Desde el momento de nuestro nacimiento el ser humano se ve afectado por todo lo que a su alrededor se encuentra. Desde el momento de salir del vientre de nuestra madre enfrentamos el dolor más grande, salir del lugar en donde estábamos protegidos y resguardados para enfrentar un mundo cambiante y cada vez más agresivo, sin saber cómo serán los padres que nos engendraron, sin conocer cuál será la herencia de nuestra familia, sin conocer los conflictos presentes, y sin conocer toda la aventura de un mundo al cual estamos expuestos, estamos aquí. Dentro de las miles de posibilidades de millones de células que se pudieron haber unido, estas células formaron un ser único e irrepetible, y esto no es una coincidencia o un hecho al azar, el Ser Humano nunca tiene experiencias de coincidencias porque en la vida hay un orden inalterable, todo lo que está “es” y tiene una razón, una razón no por inventarse sino al contrario una razón por descubrirse, un “sentido” que nos hace, aspirar a un ideal de vida. Sin embargo ese ser pequeño e indefenso, posee en todo su esplendor la esencia misma del ser humano, la parte mas interna del espíritu. Todo lo que en su vida el ser humano acumula en experiencias, los conflictos de la niñez, los fracasos, la depresión de nuestros tiempos, la necesidad de sentirse querido y aceptado, el trabajo rutinario, las ganas de no vivir, giran herméticamente durante días o años, y fingimos en ocasiones que no existen, preferimos callar y tratar de hacer frente a la frustración que eso genera, llenando vacíos con vacíos, y al final ¿qué queda?, queda solamente el hombre mismo y su “dignidad”, aquel que tiene que hacer frente a las situaciones más adversas, aquel que no puede cambiar un pasado que ha influido en su vida, pero que ha aún NO LO DETERMINA, el hombre que ha comprendido que ahora es lo que es, gracias a su pasado, porque es en él en donde encuentra toda su riqueza de experiencia, el hombre que tiene la capacidad de mirar atrás y descubrir el sentido inmerso en esas experiencias que lo han tocado, comprenderá que en el “sentido” de su pasado estará el “sentido” de su presente y podrá PROYECTAR UNA VISIÓN DE FUTURO CON “SENTIDO”. El hombre tiene la capacidad de “oponerse” (la fuerza de oposición del espíritu) a las situaciones que la vida le plantea, no de modificar el destino, pero tiene siempre aún en el último de los casos la posibilidad de elegir que “actitud” tomar ante las situaciones que la vida le plantea, o en las palabras de Viktor Frankl: “no soy yo quien le pregunta a la vida, es la vida quien me cuestiona a mí, y yo elijo como responder”
El ser humano guarda dentro de su “Ser” el Espíritu, el cual nunca enferma, y no muere, el espíritu no se aniquila, una vez que ha sido encendido arde iluminando desde el interior hacia fuera, y es allí en donde empieza el trabajo de reconocer la heridas y el sufrimiento, ¿Por qué si el Espíritu ilumina nuestro “Ser”, nos perdemos en la oscuridad?, ¿Por qué no me puedo dar cuenta que lo hago hoy me esta dañando?, ¿Por qué a pesar de que se que me estoy lastimando y lastimando a quienes me aman, no puedo evitar seguir lastimándome (les)?. El hombre es más que una entidad biológica (cuerpo), psicológica (mente), social (la familia y la comunidad), hay una dimensión más la Espiritual, el Ser Humano es ontológicamente un ser Espiritual, lo que no son el resto de los demás seres vivos.
Y cuando este mismo hombre se ve conflictuado con su dimensión psicológica, con su neurosis, depresión, ansiedad, sufrimiento, culpa, etc. No le es posible acceder a su dimensión Espiritual (se bloquea), debido a que no conozco cuales son mis posibilidades como persona para hacer un cambio en mi vida, y las cambios de la vida no ocurren solos, el hombre es el que tiene la responsabilidad de iniciar su proceso de “autodescubrimiento”, de reconocer su riqueza y su oportunidad de crecer a pesar de la desventura, sin embargo--- (que)--- la dimensión Espiritual se encuentre bloqueada no significa que se apague, sino que aguarda esperando encendida a que el hombre vaya a la conquista de su propio Ser.
