
“—No es un espejo corriente –insistió Rebeca– No refleja tu aspecto.
Refleja cómo eres de verdad.
El caballero estaba intrigado, pero no entusiasmado. Nunca le habían importado mucho los espejos porque nunca se había considerado muy guapo. Pero Rebeca insistió, así que, de mala gana, se colocó ante el espejo y contempló su reflejo. Para su gran sorpresa, en lugar de un hombre alto con ojos tristes y nariz grande, con una armadura hasta el cuello, vio a una persona encantadora y vital, cuyos ojos brillaban con amor y compasión.
—¿Quién es? –preguntó
Ardilla respondió:
—Sois vos.
—Este espejo es un fantasma - dijo el caballero - Yo no soy así.
—Estáis viendo a vuestro yo verdadero - explicó Sam - el yo que vive bajo esa armadura. —Pero –protestó el caballero, contemplándose con atención en el espejo– ese hombre es un espécimen perfecto. Y su rostro está lleno de inocencia y de belleza.
—Ése es su potencial –le respondió Sam– ser hermoso, inocente y perfecto.
—Si ése es mi potencial –dijo el caballero– algo terrible sucedió en el camino.
—Sí –replicó Sam– pusiste una armadura invisible entre tú y tus verdaderos sentimientos. Ha estado ahí durante tanto tiempo que se ha hecho visible y permanente”.
Fragmento del libro “El caballero de la armadura oxidada”
Este tiempo de vida es tuyo. Puedes estar envuelto en relaciones y amar a otros, pero, básicamente, lo que haces de tu vida y cómo pasas por ella es tu propia elección. Aprendemos a hacernos responsables de todas nuestras circunstancias porque somos quienes las creamos.

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