la Provenza francesa, en julio de 1965, se vio bajar
de un ovni a dos pequeños tripulantes que se dedicaron a recoger matas de
espliego para llevarlas a su sideral destino.
Ya los griegos la tenían en gran aprecio, como deja ver el médico y botánico
griego del siglo I Dioscorides, en su tratado Acerca de la materia médica.
Fue a lo largo de la Edad Media planta conocida por brujas, alcahuetas y
hechiceras: La Celestina tenía en su casa raíces y hierbas colgadas del
techo, entre ellas la flor del saúco, la mostaza, el laurel blanco y el
espliego.
Magia del estramonio
El estramonio, una planta de grandes flores blancas y acampanadas y de
frutos verdes llenos de espinos, es el ingrediente principal de los
ungüentos mágicos que las bruxas emplean para volar por los aires encima de
su escoba. Gracias a esto pueden conocer lo que sucede en ese momento en
otros lugares.
Magia del fresno
El fresno tiene la función de canal de energía y de la energía misma, de la
esencia vital del universo, capaz de manifestarse en innumerables formas.
Contiene en si todas las polaridades, pero por otro lado, este árbol nos
habla continuamente de su ideal, la luz.
Los ramos de fresno se abren hacia la luz, la abrazan y se multiplican en
infinitos abrazos que buscan abarcarla, pero no la atrapan ni la absorben
con avidez: la tamiza, la deja caer y resbalar a través de sus hojas. Su
sombra es ligera. A través de sus formas y de su carácter, el fresno nos
habla de la pureza, que pertenece a quien fluye y se entrega y es capaz de
permanecer arraigado sin renunciar el vuelo. Este carácter solar es quizá
más firme y patente que en ningún otro árbol.
El fresno es protector de casas y bordas: las mantiene sombreadas en verano
mientras en invierno deja pasar el sol, y en tiempos de tormenta, según
tradición de toda la Sierra, aleja al rayo. “Algo habrá”.
Magia de los árboles
I. Abella.
Magia del helecho
El helecho, que nunca florece, puede crear de un modo milagroso una mágica
flor, entre la sexta y la séptima campanada de las doce de la Noche de San
Juan, y este hechizo proporciona la invisibilidad para quien lo presencie y
tenga la suerte de coger dicha flor con sus manos.
Magia del laurel
El laurel, metamorfosis de la ninfa Dafne, deseada por Apolo, representa las
manifestaciones públicas de ceremonias gloriosas, y con sus hojas siempre
verdes se hacían coronas. Por contra, el laurel cerezo representa las
manifestaciones ocultas de ritos secretos, que pasan desapercibidos al
pueblo pero no a los magos, brujos y hechiceros. En cuanto comienza a
tronar, los campesinos astures lo queman delante de su hogar, y su eficacia
es mucho mayor si ha sido bendecido el Domingo de Ramos. En este sentido, en
San Esteban de Sama hay una yerba amarilla y larga -la yerba de la
centella-, que preserva del rayo a quien la tiene. Tanto el laurel como la
herba empreñadeira (borraja) acaban con la infertilidad si son colgadas de
la cama. Se cuenta sobre esta última planta que aquélla muchacha que la pisa
queda embarazada, y son muchas las jóvenes que conciben un hijo por oler el
aroma de una flor o comer una fruta.
Magia del olivo
El poeta latino Virgilio tenía a este árbol por símbolo de la paz; de hecho,
el mundo antiguo lo rodeó de reputación y predicamento, aunque es árbol
vulnerable según los antiguos, circunstancia de la que se hace eco Alonso
López de Corella en sus Secretos de Philosophía (1546) asegurando que la
saliva de la cabra puede matarle, sobre si ha sido plantado por una
prostituta, en cuyo caso aunque creciere no dará fruto.
Oí decir siendo estudiante en Sevilla que quien muere en un olivar va al
cielo y tiene dulce muerte, creencia acaso basada en la placidez del rostro
de Jesús en el paso procesional de La oración del huerto, donde se refleja
el estado de ánimo del Señor en vísperas de su prendimiento en el huerto de
los olivos de Getsemaní, junto a Jerusalén. Todavía hoy, quien ha visitado
el lugar sabe que se experimenta una paz interior especial, acaso porque
desde allí se contempla en todo su esplendor la Ciudad Santa.
Se dice que a quien sueña con este árbol se le augura fortuna si es varón, y
si es mujer joven un buen partido; a la casada, más hijos aunque no los
quisiere.
En la Mancha se tiene por cosa cierta que en año bisiesto los olivos
presentan las hojas vueltas del revés, anunciando así la probabilidad de que
algo aciago acontezca:
Como es año bisiesto,
morena, ¿lo ves?:
las hojas del olivo
vueltas del revés.
Es voz latina, de olivus, de uso temprano en castellano. Gonzalo de Berceo
emplea así el término en su Vida de Santa Oria, a principios del XIII:
Vido redor el monte una bella anchura,
en ella de olivos una grant espesura,
cargados de olivas mucho sobre mesura
podrie vivir so ellos omne a grant folgura.
