Hay algo que un hombre jamás debe perder: su propia identidad. Desde tu núcleo de Ser, desde el centro de tu corazón, tu Cristo interno, tu Yo Soy en ti, tú sabes quién eres, tú recuerdas por qué estás aquí y cómo caminar esta Tierra. Hay verdades que uno reconoce desde lo profundo y sabe y acepta como únicas, no desde su raciocinio humano, no desde su intelecto o desde su mente objetiva, sino desde su corazón, desde el núcleo crístico de verdad, desde lo realmente auténtico que se encuentra formando parte de él y siendo uno con él. ¿Por qué vas a quedarte con lo de afuera, con lo que han intentado enseñarte, con lo que te han manipulado y utilizado como han querido desde tu inconsciencia de Ser? No lo hagas. No lo permitas más. Ya no más. Vuelve a tu esencia, a tu origen. Reconócete como quien eres en verdad y acepta esa como la única verdad en ti. Haciendo eso, reconoces a Dios en ti y en todo cuanto te rodea. Desde tu impulso interno, desde la fuerza que surge de tu Cristo como manifestación del absoluto Amor en ti, impulsa la única verdad en ti y en todo cuanto te rodea, y vuelve a casa. Reconoce el Propósito Divino como tu único propósito y coloca ante ti una única meta: regresar al lugar que te corresponde con tu misión bien cumplida. Ocupa tu lugar lo más pronto posible. El gran ejército de Luz necesita de ti. Todos los de la fuerza en Tierra necesitamos de ti. Es necesario que recuerdes y ocupes tu lugar. Nadie más que tú puede hacerlo. Recuerda, desde el núcleo de tu Ser, tú vas a saber y a recordar. Escucha las palabras que llegan a ti en este momento e identifícalas. Tú las sabrás reconocer. Recuerda, amado Ser, de dónde proceden los impulsos que en estos momentos llegan a ti, identifícalos, y reconoce la verdad en ti. Fuiste avisado de que no sería fácil, de que miles de trampas intentarían hacerte olvidar. Pero, a pesar de los peligros, tú dijiste «Sí, quiero», ¿recuerdas? Unos a otros nos ayudaremos a recordar, unos a otros nos apoyaremos y nos uniremos como fuerza de Luz en la Tierra. Unos con otros formaremos una gran unidad de Luz indestructible, y representaremos a Dios en la Tierra. Unos con otros serviremos como Uno para el único Plan de Luz en la Tierra, bajo el mando de Amor del único Señor de esta Tierra: Jesús, el Cristo. ¿Vas recordando? Como células conscientes de Luz y Amor, sembraremos lo mejor de nosotros por allí por donde pasemos, daremos lo mejor, esas chispas de Luz que nos forman. Seremos estrellas caminando la Tierra. Acuérdate: «Sólo tienes que recordar. Sólo se trata de Ser quien eres en verdad». Escucha, mi pequeño gran hermano: la pesadilla acabó. La pesadilla de olvidarse de sí mismo acabó. A partir de ahora caminarás con rumbo, nuevamente en la conciencia de ser Uno con Dios, con el creador, con tu Padre eterno. Estés donde estés en este momento, escucha bien mis palabras: Bienvenido a casa. Todos te estábamos esperando y hoy es un día de fiesta porque llegaste. Porque por fin comenzaste a recordar. Porque, desde este instante, a una gran velocidad, tú vas a saber quién eres. No tengas miedo. Acuérdate: tú no conoces el miedo, eres un guerrero de la Luz. Qué miedo puedes sentir cuando tu Padre está contigo, cuando le sirves a Él. Sólo la Luz y la fuerza del Amor de tu Ser siendo en ti puede ser en ti. Siéntenos, a tantos que te amamos, que te clamamos desde otros planos, desde otros lugares, por el Amor que nos une. Recuerda: Todo lo que siempre llevaste adentro, aquello que tú sabías que era cierto pero que te hicieron creer que no lo era, que eran tus fantasías o simples utopías. Todo es cierto. Aquí ahora, yo te digo, desde tu corazón impulsa la fuerza de Dios en ti y saca de ti todo lo falso, entrégalo en este instante, estás rodeado por Seres de Luz que te aman y te conocen, entrégaselo para que sea transmutado en Dios. No dudes de ti ni un instante, porque la duda es la puerta a la mentira y la confusión. La duda es la puerta a la oscuridad. Ábrete a la Luz que tú eres y sé con todo tu Ser. Estamos contigo en este momento. Hazlo ahora. Y dime: ¿Cómo te sientes?, mucho más ligero, ¿no? Apenas has comenzado a quitarte algo del peso que no te deja andar, algo de la nube que no te deja ver. Espera y sabrás reconocer la Luz y la verdad en todo y en todos. Mira. Sí, con tu ojo de verdad, en el centro de tu frente, con el ojo de la conciencia de Dios, yo te digo: mira. Mira y ve la gran red de Luz que envuelve al planeta. Mira y ve miles de seres entregados en cuerpo y alma a la Luz del Padre, rodeando en este instante a la madre Tierra. Mira bien, porque tú estás también ahí. Mírate, ¿te ves? Recuerda, tú eres un eslabón de la cadena, de la tremenda cadena de Luz que envuelve al Planeta en esta hora y que lo hará despertar a la Luz. ¿Te suena? Pero ya es hora. Bueno, en realidad hace tiempo deberían haber despertado todos, pero la cosa no ha estado fácil, y, si te das prisa, aún hay tiempo. Pero tenemos trabajo, mucho trabajo. Te requerimos junto a nosotros consciente y despierto, en la entrega total al servicio. ¿Qué me dices? Conozco tu respuesta. Sé la respuesta de cada uno de vosotros porque sé muy bien del Amor que os forma y os identifica a todos. |