Apenas quedan burros de cuatro patas. La modernización de los medios de transporte y la mecanización del campo los mandó al paro. Han aguantado palos e insultos, y soportado la humillación de ser sinónimo de ignorancia y terquedad. Pocos recuerdan que durante siglos sirvieron como animal de carga y tracción. De 1.200.000 ejemplares que había en España al finalizar la Guerra Civil, hoy los expertos estiman que sólo subsisten alrededor de 50.0000.
Los especialistas alertan de que este animal doméstico, protagonista de numerosos refranes y canciones, tiene los días contados. El mejor amigo del campesino está en peligro de extinción. Las seis razas puras de burros españoles se encuentran amenazadas. Asnos catalanes, mallorquines, zamorano-leoneses, andaluces, majoreros (Fuerteventura) y de Las Encartaciones, en Vizcaya, apuran sus últimas oportunidades de supervivencia.
Menos mal que a este animal aún le quedan amigos. Varias asociaciones luchan por preservar la vida de este pequeño equino de grandes orejas. Con pocos medios a su alcance, tratan de ampararlos y les buscan su hueco en la sociedad moderna.
Iratxe Gómez