LA PRINCESA DEL AGUA DE LA VIDA Presentación del cuento Erase una vez, cuando no había tiempo, en el país del NO-LUGAR, allí vivía, solitaria en una pequeña cabaña, una pobre muchacha cuyo nombre era Jayda. La miel Caminando por el bosque un día Jayda vio que una colonia de abejas había abandonado su miel, y decidió recorgerla. La llevaré al mercado, la venderé y trataré de mejorar mi vida con el dinero que consiga – se dijo a sí misma. Jayda corrió a casa y volvió con un frasco, que llenó con la miel. Pero ella no sabía que la causa de su pobreza era un Jinn maléfico, que intentaba por todos los medios evitar que ella tuviese éxito alguno. El Jinn despertó, ya que algo le dijo que Jayda estaba comenzando a hacer algo útil, y corrió al lugar con la intención de causar problemas. Tan pronto como vio a Jayda con la miel, el Jinn se convirtió en una rama ligada a un árbol, y empujó su brazo, de modo que el frasco cayó y se rompió, y toda la miel se esparció por el suelo. El Jinn, aún en la forma de una rama, se reía, moviéndose de un lado a otro con regocijo. Esto la enfurecerá – se dijo a sí mismo. Pero ella contempló la miel y pensó: - "No importa, las hormigas se comerán la miel y quizás algo surja de ello". Jayda había visto una hilera de hormigas, cuyas exploradoras ya estaban probando la miel para ver si era útil para ellas. Las moras Cuando comenzó a caminar a través del bosque de regreso a su cabaña, Jayda se dio cuenta que un hombre montado a caballo se estaba aproximando hacia ella. Cuando estuvo solo a unos metros, el jinete levantó ociosamente su látigo y golpeó una rama al pasar. Jayda vio que era un árbol de morera, y el golpe había hecho que la fruta madura cayese al suelo. Ella pensó: "Ésa es una buena idea. Recogeré moras y las llevaré al mercado para venderlas. Quizá algo surja de esto" El Jinn la vio juntando la fruta y se rió interiormente. Cuando Jayda hubo llenado el cesto, el Jinn se convirtió en un burro y la siguió silenciosamente en su camino al mercado. Cuando Jayda se sentó para reposar, el Jinn en forma de burro se acercó a ella, hocicando su brazo. Jayda le golpeó la nariz, y entonces, de repente, la horrible criatura se revolcó sobre el cesto de moras, machacándolas sobre el camino y el asno Jinn se alejó galopando muy contento entre los arbustos. La Reina y Jayda Jayda miró la fruta con consternación. En ese momento, sin embargo, la reina se estaba aproximando en su ruta hacia la capital. ¡Parad al instante! – ordenó a los portadores del palanquín – porque esa pobre muchacha lo ha perdido todo. Su burro ha aplastado la fruta y ha escapado. Ella quedará arruinada si no la ayudamos. De modo que la Reina tomó a Jayda en su palanquín, y se hicieron amigas rápidamente. La Reina dio a Jayda una casa, y Jayda pronto se convirtió en una próspera comerciante por propios méritos. Jayda y el incendio de su casa Cuando el Jinn vio lo bien que le iba a Jayda, examinó la casa para ver que podía hacer para arruinarla. El Jinn se dio cuenta de que ella mantenía todas sus mercancías en un almacén detrás de la casa; de modo que prendió fuego a la casa y ala mercancía, y el lugar se quemó hasta los cimientos en menos tiempo que toma el contarlo. Jayda y las hormigas Jayda había salido corriendo de la casa cuando olió el humo, y contempló las ruinas con tristeza. Entonces se dio cuenta de que una línea de pequeñas hormigas se estaba formando, y estaban trasladando su reserva de maíz, grano a grano, desde debajo de la casa un lugar de mayor seguridad. La fuente del agua de la vida Para ayudarlas, Jayda levantó una gran piedra que cubría su nido. Debajo de ella brotó una fuente de agua. Mientras Jayda la probaba, la gente de la ciudad se agrupó alrededor de ella y exclamó: ¡ El Agua de la Vida! ¡ Esto es lo que ha sido profetizado! Y le contaron a Jayda, como había sido profetizado que un día, después de un fuego y muchos desastres, una joven que no se afligía por las calamidades encontraría una fuente. Está sería la última fuente de la vida. Jayda Princesa Y así es como Jayda se convirtió en la Princesa del Agua de la Vida, la cual ella aún custodia, y que se puede berber para dar inmortalidad a aquellos que la encuentran al no afligirse por las calamidades. Fin. |