Cuando veo al mundo,
sueño con un mar lejano
y una infinita tierra,
donde mis ojos no sucumban
a la caída del ser humano;
que ha perdido la razón
de su propia existencia,
que profundamente aterra
el planetario corazón
y su divina esencia.
Pronto ya no quedará
un ave o una flor,
no habrá mas llantos
ni más risas
ni el dulce y suave olor
de una joven primavera.
Tan solo el inmenso Sol
en su inmortal camino
será testigo y sabrá
lo que siempre fuera
el terrenal destino:
Una humanidad perdida
apagará la vida
y borrará por siempre
el eterno nombre del amor.
d/a