Este encuentro solsticial veraniego, es en recuerdo de la puerta del verano, en el signo de Cáncer, correspondiente a la puerta de los hombres, por el motivo del deseo del ser humano de querer seguir alargando los días, sabiendo que desde esa fecha, 24 de Junio, los días comienzan a decrecer y las noches a crecer.
Dice Juan el Bautista sobre Jesús: “Conviene que el crezca y que yo disminuya”. Recordemos que el solsticio de invierno es la subida hacia la luz y en el de verano, es la bajada a la oscuridad, pues cuando se alcanza el máximo se comienza a decrecer. Desde luego, por esta puerta solsticial se desciende a la oscuridad, es decir, a la tristeza.
El motivo de hacerle en este lugar es debido a la profunda y extraña cueva que en el existe, siendo contenedora de unas sensaciones únicas que hacen de remover los interiores de los seres, por muy duros que estos sean. Me refiero a un antro que no se haya en Toledo, sino a unos cuantos kilómetros,en Titulcia, provincia de Madrid.
Precisamente el ligar por mi parte a esta “Cueva de la Luna” con el “Solsticio de Verano” es por el descenso a su extrema profundidad, por medio de una larga escalera. Bajar ya a su bóveda principal, pone en consonancia con el entorno, pues en como bajar a un lugar sacro, cuya forma circular da la solución del grupo, para el rezo y la costumbre del encendido de las velas.
Según algunos expertos dicen, perteneció esta cueva a la orden de los Templarios. Desde luego sobre su bóveda principal se encuentra una cruz inscrita en un círculo, estando pateada, cuestión emblemática muy común entre estos monjes guerreros. En ella se encontró un sello de la orden, con la cruz de ocho beatitudes.
Armando Rico, dueño de “La Cueva de la Luna”, escribió una pequeña obra sobre la misma con dicho título, donde se cuentan muchas leyendas con respecto al Temple, pero sobre todo a una visión que tuvo el cardenal Cisneros al llegar hasta aquí, cuando iba a tomar la ciudad de Orán, por lo que mandó construir la cueva y una ermita.
Otros sugieren que dicha cueva se construyó como granero o bodega, teniendo respiraderos, aunque su gran profundidad difiere mucho de este aserto. Todas las salas reales están revocadas a la manera renacentista, con arcos de medio punto y lo más extraño es la gran cantidad de pequeñas capillitas en bajo relieve terminando en ojiva, que se encuentran en cada una de sus salas, excepto en la sala del sureste.
Tras el descenso, cuando se llega a su cúpula principal y tras una concentración u oración con el grupo con que se esté, el recorrido del antro se debe de hacer primero en pareja y luego de forma individual. Realmente su recorrido es como hacer un reciclaje interior, cuyas sensaciones se suelen notar aquí “in situ” de diferentes formas, según la sensibilidad de las personas.
Se sale de la cúpula recorriendo la primera galería que va hacia el norte, hasta llegar al fondo. Luego se gira a la segunda galería que hay hacia la derecha, acercándose a su fondo, donde se observa una zona derruida y lógicamente sin paso y a donde se suelen oír grandes estruendos, por lo que se altera rotundamente la psiquis, haciendo subir la adrenalina, siendo un verdadero despertar e influyendo en las conciencias.
Luego hay que girar sobre sí mismo siguiendo lo andado, aunque esta vez recorriendo la galería completa, es decir, la tercera que se extiende hacia el oeste, llegando hasta el final de la misma. Allí se encuentra un respiradero y en este sitio se oyen grandes golpes, que te dejan aturdido momentáneamente, haciendo dudar si seguir hacia adelante.
Se sigue luego por la galería cuarta que se dirige hacia el sur, donde se comienzan a tener sentimientos de respecto o de miedo, en este momento del recorrido hay gente que cae al suelo desmallada o no resiste la presión y sale muy deprisa por el mismo sitio que ha entrado. Otras personas ven luces al final de esta galería. Realmente es como pasar una especie de “purgatorio”.
Al llegar al fondo se encuentra la quinta galería, que lleva al este y conduce de nuevo a la cúpula central. Este último recorrido es como atravesar un “infierno”, pues perece que una fuerza tira de tu nuca hacia atrás, por lo que hay gente que corre despavorida y por miedo hacia adelante, hasta llegar a la luz de las velas que suele haber en la sala redonda de la cúpula. Realmente el recorrido de la “Cueva de la Luna” es un verdadero reciclamiento, que sirve de limpieza interior, haciéndonos vivir las nostalgias conducentes sentido estacional del Otoño, cuyas noches se alargan hasta el “Solsticio de Invierno”.
Nadie que haga el recorrido por esta enigmática cueva, quedará inmune de tener alguna rara o extraordinaria experiencia, que parecerá hecha por la imaginación, aunque en realidad es una experiencia psíquica, mística o espiritual. Al terminar con otra oración en la sala de la cúpula, se sale de este antro, al aire libre.
Al lado de la entrada, se encontraba una “era”, donde se trillaban las mieses para conseguir el trigo. En dicho lugar se hace la hoguera de la noche de San Juan, por el deseo del ser humano de tratar de alargar el día, pues este prefiere la luz a las tinieblas.
Sobre las ascuas se ponía una sartén y cuando esta estaba caliente, se la echaba el plomo y según la figura que se formaba quedando impresa, alguien que tenía experiencia en leerlo determinaba el destino de los seis meses por venir.
Así de interesante era el recorrido de esta cueva en dicha fecha. En este tiempo, no sé si la “cueva de la luna” se abra hundido o se abra restaurado por completo, ojalá que así sea, esperando hacerle alguna vez de nuevo.
Cualquiera que se encuentre preparado para un evento de este estilo, puede hacer este extraño, curioso y misterioso recorrido energético, para poder reciclarse alguna vez en su sedentaria vida.