"Aunque plantados en el mismo suelo, beneficiándose de las mismas condiciones exteriores de temperatura y de humedad, así como de los mismos cuidados; algunos árboles producen flores de colores relucientes, de perfumes exquisitos y frutos deliciosos. Mientras que otros, sólo dan flores apagadas, inodoras y frutos incomestibles. Podemos hacer las mismas observaciones con nosotros los humanos. Es por ello que cuando se reivindica que en la familia y la sociedad, los acontecimientos son los que determinan su destino (Sus éxitos o sus fracasos, su elevación o su caída); en parte es cierto, por supuesto, pero solamente en parte.
En realidad, lo que vivirá cada uno depende; ante todo, de la naturaleza de la «semilla» o del «núcleo» que representa. Es decir, de la manera de pensar y de sentir los acontecimientos y de asimilarlos; e incluso, de transformarlos. Por tanto, si nos encontramos en condiciones difíciles; en lugar de querer cambiarlas o de esperar otras mejores, es sobre nosotros mismos que debemos trabajar. Ahondemos profundamente en nosotros y hallaremos elementos, poderes, virtudes y gracias; con los cuales, daremos los frutos más suculentos."
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