Cuando al principio yo me establecí en mi camino de despertar, sentí como si todo mi mundo estaba cayendo. Muchas de las cosas a las cuales había dedicado mi tiempo, atención, y energía repentinamente se volvieron insignificantes. Puede ser muy sorprendente e inquietante descubrir que los valores por los cuales viviste ya no parecen reales. Ya no encontré la misma satisfacción o comunicación con los amigos con los que acostumbraba a pasar el tiempo. Me pregunté porqué yo estaba haciendo la clase de trabajo que hacía. Las ocupaciones sociales que antiguamente me habían traído placer ya no eran eso para mi. Sentí que la mayoría de las metas que había dibujado ya no eran dignas de mi atención. Todo mi sentido de propósito había cambiado. Tuve un breve sabor de algo más y mejor, pero no sabía como hacerlo un elemento duradero en mi vida. Me sentí perdido a veces incluso como si estuviera volviéndome loco. Fue una oscura noche del alma.
Si estás pasando a través de tal noche, o incluso lo has hecho, consuélate en saber que tal vacío es una muy importante, útil y necesaria parte del viaje. Cuando siembras un jardín, la tierra tiene que ser labrada, revuelta, y alisada antes de que las nuevas semillas puedan crecer; de otra manera las viejas malezas sobrepasarán el almácigo. De la misma manera, antes que una nueva y brillante construcción pueda ser levantada, la vieja, malgastada e inútil estructura tiene que ser despejada. Tenemos que hacer espacio para que algo nuevo y mejor entre en nuestras vidas. Mientras puede parece que estamos fuera de control o sujetos a fuerzas más grandes que nosotros mismos, es importante recordar que hay sabiduría en los acontecimientos que atraemos hacia nosotros.
Alan Cohen |