En la oscuridad rezongas con retemblor en las raíces con que en-calas tus propios deseos; sellas los míos y los nuestros con res puestas afiladas y breves.
Cada día envejeces un siglo y agitas tus múltiples flagelos desordenados, como nos pasa a todos.
Vino a puerta de encono; trata de pasar a resolana por cornisas en vaivén, por tu agua y la común , arriba -para empezar-, en lo más bajo del fondo, que baña tu humedad con mohosos ropajes.
Aunque con los demás llegares a vencer a los oscuros, busca siempre tu refugio y fortaleza en el tú mismo de todos.
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