Me quedo con la sonrisa de los ojos, amén de tantas lágrimas que derraman esos labios pronunciando improperios del dolor.
Me quedo con la esperanza morando en el tiempo amén, de tanta penumbra carcomiendo destellos de un mañana incierto.
Me quedo con todos los sueños que desplegaron mis alas, amén los que recuerdo sobre el mausoleo lúgubre de los inciertos.
Me quedo con ese abrazo que se perpetúa sin tiempos, amén de las distancias que a veces osa alejar nuestras miradas y lazos.
Me quedo con la experiencia de los años atesorando recuerdos, amén del quebranto empeñando mis aleccionadoras vivencias.
Me quedo con la vida que tengo porque es la que conozco y deseo tener, amén la muerte ronda mis huellas como esperando el cansancio de mis ahoras.
Diego López
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