Amor de Viejos
Allí te he encontrado, hombre de mirada nocturna, con las manos arrugadas y esculpidas de fortaleza, ánfora de vísperas verdaderas se evocan en la mesa, sutilidad que habla en el idioma de los ojos, líquido hialino se resbala en el rostro seco, muy a menudo se destellan los sueños, toman el riesgo de aparecer enfrente, donde se asoma el abismo inminente, -toc, toc- Da un golpe el destino, ¡Deberás aceptar tu camino!
Desaparece toda alerta en el aire, Se esparce la luz de pupilas dilatadas, el goteo de vida - alejándose- clama delirios, nadie se atreve titubear el pensar amordazado, íntimos pasos que se lazan a la aventura, pero la enemistad con el zapato roto, ya viejo, y el suelo corroñoso y envidioso, dejan caer los huesos de un ser ya veterano, cansado de tantas batallas dadas, abatido porque no está con su amada.
¿Y quién soy para buscarle otra mujer? Si él aún la sigue viendo en cada rincón, más allá de la realidad idealista del momento, en una avanzada perspectiva de las 4 paredes, ha hablado con la que dice salvarle.
Cruce de miradas infinitas, desobedecen el arte del prudente, inicia la confesión de ambos, un recurso más para enterrarlos.
Después voltea callado, encontró la solución de su futuro, inquietante el dolor que transmite, lamentable el no poder ayudarle.
El tanto prometer lo conllevó a frustrarse, desvaneciendo el alma triunfante, con una sonrisa irrepetible, juró vivir aquí sin dimensiones, sin morir, en alma y ser, sólo para servirle, a quién lo asesinó, su mujer.
Y la otra.... Ella se quedó a su lado, ¡La soledad la venció! No ha querido desprenderse de su amado.
d/a
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