¿Es normal seguir teniendo un peluche de adulto?
«Todas o casi todos hemos tenido algún juguete favorito, y en la mayoría de los casos intentamos conservarlo porque aún en la edad adulta seguimos sintiendo 'cariño' hacia ese juguete al verlo, al cogerlo, al recordar como jugábamos con él. Tener este tipo de emoción hacia algún juguete en la edad adulta es normal», explica Virginia Muñoz Gómez, experta en psicología clínica y salud.
Para Muñoz Gómez, «a nivel educativo y de aprendizaje, el peluche, al igual que otros juguetes, puede ser un medio de comunicacióna través del cual el niño expresa sus emociones y asimila sus vivencias». La psicóloga también señala que «al valorarlos más que a otros juguetes, los niños tenderán a desarrollar conductas de cuidado y conservación, tales como ponerlos en un lugar protegido, no cortarles el pelo y/o la ropa, manipularlos con más cuidado para no romperlos, repararlos en caso de deterioro, etc…».
Poner límites resulta difícil. Muchos niños y niñas, vuelven a recurrir a sus juguetes favoritos ante una separación de sus padres, por ejemplo. Respecto a la figura del osito, o el peluche, la elección suele ser esa al tratarse de un juguete blandito y suave, que se asocia a las primeras etapas de la infancia.
No hay una edad máxima para este tipo de relación, pero «es esperable que entorno a los 7 u 8 años los niños vayan perdiendo el interés por los juguetes y tiendan hacia actividades manuales y de movimiento». Eso, claro, si tu peluche no cobra vida y acaba convirtiéndose en tu compinche de juergas
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