Reconocer que cuando he fallado, cuando me equivocado, cuando lastimé a los que me quieren y cuando me lastimé a mi mismo, implica tener la “humildad” de reconocer mis errores, pero al mismo tiempo me hace ser conciente de que soy un ser “falible” e “imperfecto”, “soy un ser que no tiene respuesta a todo lo que la vida me ofrece, el poder equivocarme en los momentos en que he tenido que decidir, que soy un ser con miedos y temores”.
El hombre es un ser en constante crecimiento, somos seres no terminados, todos los días hay algo por aprender y todos los días me espera “algo” por descubrir.
Ser responsable significa tener la capacidad de responder, hacerme cargo concientemente y voluntariamente de algo. "YO SOY RESPONSABLE DE LO QUE PIENSO SIENTO DE LO QUE AMO Y DE COMO SUFRO" (VIKTOR FRANKL).
¿Y ante quién es responsable el hombre? Ante sí mismo, la mayor tarea de cómo ser humano es hacerme responsable de mi vida y de ir respondiendo a las tareas que la vida me va ofreciendo, nadie puede hacer esto por mí, solo yo puedo hacerlo, es intransferible”. Es la Unicidad de la Persona.
LA RESPONSABILIDAD Y AUTOTRASCENDENCIA PERDÓN
Ser responsable ante Dios, a que soy un ser abierto a trascender, a la aspiración de un sentido mucho más alto. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
Cuando el hombre comprende que no es culpable de lo que le ha pasado en la vida, pero sí responsable de su dolor y su sufrimiento, deja de ser una “víctima” de las circunstancias, modifica sus actitudes, y se hace cargo voluntariamente de las “riendas de su vida".
Meterse al dolor, es uno de los pasos de la curación, sin embargo, siempre lo negamos, preferimos evitarlo y hasta pretender vivir únicamente para ser felices, lo cual hace que el dolor nos duela más.
Reconstruir mi vida implica un proceso lento, nada se da de un día a otro, al igual que no se puede nacer sabiendo caminar, sin embargo, cuando se es niño se tiene la potencialidad para poder hacerlo, sanar la heridas lleva tiempo, y los tiempo de los seres humanos, no son los tiempos de Dios y de la Vida, es decir no se miden por horas, ni por años, sino por momentos, descubrir mi “sentido del momento”, implica reconocer que en cada situación que la vida me plantea, existe una posibilidad de significado un “sentido del momento”, ¿Qué me quiere decir la vida ante cada situación que se me presenta?, ¿Cómo elijo responder ante aquello que la vida me ofrece?. Y desde mi Unicidad respondo ante lo que para mí es lo correcto, al margen de lo que los demás piensen o sientan. Yo soy quien responde, y elijo lo que creo que es conveniente, aunque me equivoque, asumiré la consecuencia de mis actos.
Hoy puedo elegir quedarme con mi dolor, o puedo elegir aprender de él y trascenderlo, hoy puedo creer que la vida no tiene sentido, o puedo detenerme a ver que hoy alguien me sonrió, me saludó, pidió mi ayuda, puedo darme cuenta que la vida me brindó un amanecer, la oportunidad de saborear un café, contemplar la belleza de una flor, puedo darme cuenta de sentir lo que es el amor, sentir una caricia, puedo darme a los demás a través de mi trabajo y de mi testimonio de vida, y en los momentos en que me asalte la duda puedo escuchar y atender a la “voz de mi conciencia”, a esa parte humana y sabia que me dice qué es lo que debo de hacer.
Hoy al irte a la cama haz un recuento de las enseñanzas que la vida te dejó, no importa si fueron malas o buenas, pregúntate qué te enseño la vida. Respóndete tú mismo ¿Por qué sigues vivo?, ¿Qué te hace latir? Cambiar no es fácil, debemos despertar a nuestra “conciencia” pero una buena forma de empezar es comenzar sólo por este día, y sólo por hoy a pesar de todo respóndete si valió la pena vivir, sólo por hoy y a pesar de todo… di Si a la vida!!!
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