Cada vez que termina un año se produce un fenómeno curioso en la mayoría de gente. Por un lado, hacemos balance inevitablemente de todo lo acontecido durante los últimos 12 meses, y por el otro es como si se nos diera la oportunidad de empezar otra vez con ilusiones y deseos renovados pudiendo hacer un “borrón y cuenta nueva”. No nos damos cuenta y cuando brindas por el año entrante tu cabeza se dispara con todo aquello que quieres que sea una realidad en breve.
Ya que culturalmente tienes esta oportunidad cada 12 meses de reformular tus deseos y expectativas mi pregunta es: ¿Por qué lo desaprovechas formulando deseos erróneos? En mi opinión, tienes dos caminos para hacerlo:
– Forma incorrecta: cuando pensamos en formular deseos para que pasen “cosas” o “hechos fortuitos” que nos solucionen la vida o simplemente aligeren los problemas o cargas del día a día. Estos son del estilo: “un boleto afortunado de lotería”, “el fin de la crisis” o “la concesión de un ascenso”. Este tipo de deseos están formulados haciendo hincapié en elementos que no son de tu control. Cómo prefieres conseguir tus metas, con esfuerzo y perseverancia o con algún “hecho casual” bastante improbable?
– Forma correcta: cuando pensamos en formular deseos para que tengas las herramientas necesarias y que tu mismo puedas superar las adversidades alcanzando los objetivos marcados a primero de año.