El contagio emocional es hoy un hecho manifiestamente probado.
Todos los estudios han demostrado que quienes comparten
espacios de relación,
sea en el trabajo o en la vida personal,
acaban compartiendo también los estados de ánimo
y los sentimientos.
Así, el enfado, al frustración o la ira ajenas, o en su caso el buen humor,
el optimismo, el entusiasmo o la energía de los demás,
se apoderan de nosotros por puro contagio.
Como afirma el profesor Sebastiá Serrano,
“las emociones saltan de una mente a otra como si nada,
los sentimientos son contagiosos, mucho más que las ideas”.
Partidario de "regar el huertecillo con emociones positivas",
este apóstol de la fórmula menos pastillas y más caricias propone
“Más tacto, más contacto y menos comunicación a distancia.
Menos tele, menos “media”, más amigos junto a ti,
más afecto y más demostrado, más cercanía...
Aproxime usted a las personas. Más caricias y menos pastillas.
Empiecen por escuchar y cuando hablen cuiden
tanto el contenido de lo que dicen como la forma..."
"Nos preocupamos por hacer ejercicio y por lo que comemos,
pero descuidamos nuestra dieta comunicativa.
Y eso que una de las claves del éxito de la dieta mediterránea
había sido la comunicación.
Desde el primer momento que venimos al mundo
tenemos la necesidad de que nos toquen.
Una necesidad que no entiende de sexo ni de edad:
lo único que desea un moribundo es una mano que le coja fuerte,
lo mismo que pide un niño pequeño".
Sebastià Serrano