Septiembre 9, 2010:
En un artículo que se publicó hoy en la revista Astrophysical Journal Letters
(Cartas de Investigación sobre Astrofísica, en idioma español), un grupo de astrónomos profesionales y aficionados anunció que Júpiter está siendo golpeado con una frecuencia sorprendente por pequeños asteroides, los cuales producen recurrentes bolas de fuego en la atmósfera del planeta gigante y, de este modo, lo iluminan.
"Júpiter es una gran aspiradora gravitacional", dice Glenn Orton, quien es uno de los co–autores del artículo y astrónomo del Laboratorio
de Propulsión a Chorro (JPL, por su sigla en idioma inglés). "Ahora es
claro que objetos relativamente pequeños, que son vestigios de la
formación del sistema solar, hace 4.500 millones de años, todavía
golpean a Júpiter con frecuencia".
Los impactos son lo suficientemente brillantes como para que puedan observarse a través de telescopios de jardín desde la Tierra. De
hecho, los primeros en detectarlos fueron astrónomos aficionados,
quienes registraron dos bolas de fuego tan sólo en el año 2010: una el 3
de junio y la otra el 20 de agosto.
Los astrónomos profesionales, de la NASA y de otros lugares, han dado seguimiento a las observaciones realizadas por los aficionados,
esperando averiguar más sobre los cuerpos que causan los impactos. Según
la Carta publicada hoy, cuyo primer autor es Ricardo Hueso, de
la Universidad del País Vasco, en España, la bola de fuego del 3 de
junio fue causada por un objeto de aproximadamente 10 metros de
diámetro. Cuando golpeó a Júpiter, el impacto liberó alrededor de mil
millones de millones (1015) de joules de energía. En comparación, eso es de 5 a 10 veces menos
energía que la liberada en el "evento de Tunguska" de 1908, cuando un
meteoroide explotó en la atmósfera de la Tierra y arrasó con millones de
árboles en un área remota de Rusia. Los científicos continúan
analizando la bola de fuego del 20 de agosto, aunque creen que fue de
una magnitud comparable con el evento que tuvo lugar el 3 de junio.
Antes de que los aficionados avistaran estas bolas de fuego, los científicos no estaban al tanto de que se pudieran observar colisiones
tan pequeñas. El primer indicio de su visibilidad se dio cuando, en
julio de 2009, Anthony Wesley, un astrónomo aficionado de Australia,
descubrió una mancha oscura en Júpiter. Esa mancha estaba compuesta
claramente por los escombros, que aún se arremolinaban, de un impacto
que acababa de ocurrir, pero que él no había podido captar. En la
siguiente ocasión, sin embargo, su suerte mejoraría. El 3 de junio de
2010, pudo capturar una bola de fuego en el momento en el cual ocurrió.
"Estaba mirando en mi telescopio imágenes de video en tiempo real cuando vi un destello luminoso de 2,5 segundos en el borde del disco de
Júpiter", dice Wesley. "Fue inmediatamente claro para mí que tenía que
ser un evento que se estaba produciendo en Júpiter".
Otro astrónomo aficionado, Christopher Go, de Filipinas, confirmó que el destello también apareció en sus registros. Cuando los astrónomos
profesionales fueron avisados a través de mensajes de correo
electrónico, buscaron señales del impacto en imágenes de telescopios más
grandes, entre los cuales se incluyen los siguientes: el Telescopio
Espacial Hubble, de la NASA, el VLT (Very Large Telescope o Telescopio
Muy Grande, en idioma español), del Observatorio Europeo del Sur, en
Chile, y los telescopios del Observatorio Gemini, en Hawái y en Chile.
Los científicos no observaron disturbios térmicos o huellas químicas
típicas asociadas con los escombros, lo que permitió poner un límite al
tamaño del objeto.
La segunda bola de fuego, que se produjo el 20 de agosto, fue detectada inicialmente por el astrónomo aficionado japonés Masayuki
Tachikawa, en la ciudad de Kumamoto, y fue rápidamente confirmada por
otro aficionado japonés, Aoki Kazuo, en Tokio. Esta bola de fuego duró
aproximadamente 1,5 segundos y, al igual que la bola de fuego del 3 de
junio, no dejó escombros que pudieran ser observados por telescopios
grandes.
"Es interesante notar que, mientras que la Tierra es golpeada por objetos de 10 metros de diámetro una vez cada 10 años en promedio,
parece ser que Júpiter es golpeado por objetos de ese tamaño [hasta]
varias veces al mes", comenta Don Yeomans, director de la Oficina del
Programa de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO, por su sigla en idioma
inglés), en el JPL, quien no estuvo involucrado directamente en el
estudio.
Saber con qué frecuencia es golpeado Júpiter puede enseñar algo a los astrónomos sobre la población de meteoroides a través del sistema
solar —un asunto que resulta de considerable importancia para nosotros
en la Tierra. Justo ayer, el 8 de septiembre, un asteroide de 10 metros
de diámetro, llamado 2010 RF12, pasó cerca de nuestro planeta, sin hacer
impacto con él. Hace dos años, una roca espacial un poco más pequeña,
denominada 2008 TC3, se desintegró en la atmósfera superior arriba de
Sudán.
"Aún estamos refinando la tasa de impactos sobre Júpiter", añade Yeomans, "y estudios como éste ayudan a hacer precisamente eso".
Para conocer más sobre la investigación original, consulte "First Earth–based Detection of a Superbolide on Jupiter"
(Primera Detección Terrestre de un Superbólido en Júpiter), por R. Hueso
y colaboradores, en la revista Ap. J. Letters, 2010, 721, L129.