¿Vivir para crecer? Qué va, vivir para querer. Nos gustamos, nos enamoramos, nos amamos y nos matamos.
Una y otra vez, sin descanso. No hay vía libre, el amor es una trampa genial. Nadie escapa de ella,
caemos una, dos, tres o más veces, y sí, podemos levantarnos, porque nadie muere de amor, pero
nos deja unas cicatrices imborrables.
Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia
personal. Sí, tus cicatrices y las mías, tus delirios y mis penas, porque no solo la tinta deja huella en nuestra piel,
porque hay historias que dejan cicatrices debajo, sí, debajo de esa piel que vendes a cualquiera, al mejor postor,
al primero que llega, ese que puja para que le lleves en vena, y tú… tú solito te envenenas.
Podrás pensar que tropiezas una y otra vez con la misma piedra. El mismo amor, el mismo problema;
pero no, no tropiezas, simplemente es que dejas abierta la herida, no te atreves a coserla porque sabes
que dejará huella, que dejará otra cicatriz bajo la piel, de esas que no se ven, pero que siempre queman.
Yo no me avergüenzo de mi cara cortada, de mi pecho rajado, o de mi espalda llena de arañazos.
Tú tampoco deberías, porque si vives para amar,
vives para volar y estrellarte, para caerte con todo el equipo. Es mucho mejor que duela, que deje cicatriz,
así sabrás que ha sido realmente bueno,
sabrás que no han sido sonrisas a cara de perro para disimular.
Ama, sufre y así vivirás. Tus cicatrices y las mías, tus delirios y mis penas, solo marcan el camino,
la historia de mi vida, la de la tuya o la de cualquiera. ¿Te duele? Que duela, ¿no ves que estás vivo?
Porque solo estás vivo si sientes, y de eso se trata, de vivir. ¿Vivir para crecer?
Qué va, vivir para querer, a ti, a él o a ella.
Adrián Green
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