Señor, mira ante ti a nuestra familia. Te damos gracias por el techo que nos cobija, por el afecto que nos une; por la paz que en el día de hoy nos ofreces; por la esperanza con que aguardamos el día de mañana; por la salud, el trabajo, el sustento, el claro cielo con que nos alegras la vida; por los amigos que en todas partes del mundo tenemos y por quienes en este lugar nos prestan amistosa ayuda.
Colma de paz, Señor, nuestra pequeñez. Limpia nuestro corazón de latentes rencores. Infúndenos bondad y fortaleza para sufrir y perseverar. Ofensores nosotros mismos, muévanos tu gracia a entender y perdonar a quienes nos ofendan. Ingratos, ayúdanos a soportar con ánimo conforme la ingratitud ajena.
Danos valor, alegría, y sosiego de espíritu. Guárdanos en el fecto del corazón amigo; y ablanda el corazón del enemigo. Ampáranos en todos nuestros sanos esfuerzos, si tal es tu voluntad. Si no lo fuere, danos entereza para que, al sobrevenir lo que nos esté destinado, tengamos valor en el peligro, firmeza en la tribulación, templanza en la ira y las vicisitudes; y hasta las puertas de la muerte, lealtad y afecto los unos para con los otros.
Barro en las manos del alfarero, aspas de molino que el viento anima, hijos del Padre Universal, de Ti, Señor, por el amor de Jesucristo imploramos piedad y ayuda. |