02 de Marzo de 2016
Por Ban Ki-Moon*
Los esfuerzos mundiales por proteger la vida silvestre están cobrando fuerza.
El año pasado, los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron
los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen metas específicas para
poner fin a la caza furtiva. La Asamblea General, también, acordó por unanimidad
una resolución para limitar el tráfico ilícito de fauna y flora silvestres.
Estas elocuentes expresiones de la voluntad política de poner fin a esos crímenes
sumamente destructivos comienzan a traducirse en medidas sobre el terreno
que se ponen en práctica mediante esfuerzos colectivos de países de todo el mundo.
Sin embargo, para proteger ese patrimonio natural esencial para esta generación
y las generaciones futuras, los principales agentes deben hacer mucho más,
en todos los continentes y en todos los sectores. En particular, es preciso
incorporar en los esfuerzos de conservación a las comunidades que viven en
estrecha proximidad con la vida silvestre.
Se está acabando el tiempo de poner fin a la crisis de la caza y pesca furtivas
que amenaza a algunas de las especies más emblemáticas del mundo.
Para combatir la caza y pesca furtivas y el tráfico de especies protegidas es
fundamental encarar tanto la oferta como la demanda de productos ilícitos de la
fauna y flora silvestres mediante los objetivos, las metas y los instrumentos
internacionales convenidos, como la Convención sobre el Comercio Internacional
de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Durante demasiado tiempo, el mundo ha visto imágenes desgarradoras de la
matanza masiva de elefantes para obtener sus colmillos. Según la CITES,
la matanza de elefantes africanos y la trata de su marfil siguen siendo
alarmantemente frecuentes. Los elefantes asiáticos también son objeto de
una caza furtiva cada vez mayor.
Muchas otras especies, como chitas, pangolines, rinocerontes, tortugas de mar,
tiburones, tigres, ballenas y maderas nobles, se ven expuestas a una variedad
de problemas diferentes, derivados de, entre otros factores, el cambio climático, la sobreexplotación o el tráfico ilícito.
En este Día Mundial de la Vida Silvestre, exhorto a todos los ciudadanos,
las empresas y los gobiernos a desempeñar el papel que les corresponde
en la protección de los animales y las plantas silvestres. Las medidas que
adoptemos cada uno de nosotros determinarán el destino de la fauna y flora
silvestres del mundo. ¡El futuro de la vida silvestre está en nuestras manos!
*Secretario General de la ONU.