Ven, Madre, a descansar… Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños, a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos y la mágica ayuda de esos seres pequeños, los gnomos, que se visten con trajes escarlata y brotan cuando alumbran las primeras estrellas, que usan zapatitos con hebillas de plata sin dejar en el musgo la marca de sus huellas. Cantarán para ti la cigarra y el grillo, ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines. Y con las hojas muertas haremos un castillo con muros almenados en oro y amarillo, hasta que se deshaga por sobre los jardines (en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines). Marilina Rébora
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