Ojalá te haya tocado el gordo. Pero no hoy. Hoy, mañana y todos los días.
Ojalá estés escuchando esto sin que nada te duela.
Ni en el cuerpo ni el alma.
Ojalá te hayas emocionado alguna vez este año. Aunque sólo sea una.
Y ojalá vuelvas a hacerlo pronto. Ojalá tengas un trabajo al que no te atrevas
ni a llamarlo así de lo bien que te lo pasas haciéndolo.
Y que tengas algún aprendiz. Alguien que quiera ser como tú,
y no por lo que tienes, sino por lo que eres capaz de hacer.
Ojalá no desees jubilarte jamás.
Ojalá te esperen en casa para preguntarte qué tal te ha ido el día.
Ojalá tengas algún sitio al que quieras volver y decidas llamarlo hogar.
Ojalá tengas a alguien a quien llamar cada vez que aterrizas aunque sólo
sea para decir que estás bien. Y a alguien a quien poder llamar para
decirle acércame a un hospital. Ojalá te amen. Como amas tú.
Ojalá sientas que aún tienes tanto por hacer. Ojalá rompas muchos planes.
Propios y ajenos. Ojalá improvises y ojalá te sorprendan todos para bien.
Ojalá te superen los que suben. Que hay que ver cómo suben.
Ojalá te sientas tan orgulloso de ellos como ellos algún día de ti.
Ojalá pierdas la cabeza por no perder la esperanza. Ojalá tus deseos
no sólo se cumplan, sino que se actualicen. Ojalá sonrías cada vez que
recuerdes. Y ojalá lo hagas también cada vez que pienses en lo
que está por venir.
Ojalá te mantengas siempre con la edad de tus sueños.
Y si me lo permites, ojalá, algún día, dejen de existir todos los ojalá.
Risto Mejide (Extracto – ‘Al Rincón’)
|