La Virgen María penaba y sufría. Jesús no quería dejarse acostar - ¿No quieres? - No quiero.
Cantaba un jilguero sabía a romero y a luna el cantar. La Virgen María probó si podía del son que venía la gracia copiar.
María cantaba, Jesús la escuchaba José que aserraba, dejó de aserrar.
La Virgen María cantaba y reía, Jesús se dormía de oírla cantar.
Tan bien se ha dormido que el día ha venido, inútil ha sido gritarle y llamar.
Y, entrando ya el día, como él aún dormía, para despertarle ¡la Virgen María tuvo que llorar!
Autor del poema: Eduardo Marquina
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