
Vivir separados por muchos kilómetros puede crear lazos más fuertes que las relaciones convencionales
Las relaciones a distancia son al amor lo que las hombreras o los zapatos de plataforma a la moda. Te prometiste durante años que no eran para ti, defendiste a capa y espada tu oposición a ellas y, sin embargo, al igual que todo en esta vida, cuando bajas un poco la guardia el irónico destino está esperando para burlarse en tu cara. Son las dos de la madrugada y esperas en la cama con el portátil al otro lado de la almohada a que suene el odiado nii no nii del Skype. Ese amor de verano sin futuro o esa pareja que encuentra empleo a kilómetros de ti ha resultado ser el amor de tu vida. De esta forma comienzan las idas y venidas, la sincronización horaria a miles de kilómetros de distancia, las tristes despedidas en aeropuertos y estaciones, las noches sin dormir, las insaciables conversaciones telefónicas, los “te echo de menos” y los soñados reencuentros. Así, el amor y la pasión desafían los incontables kilómetros con las herramientas que nos ha regalado la era de la información.
La aliada. La tecnología nos ayuda a sobrellevar la ausencia con videollamadas, redes sociales y mensajes instantáneos. El simple hecho de enviar unas palabras bonitas, una fotografía o el link de una canción hace que la persona se sienta querida y se dé cuenta de lo mucho que la echas en falta. Por otro lado, la tecnología puede ser útil cuando la espera es muy larga. Con imaginación y una buena conexión a Internet podemos liberarnos de nuestras inseguridades y explorar nuestra sexualidad manteniendo viva la llama con lo que actualmente se conoce como sexting: mensajes y fotografías subidas de tono y videollamadas no recomendadas para menores de 18 años con las que aumentamos el deseo del próximo encuentro. No es lo mismo que el subidón de endorfinas que produce el contacto físico de esa persona tan especial, pero evita que el deseo sexual se esfume y, además, pone a prueba el amor. Pues la fidelidad, la incertidumbre, el dolor de la ausencia y el enorme esfuerzo económico que supone mantener una relación de este tipo, carecerían de sentido si no fuese amor verdadero.
Vínculos más estrechos. La comunicación y la confianza es la base de toda relación, más aún cuando hay tierra de por medio. Todo es mucho más intenso, los sentimientos se maximizan y resulta imprescindible que la pareja exprese libremente sus emociones en un ambiente comprensivo y razonable. Esto suele crear lazos más fuertes que en una pareja común debido a que la comunicación es más constante y profunda, las conversaciones son las grandes protagonistas de las citas.
Según un estudio realizado por la investigadora Crystal Jiang, del City University de Hong Kong, y el profesor Jeffrey Hancock, de la Universidad Cornell, las parejas que mantienen una relación a distancia crean vínculos afectivos más íntimos y más fuertes por el esfuerzo de superar las limitaciones de la comunicación, el intento de conocerse más a fondo y la idealización de la pareja. Aunque nos resulte sorprendente, la distancia puede hacer más sólida una relación y llegar a ser más exitosa que las relaciones convencionales a pesar de la dificultad que supone estar separados.
Parece muy valiente embarcarse en esta aventura. Comprender que una relación es mucho más que algo físico, sacrificar la compañía y la vida en pareja por esperar a esa persona tan importante. Y, es que, cåiertamente se trata de esto... esperar. Porque suelen decir que todo lo bueno de esta vida se hace esperar y que cuanto más larga es la espera, más dulce es el beso. Al fin y al cabo, como dice la canción: “La distancia separa cuerpos, no corazones.
Vicky Diego

|