Conocer a alguien significa mucho más que un lugar o momento. Siento que conozco a alguien cuando de verdad conecto con su mundo; cuando realmente se quién es el otro más allá de un nombre o un número de documento. Conocer a alguien es saberme sus miedos e intentar no ejercerlos, aprenderme sus alegrías para incentivarlas, compartir lágrimas, llegar a lo verdadero. El momento en que conozco a alguien es ese instante mágico donde coincidimos en invertir ganas y poner fe, para que el encuentro sea duradero... Ver en una cara, en un gesto o una palabra algo inexplicable que distingue entre miles y, que me dice que le dedique más tiempo. Es encontrarnos separándonos de la multitud de caras que forman este mundo. Hacer un stop y enfocar la foto. Mirarnos íntegros regalándonos íntimos momentos. Elegir sin las presiones de lazos familiares, ámbitos o cuestiones sociales. Lo social, lo obligado, la familia no implica el conocer del que yo hablo. Mi conocer es pura elección, totalmente mía, donde ser cordial no es obligado. Es estar estando de cuerpo, alma y mente. Porque sólo estar y ser cordial no significa tanto. Puedo estar con alguien, ser amable y cortes pero no dejarme conocer...
Conocer a alguien es darse, darme, confiar, sentir que vale la pena, el esfuerzo. De cada persona que forma mi pequeña vida recuerdo ese preciso momento. Tan preciso y claro como el contrario si fue necesario. Porque conocer también trae el riesgo del desengaño. Puedo marcar con precisión el momento que dije sí, y con alivio el momento que dije ya no más. Porque por suerte para mi fueron los menos y hacen valer doble a aquellos a los que aún hoy, les volvería a confiar mis miedos y mis sueños...
d.a.