En realidad no viste la alfombra porque querías iluminarte primero.
¡Querías ser una persona iluminada parada en la alfombra! Trabajarías en
ti mismo por cuarenta años, meditando para alcanzar el Nirvana, para
sanar tus traumas, para perfeccionar tu ‘yo’, para trascender tu ego, o
para esperar hasta que estuvieras ‘listo’ antes de otorgarle algún valor
a la alfombra, contemplando la alfombra, reconociendo la alfombra como
una expresión divina, y como un tremendo regalo.
Todo era
pospuesto, ¿lo ves? Todo era un movimiento fuera de ‘lo que es’, fuera
del extraordinario carácter sagrado de lo ordinario. Era un
desplazamiento hacia un futuro que jamás podría llegar...
La
alfombra siempre estuvo aquí. La silla siempre estuvo aquí. Lista. Viva.
Inocente. Esperando. La vida siempre estuvo aquí, ofreciéndose a sí
misma, insinuándose, llamándote, invitándote, para que la vieras,
invitándote a despertar, a volver a la vida, a ser un hijo de la
presencia consciente. Y sin embargo, tú estabas demasiado ocupado
huyendo, hacia un ‘futuro’, hacia un sueño...
Tan sólo toma un momento. Cualquier momento. Este momento. Y contémplalo en tu amorosa presencia consciente, báñalo en tu luz.
- Jeff Foster