Flor pensativa
Entonces entender es la fractura, otra omisión que no se justifica.
Vas surgiendo desvaída en el punto en que se rompe aquel olor de hojas que la brisa como una nueva explicación del mundo distrae, alegremente.
Estás sentada. Tan despeinada y pálida después del esfuerzo infeliz y del trabajo.
No hay repetición.
Son nombres que ofreces al azar y, sin embargo, impensables sin esa compasión que crece derramada por tu boca, ese licor de la imprudencia.
Ahora descansas. Estás sola.
Y es un filo brillante que a todo da sentido, siempre ahí desde lo más oscuro, sin ser dicho.
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