Inconciencia
Erase una vez una mujer muy devota
y llena de Amor de Dios. Solía ir a la Iglesia
todas las mañanas, y por el camino solían
acosarla los niños y los mendigos,
pero ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado,
llegó
a la Iglesia en el mismo momento
en que iba a comenzar el culto.
Empujó la puerta, pero ésta no se abrió.
Volvió a empujar, esta vez con más fuerza,
y comprobó que la puerta estaba con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto
por primera vez en muchos años,
y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba…
y justamente allí, frente a sus ojos,
vio una nota clavada en la puerta con un chinche.
La nota decía:
“Estoy ahí fuera”.
Anthony de Mello.
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