Esta Ciudad es una ciudad encantada en la cordillera de los Andes, a la orilla de un lago. El día de Viernes Santo se puede ver, desde lejos, como brillan las cúpulas de sus torres y los techos de sus casas, que son de oro y plata macizos..."
Esta leyenda surgió en el siglo XVI, durante la conquista española, y describía un paradisíaco paraje donde se asentaba una ciudad fantástica, repleta de metales preciosos. Sus habitantes poseían grandes riquezas, y las tierras regidas por esta ciudad eran excelentes para la explotación agrícola y ganadera. La también llamada Ciudad errante era una ciudad de plana cuadrada, de piedra labrada y edificios techados con tejas que refulgían bajo el sol. Sus templos , e incluso el pavimento eran de oro macizo. Algunas versiones la ubicaban en un claro del bosque, otras en una península, y algunas incluso dicen que estaba en el medio de un gran lago y contaba con un puente levadizo como único acceso. Abundaban en ella el oro y la plata, de la cual estaban forradas las paredes. Con estos metales también se hacían asientos, cuchillos y rejas de arado. Tenía campanas y artillería, las cuales se escuchaban de lejos. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro. Los historiadores ven en esta leyenda un intento de la corona española por impulsar la colonización de las tierras del sur de América, que si bien eran importantes en términos estratégicos, eran muy peligrosas y no resultaban tan atractivas a los ojos de los conquistadores como los territorios del Perú.
La Ciudad de los Césares llegó a convertirse en un verdadero mito de la conquista, al igual que El Dorado o la leyenda de las Amazonas. Existen numerosas descripciones de este lugar, y no faltaban los testigos que declaraban bajo juramento las maravillas que de ella habían presenciado. En una antigua crónica española se puede leer lo siguiente: "Tenía murallas con fosos, revellines y una sola entrada protegida por un puente levadizo y artillería. Sus edificios eran suntuosos, casi todos de piedra labrada, y bien techados al modo de España. Nada igualaba la magnificencia de sus templos, cubiertos de plata maciza, y de ese mismo metal eran las ollas, cuchillos, y hasta las rejas de arado. Para formarse una idea de sus riquezas, basta saber que los habitantes se sentaban en sus casas en asientos de oro. Eran blancos, rubios, con ojos azules y barba cerrada. Hablaban un idioma ininteligible a los Españoles y a los Indios; pero las marcas de que se servían para herrar su ganado eran como las de España, sus rodeos considerables".
Los nombres que recibió esta comarca son variados: "Ciudad Encantada", "En-Lil", "Lin Lin", "lo de César"' o "Los Césares". "La Ciudad de los Césares" fue el que prevaleció, Como diversa es también la posible ubicación de ésta ciudad ya que muchas versiones indican que se encontraría en la Patagonia como así mismo lugareños de Malargue sostienen haberla visto en los atardeceres.
Fuente:
http://www.facundoallia.com.ar/paginas/MzaMistica.htm