Entonces, ¿cómo ser feliz si no puedes liberarte de las cadenas del pasado? ¿Cómo vivir plenamente si aún tienes en tu espalda la opacidad de la tristeza? No hay forma, somos personas con un pasado, un presente y un futuro, no somos máquinas que simplemente borran los capítulos oscuros de la vida, por ello, debemos aprender a afrontarlos, pues de esta manera nos podemos ahorrar muchas contrariedades.
Hay que aprender a asumir la vida, tanto en la luz de una sonrisa, como en lo lúgubre de una lagrima. Aprender a Sufrir, suena difícil y raro, pero es la única opción que tenemos para vivir y hacer que cada instante de alegría sea más placentero.
- Aprender a sufrir involucra darnos cuenta que no siempre tenemos que estar felices, que también tenemos derecho a llorar, a querernos esconder del mundo para no enfrentar a nada ni a nadie.
- Aprender a sufrir significa reconocer que vivir no es dar pasos acertados en todas las ocasiones, sino también cojear, caer, y saberse recuperar de ello.
- Aprender a sufrir es mirar adentro, recorrer los caminos que nos laceran para transformarlos en un sendero en el que podamos transitar sin dolor.
- Aprender a sufrir es limpiar el corazón y el alma.
- Aprender a sufrir es liberarnos de los miedos de perder a algo o a alguien, es aprender a reflexionar, a sentir y en últimas a vivir.
Pero… ¿cómo se aprende a sufrir?
No es algo que te enseñen en la escuela… La verdad, nadie puede enseñarte, nadie puede mostrarte el camino…
Como siempre, hay que partir de un proceso de autoconocimiento: nada es peor que cerrar los ojos e intentar creer que nada pasa, hay que reconocer y dejar fluir los sentimientos de tristeza, ira, desolación y decepción, no debemos reprimirlos bajo ninguna circunstancia, debemos darnos la oportunidad de llorar, patalear, gritar y sentir nuestro dolor, aceptando lo que nos pasa, sin victimizarnos ni buscar culpables.
No se sabe cómo cruzar al otro lado, sólo sabemos que lo haremos, es como el aire, no lo ves pero sientes que está ahí porque te da vida en cada instante. No es fácil el camino, ¡pero quien dijo que lo era!
Aprender a sufrir es aprender a batallar, no sólo en la luz sino también en la desolada penumbra. No olvides que las flores más bellas son aquellas que muestran su esplendor incluso en la más cruenta sequía.