Discípulo: es aquel que, por sobre todo, se compromete a hacer tres cosas:
Servir a la humanidad. Colaborar en el plan de los Grandes Seres, tal como lo ve, y de la mejor manera posible. Desarrollar los poderes del alma, expandir su conciencia hasta poder actuar en el cuerpo causal, en los tres planos de los tres mundos, y seguir la guía del yo superior y no los dictados de su triple manifestación inferior. Discípulo es aquel que comienza a comprender el trabajo grupal, y a trasladar su centro de actividad, desde sí mismo (como un eje alrededor del cual todo gira) al centro del grupo.
Discípulo: es aquel, que comprende simultáneamente la relativa insignificancia de cada unidad de conciencia como también su vasta importancia. Se ajusta su sentido de proporción y ve las cosas tal cual son, a las personas como son, a sí mismo tal cual es inherentemente, entonces trata de llegar a ser lo que él es.
El discípulo comprende la vida o el aspecto fuerza de la naturaleza y no le atrae la forma. Trabaja con la fuerza y por medio de la fuerza; se reconoce como un centro de fuerza dentro de otro centro mayor de fuerza, y tiene la responsabilidad de dirigir la energía que puede afluir a través de él hacia los canales por medio de los cuales el grupo puede beneficiarse.
El discípulo reconoce que es, en mayor o menor grado, una avanzada de la conciencia del Maestro, considerando al Maestro en un sentido dual:
Como su propia conciencia egoica. (El alma o ángel solar) Como el centro de su grupo; fuerza que anima a las unidades del grupo, uniéndolas en un todo homogéneo. Discípulo: es aquel que transfiere su conciencia de lo personal a lo impersonal, y que durante la etapa de transición soporta necesariamente muchas dificultades y sufrimientos, provenientes de varias causas:
De su yo inferior, que se rebela en contra de la transmutación.
De su grupo inmediato, de sus amigos y familiares que se rebelan ante su creciente impersonalidad. No les agrada ser considerados uno con él, en el aspecto vida, y sin embargo independientes de él, en lo que respecta a deseos e intereses. No obstante, la ley rige, y sólo cabe verdadera unidad en la vida esencial del alma. Descubrir lo que la forma es, causa muchos sufrimientos al discípulo, pero el camino conduce eventualmente a la perfecta unión.
Discípulo: es aquel que conoce su responsabilidad para con todas las unidades que están bajo su influencia -responsabilidad de colaborar con el plan de la evolución, tal como es para ellos, y así expandir las conciencias y enseñarles la diferencia entre lo real y lo irreal, la vida y la forma. Esto puede realizarlo muy fácilmente demostrando en su propia vida cuál es su meta, objetivo y centro de conciencia.
Iniciación Humana y Solar,pág. 68/9 |