Magia del roble
El hombre antiguo creyó que la madera de este árbol da suerte en los
negocios, protege en los viajes y contrarresta todo mal influjo, y a ese fin
se llevaba un pedacito de madera de este árbol sagrado para tocarla llegado
el caso.
Los griegos escogieron el roble por ser el más frecuentemente alcanzado por
el rayo, símbolo de la divinidad: donde va el rayo está la morada de dios;
este árbol estaba asociado a Zeus, por lo que tocar el tronco del roble era
entrar en contacto con la divinidad, convicción que heredaron los romanos y
conocieron los pueblos bárbaros, que lo dedicaron al dios del trueno, Donar.
Talarlo o quemarlo trae malísimas consecuencias a quien lo hace. Los
druidas, o 'sacerdotes del roble', aseguraban que en su interior se esconde
la piedra del rayo, piedra cuya virtud conjura la tempestad y previene de
morir alcanzado por ese meteoro a quien la lleva.
En Asturias se cree que la madera del carbayu o roble sirve para quitar el
aguellu o mal de ojo, y en Aragón se le atribuye poder similar al del
pararrayos.
Es creencia general en el campo leonés que el rocío recogido bajo las ramas
del roble tiene efectos benéficos. Posee asimismo don de curar la hernia.
Magia del romero
Quién regala a quien ama un ramito de romero nunca será olvidado; por eso se
cree que en todo ramo de flores que se ofrece a una doncella o se lleve a
una parturienta debe haber al menos una ramita de romero.
Llevando una brizna de esta planta encima se tiene suerte, y si crece junto
a una casa, los que la habitan serán afortunados. Gabriel Alonso de Herrera
asegura en su Obra de Agricultura, a finales del XV: Tiene mucha virtud así
su rama como su flor y hacen della lectuario con azúcar, lo cual tomado de
mañana con un trago de vino blanco es muy singular cosa para los que tienen
desmayos y mal de corazón y para los que tienen dolor de estómago; conforta
la digestión, quita la ventosidad. Para los que no pueden urinar, cuézan las
hojas o flor en buen vino y póngalo emplastado caliente junto a los miembros
genitales. Si lo cuecen en agua y toman aquel vapor por baxo, alimpia la
madre y conforta y ayuda a concebir a las mujeres. El aceite de romero es
muy singular cosa untar con él las manos a quien le tiemblan. Tira las
manchas de la cara. Comida la flor del romero en ayunas sana las
enfermedades del pecho y alegra el corazón. Es muy bueno hacer destas flores
con otras yerbas olorosas ensaladas cogiéndolas por la mañana. Lavándose las
piernas y cuerpo en agua de romero conserva la salud y entestece las carnes,
y lavando con ella los niños se crían muy bonitos. Cuando trasiegan el vino
echen buena cantidad de la flor del romero y conservarse ha más tiempo y
terná buen olor. Puesta la flor entre la ropa olerá bien y no la dañará la
pulilla. Tomando el humo della en la cabeza hace purgar el romadizo;
sahumando con el romero la casa desencona el aire, hace huir todas las
animalias ponzoñosas y es bueno contra las enfermedades ocultas de los niños
Es bueno quemarlo por las calles en tiempo de pestilencia. Son tantas las
virtudes y excelencias desta planta que bastarían para henchir un libro, y
aun trayendo consigo la flor, andará alegre: es cosa común decir que della
huyen los enemigos. Sebastián de Covarrubias dice esto en su Tesoro de la
Lengua (1611): Sus virtudes no están todas descubiertas porque dizen ser
innumerables; ay tanto dello en España que calientan con él los hornos, sin
embargo de que de sus hojas y de sus flores y de su azeyte se han hecho
grandes esperiencias. Llamóse romero del nombre latino ros marinus.
En muchos lugares de España se rocía la puerta de casa con agua de romero
para evitar que salga de ella la felicidad o entre el mal fario y la
desgracia. Es una de las creencias más antiguas de la Humanidad. En la
civilización egipcia el romero o rosmarino era planta sagrada, tanto que no
podía faltar en el ajuar funerario porque su aroma envolvía el interior de
la tumba asegurando al difunto la alegría en su camino hacia el reino de los
muertos.
En Grecia estaba consagrado a Venus por creerse que tenía el don de conceder
eterna juventud, y servía de incienso, mientras en Roma era símbolo de la
fidelidad en el amor y la constancia, ya que nunca pierde su verdor, razón
por la cual estaba siempre presente en las ceremonias nupciales, y en las
lápidas funerarias como símbolo del descanso y la bienaventuranza.
Es planta rodeada de leyendas: los Evangelios Apócrifos refieren cómo la
Virgen en su huida a Egipto cubrió un arbusto de romero con su manto azul, y
desde entonces las florecillas blancas se trocaron en azules. En la
Universidad Hispalense, donde estudié mis primeros años de universidad,
algunos estudiantes del pueblo de Montellano potenciaban con él la memoria
en días de examen. La copla, atenta a conectar con la dimensión poética de
las cosas, canta:
¿Qué tienes en el pecho
que tan bien huele...?
