"Cuentan los griegos que cuando Cronos mutiló a Urano, su padre, brotó muchísima sangre y de ella salieron las melíades. Por aquel tiempo los griegos estaban siempre en guerra con los pueblos vecinos y habían inventado unas armas mortíferas que fabricaban con rama de fresnos. Como lo asociaban a la sangre, decidieron que estas ninfas serían las guardianas de los fresnos. Lo que no tuvieron en cuenta los griegos fue el lado maternal de estas dulces hadas, que, incapaces de hacer daño, habían decidido que las ramas de los árboles que ellas protegían servirían para cuidar de los niños. Cuando, de noche, algún niño se perdía en el bosque, las melíades lo recogían con toda dulzura y lo llevaban en sus brazos hasta el centro del bosque, donde unían la copa de los fresnos y formaban un cálido microclima, ponían una sábana en el suelo y dejaban dormir a los niños hasta que llegaba la mañana. Cuando era de día, desaparecían y se hacían invisibles, pero movían con fuerza las hojas para que los familiares pudieran encontrar el camino que les llevaba hacia el niño. El fresno contribuye con su poder a que los niños crezcan sanos, por ello, si se va a hacer una cuna de madera, es conveniente que sea de madera de fresno..."
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