Después de que Santiago fuese degollado, sus discípulos recogieron su cuerpo y lo pusierón encima de una barca de piedra.
Navegando llegaron a las costas de Galicia a un lugar donde había una fiesta por el casamiento del hijo del señor.
Había gran alegría y entre otros festejos se bafordaban (ir galopando mientras se arroja la lanza y se vuelve a recoger sin que caiga al suelo).
Uno de los que bafordaban era el novio que de repente vio como su caballo se dirigía al mar y se hundía bajo las aguas.
Todos vieron el prodigio y como al llegar a la barca caballo y caballero salieron sin daño de las aguas.
Al volver a tierra y pisar la playa, todos vieron que tenía los vestidos y el sombrero cubiertos de vieiras y a partir de entonces todos los que peregrinan a Santiago llevan en sus ropajes la concha venera.