¡Azahar de la India, querido,
y romero verde!
Por ser arbusto que brota de manera espontánea en tierras próximas al mar
los latinos llamaron a esta planta ros marinus = rocío del mar, luego
evolucionado hacia voces como 'romerino', forma positiva que por parecerse a
un diminutivo debió dar lugar al término actual. Juan Corominas, en su
monumental Diccionario Crítico Etimológico admite otra posibilidad: la forma
latina ros maris > romaris> romarius de donde vino romero.
Magia de la encina
Aspectos culturales e históricos
Desde que nuestro país tiene historia y hasta casi los albores de la Edad
Moderna estaba cubierto por un casi impenetrable bosque que estaba dominado
por encinas, pero donde también había lugar para los alcornoques, los
quejigos y otros robles, bajo estos árboles crecían también jaras,
lentiscos, retamas, madroños, labiérnagos, cantuesos, etc., conjunto al que
se le denomina bosque mediterráneo.
A lo largo de la Historia, la encina jugó un destacado papel en la economía
del hombre mediterráneo, que la utilizó de las más variadas formas y para
los usos más diversos. Sin embargo, aún siendo ésto de tanta importancia es
quizá más relevante el papel que ejerció fuera de los terrenos de lo
puramente material y que contribuyó a la configuración y desarrollo de
muchas costumbres y tradiciones así como a la evolución de creencias muy
arraigadas. (ROSA MARÍA GERMAN, 1996).
No pocas ciudades fueron fundadas allí donde existían grandes árboles de
encina para auspiciarse la fortuna.(MORO, R., 1995).
Esta influencia tiene como punto de partida tiempos muy remotos, hundiendo
sus raíces en esa época oscura en la que Europa se hallaba cubierta por
extensísimos y frondosos bosques que provocaron en los humanos profundos
sentimientos de temor e indefensión, de soledad y miedo ante sus amenazantes
espesuras. Estos sentimientos les llevaron a situar en ellos espíritus y
dioses, a reverenciar a los árboles, a adorarlos y, en suma, a convertir a
los bosques en verdaderos santuarios naturales: los bosques sagrados. (ROSA
MARÍA GERMAN, 1996).
La encina fue, junto con el roble, árbol sagrado en la Península Ibérica, al
igual que en el resto del mundo mediterráneo. Recibió culto entre los
celtíberos, que, como otros pueblos pastoriles, rechazaban los grandes
templos, llenos de estatuas, propios de las sociedades agrícolas (ROSA MARÍA
GERMÁN, 1996). Los celtas totemizaron a la encina, llamaron a ésta Kaërquez,
lo que significa árbol hermoso, palabra que hoy bajo la acepción latina de
Quercus da nombre científico a este mítico árbol. La acepción ilex proviene
de ilicis, ilicina, alcina, encina (MORO, R., 1995).
Entre los celtas existían los druidas (sacerdotes celtas, grandes sabios de
los árboles) cuyo nombre proviene del término dryadas, que significa
sacerdote de las encinas, estos danzaban alrededor de las encinas, en sus
rituales. En la tradición celta si un enfermo era pasado por las hendiduras
de la corteza curaría, y para defenderse de cualquier mal, los celtas
colgaban en sus ramas algunas de sus ropas. (YAÑEZ SOLANA, M., 1996).
Debieron ser abundantes en nuestro país los encinares sagrados, aunque son
muy escasas las noticias que sobre ellos poseemos. A través de Marcial (S.I)
conocemos la existencia de uno de estos encinares en el monte "Burado",
lugar de confusa identificación y otro que estaba situado a los pies de la
Sierra del Moncayo, muy cercano al pueblo de Beratón y próximo al de Cueva
de Agreda, los dos en Soria. El lugar se encuentra relacionado con algunos
mitos y leyendas (Caco, los siete Infantes de Lara) quizá producto de la
sacralidad del lugar. (ROSA MARÍA GERMÁN, 1996).
Estos bosques sagrados estaban fuertemente protegidos y la rigidez de su
culto debió ser notable a juzgar por las noticias que nos han llegado de
fuera de nuestras fronteras. Recientemente, se ha podido comprobar que esa
rigidez hay que hacerla extensiva a nuestra Península, ya que según las
comunicaciones presentadas en el XXV Simposio de la Sociedad de Lingüística,
celebrado en Zaragoza el pasado mes de diciembre, el primer bronce
encontrado en Contrebia Belaisca (Botorrita), en el año 1970, es una ley que
hace referencia a un bosque sagrado, un encinar, y que establece toda una
serie de prohibiciones, normas y castigos para su protección, indicando
también que se encuentra vigilado. (ROSA MARÍA GERMÁN, 1996).
Símbolo de justicia y fuerza, la encina ocupó también un destacado lugar en
las creencias del mundo clásico. Los aqueos, que constituían la más antigua
de las familias griegas, celebraban, según el testimonio de Tito Livio, bajo
una encina sagrada sus reuniones comunales en las que se tomaban las
decisiones más importantes. (ROSA MARÍA GERMÁN, 1996).